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Publicado el Juan Carlos Torres

Paz, con o sin Santrich

El desacato de Jesús Santrich a la citación de indagatoria de la Corte Suprema de Justicia, coloca nuevamente en jaque la credibilidad del proceso de paz. La infracción sugiere su exclusión del proceso y la posibilidad de expedición de la orden de captura.  Su desatención no es bien vista por quienes expusieron sus investiduras brindándole garantías, incluso por férreos gestores y defensores del Acuerdo de Paz, quienes han califican la conducta de inaceptable.

El desconocimiento de su estadía y/o la incomunicación con la justicia, agrava aún más la implementación y credibilidad del Acuerdo de Paz, redunda en la afectación de la imagen de las instituciones que proponen abolir y podría lesionar el respaldo de algunos actores o instancias de la comunidad internacional que coadyuvaron a posibilitar el proceso de paz.

No hay que olvidar que, en función de Jesús Santrich, se enfrentaron los grandes poderes de Colombia: la Jurisdicción Especial por la Paz, el Consejo de Estado, la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General y el Presidente de la República; además de las pugnas de las bancadas en el Congreso que respetaron de un lado y reprocharon por el otro, la posesión de Santrich en calidad de Representante a la Cámara por el partido de las Farc.

Bajo la premisa de un silencio u ocultamiento deliberado, con su ausencia y sigilo, Jesús Santrich le hace el desplante a la Justicia, a la comunidad internacional y a los defensores de Paz. Es entendible la situación de riesgo a las que se exponen los líderes sociales y desmovilizados; sin embargo, ello no es óbice de su alejamiento en torno a las explicaciones y refrendación de los compromisos de paz ante la justicia.

La paz es un derecho fundamental y una oportunidad única e inmejorable para los colombianos, y debe prevalecer, ajenamente a las desafortunadas decisiones de Iván Márquez y el Paisa de abortar del proceso; y de Jesús Santrich, quien hasta ahora también desatendería a la justicia.

Con la omisión, Santrich acabaría otorgando razón a quienes advirtieron que era un riesgo su libertad más allá del derecho, abonando el terreno a quienes promueven modificaciones a los acuerdos, inobservando quizás, el daño inconmensurable que le haría a la legitimidad y credibilidad del proceso de paz.

Con la misma energía que hemos exhortado al Estado a garantizar la implementación de los acuerdos de paz y a proteger la vida de los desmovilizados y de los líderes sociales, debemos requerir a los actores del conflicto en otrora, a atender sus obligaciones con la Jurisdicción Especial para la Paz y con el Sistema Integral de verdad, justicia, reparación y no repetición.

La paz es más importante que tres o más hombres; con o sin ellos, la paz debe continuar; y sobre quienes deserten, deberán recaer los mecanismos judiciales previstos en el Acuerdo; es decir, las sanciones ordinarias conforme al Código Penal, además de la exposición en el caso de Santrich, a la pérdida de investidura de no presentarse a las sesiones ordinarias del Congreso que iniciarán el próximo 20 de julio.

Fotografía cortesía de elpaís.com

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