Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

Las tribulaciones musicales del Profesor Noreña

El peso que ejerce la cotidianidad sobre la deprimida conciencia del profesor Noreña lo lleva a explotar su sensibilidad a través de la música. En sus años de barriga disimulada, cuando aún quedaban rezagos de su esbeltez, tuvo que decidir entre ser bailarín o profesor. Escogió la menos sugerente de las opciones y, aunque feliz con su vida profesional, siempre lo persiguieron importantes boronas de insatisfacción.

El deseo por mover el cuerpo es una prolongación de la música, es decir, la música existe en virtud de que existe la necesidad de un cuerpo que desea ser estrujado, extendido, movido en circunvoluciones según su propia voluntad. El profesor Noreña trata de ocultar frente a sus estudiantes esa aparente tendencia a tener un “pie feliz”, un pie curioso que tiembla al sonido del ritmo y la armonía.

No se avergüenza, pero lo mesura, pues en la sociedad en la que vive, moverse es un despropósito, una pena colectiva, una rareza que solo llega después de las concesiones del alcohol o de la droga, y no un espíritu vivo que ralentiza el ritmo de la existencia…para el profesor Noreña, bailar es restablecer el cordón umbilical que lo une con la tierra.

Pero todo tiene su consuelo, y si las rodillas y la sociedad no le permiten estar a sus anchas todo el día en un salón de baile, a cambio de ello tiene su reproductor de música, nicho tecnológico con el cual inventa cada sesión de movimiento. Y es que las notas lo conducen a fabular las obras que nunca bailará, casi desprendiéndose de su vetusto cuerpo y saliéndose en espíritu para palpar el transcurrir de los ritmos, las armonías y las melodías.

Es en ese trance donde encuentra el pensamiento, la música lo lleva a imaginar espacios de movimiento pero también lo conduce al laberinto de las ideas y en ese juego es donde el fluir de su conciencia se derrama.

Entonces, el profesor Noreña se dedica a pensar:

… bienvenida la malicia del espíritu libre que transforma la normas en plenitud de conciencia y roza la sabiduría… así dijo un chivo: “no me arranquen el cuero p`a hacerlo sonar”…y es cierto, la contradicción es inherente al ser humano, la monedita de cuero es metal y tela al mismo tiempo…

…la mente del profesor Noreña continúa y se encuentra, de frente, con una máxima de honor…entra derecho…tremendo mundo torcido, tiovivo de traiciones, estupideces sucesivas que transitan en busca de poder, la rectitud parece ser solo el dominio de los ortodoncistas…

…pero si hay cuerpo y movimiento, hay deseo, conexión voluntaria entre dos seducciones, sintonía natural del aparato digestivo, cardiovascular, respiratorio…aparato sexual-reproductor… ay Pepe, con Pepe no siento n`a… que se vayan las historias de violadores y acosadores, el mundo es una vendimia que merece ser concertada a la luz de nuestras pulsaciones…mujer… tú te vas por encima del nivel…

… silencio, después del intercambio de fluidos queda sólo el silencio, el espíritu respira los últimos arrestos del fuego interior, como si en la geografía del cuerpo cercano existiera todavía un rastro, un vestigio de lo que fue la convulsión…con vaivén de hamaca ni se sufre ni se llora, con vaivén de hamaca… la calma, el derecho a la calma…

No piense más profesor Noreña.

Las clases han terminado en el colegio, es viernes, el cansancio se agrupa sobre cada poro, las frases vacías, emitidas por los superiores de la organización en la cual trabaja, también hacen un cayo sobre la sien, pesan en demasía.

“Esto no es pensar”.

la próxima vez me pide autorización…

…no más ridículos en sus clases…

…controle la risa y el desorden de sus estudiantes…

…espero los formatos diligenciados el lunes…

…recuerde, un comentario por cada estudiante, y sin repeticiones…

“Duele la cabeza”.

El profesor Noreña tiene sed, desea visitar el bar viejo, donde se suceden, una a una, sus canciones favoritas, piensa encontrar un cuerpo que se contorcione con el suyo, un cuerpo al que no le importen sus cúmulos obesos, que lo entienda en la fibra donde ocurre el movimiento y se mueva con él, preocupándose solamente por la música.

Al pegar los audífonos a sus orejas, el nicho tecnológico lo protege, extrañamente, la lista de reproducción que aparece en la pantalla es desconocida, arranca a escuchar la primera canción, y suena…standing now, calling all the people here to see the show, calling for my demons now to let me go… “todos mis diablos soy yo”, piensa el profesor Noreña, «al punto de caer, justo en el borde, quisiera gritar I need something, give me something wonderful…banau banau, papambarampa”… y así canta el profesor Noreña, pasa saliva y recuerda que tiene sed.

El bar de sus canciones lo espera.

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Discografía

  1. La protesta de los chivos, NG La banda, Álbum: En la calle
  2. Entra derecho, Justo Betancourt (Fania), Álbum: El explosivo
  3. Pepe, Amparito Jiménez, Álbum: Muchacha traviesa
  4. Sandunguera, Juan Formel y los Vam Vam de Cuba, Álbum: The essentials
  5. Love & Hate, Michael Kiwanuka, Álbum: Love and Hate

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