Ojo de pez

Publicado el Mónica Diago

¿Una revista escrita en vivo? el experimento que aviva el periodismo

El 28 de abril me llevé una sorpresa muy grata que solo se le puede atribuir al poder de la amistad. Uno de mis más entrañables amigos, que actualmente está estudiando en Madrid, me envió una invitación para un evento que ni él entendía mucho, pero un solo nombre le daba buena espina: Alma Guillermoprieto.

adalb2

Adalberto Camperos, Electrobudista, uno de los artistas de Revista Viva

“¡Vayan a la inauguración de la revista Viva!”, decía el asunto del mensaje de Diego. Por mensaje privado traté de sacarle información sobre el tema de la revista, los periodistas, el tipo de evento al que me iba a mandar un jueves en la noche (un reto para mí)… a lo que solo atinó a decir: “mi mamá quiere que vaya mucha gente ¡vaya, por fa!”. No entendí la relación de la mamá con el lanzamiento, que por lo general suele ser un coctel lleno de fotógrafos, con gente de pie conversando con todos y con ninguno, pero allá estaría.

A las ocho de la noche, muy puntual, estaba en la entrada del restaurante El Techo,  con mi compañero de la noche, Jose Agustín, otro buen amigo de quien nos invitó, preguntándonos si estábamos vestidos para la ocasión o si mejor nos íbamos a tomar una cerveza michelada porque el coctel al que estábamos a punto de entrar no combinaba con nuestros tenis.

Entramos. La primera cara conocida que divisamos fue la del cronista Alberto Salcedo, profesor de una buena porción de los periodistas de mi generación. Alberto, con la amabilidad que lo caracteriza, nos hizo sentar junto a él y minutos después desapareció. Sobre la mesa encontramos la programación de la noche ¡por fin!

“Revista Viva, un concierto de escritores, músicos, actores y artistas gráficos”.Junto a esta leyenda, los nombres de los anfitriones: Electrobudista, Alberto Salcedo, Juan Gabriel Vásquez, Manuel Kalmanovitz, Simón Mejía (Bomba Estéreo) y otros artistas sorpresa.

Y la noche se volvió absolutamente prometedora. El restaurante se fue iluminando por sectores y la revista empezó a desplegar sus páginas, vivas. Manuel Kalmanovitz, parado en la tarima del lugar, empezó la lectura de su Bogotá con mar y otras cosas (Matera libros/El peregrino editores) y a través de sus palabras el auditorio se llenó de las imágenes de sus cachacos jugando dominó con batas de farmaceutas, entre otras escenas que detonaron más de una carcajada y varias reflexiones. Cada vez que se terminaba un acto se daba paso a la ilustración en acuarela que hacía Electrobudista basada en el texto de Kalmanovitz y proyectada en una pantalla de la sala; y al tiempo el graffiti  de Santiago Castro se iba dibujando en un vidrio ubicado en lo alto del salón.

adalberto1

El Dibujo que Electrobudista  realizó en Revista viva (Fotos: Cortesía Adalberto Camperos)

  Después de Kalmanovitz siguió uno de mis artículos preferidos de la noche: “Las harinas”, de Alma Guillermoprieto. El texto hacía alusión a la facultad que tienen los carbohidratos para “redimirnos cada vez que el mundo nos falla”. Un texto bellísimo y muy poderoso, leído por la autora y precursora de la primera revista viva que he visto en mi vida. (Lea aquí el texto.)

Minutos después se iluminó un rinconcito de la sala y apareció el escritor Juan Gabriel Vásquez, leyendo un fragmento de su libro La forma de las ruinas. Mágico. Estaba ahí, bajo una luz cálida, junto a una lámpara de escritorio, vestido como para declarar un poema a una mujer. Tras los aplausos, pasamos la página y apareció el actor Ramsés Ramos leyendo con mucha gracia la crónica de Alberto Salcedo “El bufón de los velorios”.

 Y llegó mi segundo momento favorito de la noche: la interpretación de la entrevista que le hizo María Jimena Duzán a Freddy Rendón Herrera, alias El Alemán, para el programa Semana en vivo. Los actores Fernando Solórzano y Lorena López lograron desentrañar un momento que congeló el ánimo de los asistentes. Frente a frente, Lorena (personificando a la periodista) y Solórzano (haciendo del exjefe paramilitar) transmitieron a los lectores pánico, frustración y admiración por el coraje de la periodista y la destreza de estos artistas para evocar con nitidez ese momento. (Vea aquí la entrevista.)

Y para las páginas finales de la revista estaba reservado un momento musical a cargo de Midras Queen y Shacka, con la canción “Difícil pero no imposible”. La noche terminó con nuestras caras de asombro. Estos artistas y escritores realizaron por primera vez en Colombia un formato de revista que se podía escuchar, leer, sentir, con todo el rigor periodístico de una publicación de calidad, en la que han intervenido correctores, redactores, fotógrafos, diseñadores… Lograron inventar un formato que puede atraer la atención de aquellos que han perdido el interés en el papel o en lo digital. O para aquellos que disfrutan ambos formatos y están abiertos a nuevas experiencias que, como esta, resulten entrañables, donde las historias bien contadas tengan el valor que merecen.

El experimento resultó memorable. Una muestra de que las revistas no morirán mientras existan historias qué contar y recordar. Eso sí, tendrán que adaptarse a nuevos formatos, a nuevos lectores, a nuevas generaciones. El numero cero de la revista Viva resultó una memorable experiencia que todavía recuerdo y cuya próxima edición espero con ansias.

Comentarios