Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

Sin género y sin ideologías

Muchos son los ejemplos en que la sociedad colombiana ha caído al borde de la ignorancia por volver los debates académicos y sociales un asunto personal. Esto es, confundir lo que se pronuncia como una alternativa novedosa, planteada como una solución de avanzada, con ultrajes a las creencias religiosas o maltratos a la conciencia individual.

En el año 2012, uno de los anteriores alcaldes de Bogotá, de buen sonido pero de poca repercusión, cuando propuso el que se trabajara la drogadicción como un problema de salud pública, no solamente fue vapuleado por todos los sectores tradicionalistas, sino que se le acusó de atacar con tibiezas un problema craso, pues una política criminal no puede pasar por romper el protocolo. Resultado: la idea olvidada y la novedad de enfrentar un problema desde otra perspectiva, que bien pudo ahorrar algunos muertos inútiles del microtráfico, fue archivada dentro de los anaqueles de la locura. Más aún, el alcalde actual fue aplaudido por utilizar frente al tema, precisamente, el protocolo, en otras palabras, la fuerza, el desalojo, la asonada, la exageración de las armas, el sometimiento, que bien funcionan por un tiempo, pero que se desintegran después, emplazando los problemas a otras calles o dispersando el asunto por toda la ciudad.

Con el caso anterior, una idea se convierte en el explosivo de la arrogancia brutal, cuando el verdadero interés es abrir un debate y discutir las posibilidades… todo por anteponer los miedos personales a la inteligencia de los argumentos.

En Colombia, vale más pensar lo que ya está pensado que repensarlo para transformar.

Pero si ello pasó en el 2012, cuatro años después, hoy, en el 2016, la experiencia se repite, con ese engorroso tema de las cartillas de educación para la inclusión y los enardecidos moralistas que hoy salieron a las calles a rasgarse las vestiduras como buenos seres humanos, ultrajados por lo que consideran una campaña de ideología de género.

El que transmitan su parecer sobre el tema es incuestionablemente democrático, y si tanto les habían fastidiado los fallos de la Corte sobre el matrimonio gay y la adopción, estaban en mora de haberse manifestado. Pero lo que no se puede perdonar es que su “florero de Llorente” sea una acusación sin fundamento, zanjada por la ignorancia y una mala interpretación.

Treinta y cuatro preguntas (que fueron proporcionadas por el MEN a algunos colegios) y una cartilla en proceso de realización (en la que participan reconocidas identidades educativas) no pueden tomarse como una ideología forzada o una educación de género impositiva.

Más aún, al cumplir un fallo, el MEN no está tergiversando las sanas costumbres ni atacando los valores del ser humano, porque, si se leen las preguntas con detenimiento, al lado del respeto a las orientaciones sexuales está también el respeto a las etnias, a la discapacidad, a la educación diferenciada, al libre desarrollo de la personalidad, a la libertad de culto, a los lenguajes incluyentes, además de todo lo relacionado con el debido proceso y las garantías que deben tener los estudiantes para poder resolver sus no tan elementales conflictos.

En otras palabras, ¿por qué no se rasgan los moralistas las vestiduras diciendo que defender los derechos de las minorías étnicas es una forma de igualdad intolerable? o ¿por qué no piensan que es un ultraje el tratar al estudiante discapacitado de la misma forma que al estudiante excepcional?

Lo académico, en proceso de debate y construcción, lo vuelven personal, no han separado la idea del ser.

Al desarrollo de una sociedad le importan más las ideas que los seres abstrusos, anquilosados, consumidos por el miedo, embadurnados por un pensamiento colectivo ignorante.  Dicho de otra forma, en Colombia, los debates académicos, sembrados desde la idea de un desarrollo productivo, se desvían a terrenos de emotividad personal y fanatismo fundamentalista, resaltando el atraso de las conciencias y el deseo por perpetuar  la cadena de lo establecido.

País pobre de pensamiento.

Géneros Humanos

@exaudiocerros/[email protected]

Comentarios