Unidad Investigativa

Publicado el Alberto Donadio

El río que pasa por su aldea

Escribe Pablo Kropotkin:—

LO ÚLTIMO Y LO ÚNICO QUE HAY QUE SABER SOBRE TRUMP Y KIM JONG-UN

NOTICIA ANTIPERIODÍSTICA DE ÚLTIMA HORA; “THE SHOW MUST GO ON… BUT ONLY IF I WANT TO WATCH IT”

¿Se ha dado usted cuenta de que la mayoría de las noticias no tienen nada que ver con su vida?

La información de los medios alimenta preocupaciones innecesarias en su mente. La llena de datos e imágenes de problemas y tragedias acerca de los cuales usted no puede hacer nada. Pero, me dirán, hay que saber qué pasa en el mundo. Primero que todo, no “hay que” nada, es sabiduría elemental y básica de niño mimado. Y segundo, hay una pregunta mucho más interesante: ¿qué pasa en mí? Porque cada cual puede decir, con pleno derecho: soy el centro de mi universo, y esta no es de mimado sino de iluminado, modestia muy pero muy aparte. ¿Qué pasa en mí? En mi cuerpo, en mis relaciones, en mis pensamientos, en mis sensaciones, en mis percepciones. ¿Qué es lo más cercano? ¿Cuáles son mis prioridades? Cuando hablo de cercanía, no me refiero a distancia física. Después de todo, si usted es un astrónomo y le apasionan las estrellas y las galaxias, seguro éstas serán para usted bastante cercanas porque todos los años luz que las separan existen en su conciencia, en su interés, en su pasión, de donde ninguna distancia las separa. Y bueno, si es periodista, las noticias también serán para usted algo cercano. Y seguro hay periodismo serio que va en profundidad, analiza las relaciones de los elementos de la historia o la noticia y se basa en una cierta imparcialidad. Pero me refiero más en esta reflexión a la cháchara interminable, al bombardeo de datos superficiales que crean drama y preocupación en la mente de los usuarios de los medios. Hay un apetito por este tipo de información, que es también comparable a la comida chatarra. Porque es fácil de saborear y de tragar, pero, a la larga, produce indigestión y no nutre de a mucho. Así que voy a contribuir yo también con mi noticia antiperiodística, concebida como una medicina neutralizadora, como un digestivo que ayude a contrarrestar la pesadez de la superficialidad. El titular es: “Lo último y lo único que hay que saber sobre Trump y Kim-Jong-un”. Mis corresponsales en el mundo de la desinformación me informan que estos dos son “como niños de tres años, enfermos de poder, jugando con juguetes peligrosos. ¿Quién es el más machito? ¿Quién la tiene más grande? ¿Cuál de los dos tiene el misil más penetrante y destructor?

Desde mi perspectiva de introversión suprema, son un par de tarados y me asombra que tengan tanta audiencia. Claro, debe ser por el poder destructivo de sus juguetes. Y también debe ser porque el estado de conciencia determina la preferencia por ciertos alimentos e informaciones. La humanidad en su mayoría prefiere el drama, los juegos de poder; y entre más grandes estos sean, mejor. Y así se pone demasiada atención en los conflictos entre potencias, entre deportistas de primer nivel, en lo aparatoso, visible, “grande”. Y este conflicto particular involucra al país más poderoso del mundo, que es también el más contaminado y contaminante, el más manipulador y manipulado, aquel con la población más drogada y sobrealimentada, el que más consume y el que tiene el presidente más imbécil. O bueno, esto último no es tan definitivo, es ciertamente discutible: hay varios que se disputan, con méritos innegables, esta posición. Y antes de que me exalte demasiado me detengo, por miedo a que si se enteran de las otras generalizaciones superficiales, banales y por lo mismo potencialmente insultantes, que tengo en mente, me quiten la visa (sí, lo reconozco, me gusta tener abierta la posibilidad de visitar el primerísimo mundo); o, peor aún, dirijan un misil aquí a mi cuarto, afectando a mis conciudadanos, una vez que la CIA determine mi ubicación. En el mundo de la desinformación hay que ocultar las fuentes a toda costa. Pero antes de terminar diré que “lo más de lo más” sólo es tal si yo digo que lo es, que lo que me pasa, mi vida cercana, es más importante que estos dramas ajenos y ridículos. Lo dijo mucho mejor y con más modestia y poesía Pessoa:

El Tajo es más hermoso que el río que pasa por mi aldea,

Pero el Tajo no es más hermoso que el río que pasa por mi aldea,

Porque el Tajo no es el río que pasa por mi aldea.

Así que, queridos lectores, mi recomendación y mensaje principal de esta reflexión, es que se concentren en el río que pasa por su aldea. Pero tampoco me tomen muy en serio y si quieren ver noticias rápidas y superficiales, háganlo sin ningún remordimiento de conciencia. Porque también lo superfluo es esencial para que la esencia no resulte superflua.

 

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