Umpalá

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Doce malas razones a favor de las corridas de toros.

Yo creo haber estado en contra de la corrida desde siempre. Puede que no, pero cuando Pepe Cáceres murió (yo tenía nueve años) recuerdo que me daba pena que dijeran que él era del Tolima (o sea de mi tierra) y recuerdo estar contento.

Que mi familia cercana (o sea madre y hermana) no era la única para la que le parecía justo que los toreros murieran de vez en cuando, vine a darme cuenta cuando escuché a Dilson Díaz, de La Pestilencia cantando, « Torero cobarde, ojalá que el próximo toro te saque las tripas », deseo que sigo teniendo y por el que pido al cielo cada vez que un matador en alguna parte del mundo entra a la arena.

OLE de La Pestilencia http://www.youtube.com/watch?v=6R_b_rosJNA

Que éramos cientos y no sólo los fanáticos de La Pesti los que pensábamos eso, lo supe en una marcha en la que punks y no punks (sobre todo no punks, madres, abuelos, universitarios, trabajadores) intentamos bloquear la entrada de la camioneta que llevaba a los toreros a una de las plazas de Bucaramanga. Ciudad que tiene dos. Dos más de las que necesita.
En esa marcha, la policía repartió bolillo. Los debía mandar el alcalde que asistía. Que como la mayoría de los alcaldes asiste a las corridas de toros porque a ellas va gente que tiene plata. O sea, que pone votos.
Así que no puedo sino alegrarme con el anuncio del alcalde de Bogotá quien, contrario a una tradición de lo mejor de la clase política colombiana, no hará uso del derecho de palco en la temporada taurina que comienza y más aún, de que ni el Distrito ni las empresas distritales patrocinaran la fiesta que, como título ayer El Espectador, nos tiene a todos bravos.
Bravo por Petro. Dos orejas.

No voy aquí a hacer una lista de mis argumentos, sino de los de las personas de bien que salen a controvertir la decisión legítima de Petro. La hago no para evitarme la discusión, sino para que no nos repitamos en lo que vamos a discutir. Porque los argumentos que los defensores de la tauromaquia sacan a relucir hoy son los mismos que le decían a mi madre en la época de Pepe Caceres y a mí en la de Dilson Díaz.
En la marcha de Bucaramanga no. Allí no había argumentos sino bolillo.

1) « El toreo hace parte de nuestras tradiciones »
No. El toreo no hace parte de nuestras tradiciones porque en Colombia no había toros. Ni vacas. Los trajeron los españoles y la primera corrida no se realizó hasta bien entrado el siglo XVI. Bogotá no tuvo una plaza de toros hasta 1890. El tejo es una tradición nuestra. O la chicha. O el mapalé.

2) « Sin embargo hay que preservarlo porque es una costumbre ancestral»
No. Los sacrificios humanos son una costumbre ancestral o lo fueron para algunos pueblos. La amputación del clitoris para otros. Las mentalidades evolucionan, las sociedades cambian, de lo contrario aún estaríamos lapidando adúlteras y considerando que podíamos comprar y vender indios y negros.

3) « El toreo es un arte »
No. No me voy a enredar con las definiciones de Arte (son miles) pero suelen pasar por conceptos como « obra del espíritu”, “Estética” o « Humanidad » (con mayúscula). Por generosas y abiertas que sean ninguna llega hasta el toreo. O si se quiere ver así, ninguna definición de arte aparte de las dadas por los defensores de la fiesta brava, la incluye. Usted no necesita ser melómano para admitir que la música es un arte o lector para reconocer que la literatura lo es, pero sólo los apasionados del toreo le ven ese valor artístico.

4) « El toreo es un arte » (versión 2: Porque es bello »)
No, pero y si lo fuera qué tiene de interesante un « arte » que no se renueva. La pintura, el cine y los comics dejan de buscar nuevas rutas, nuevas formas de expresión para mostrarnos diferentes facetas del ser humano. La corrida se repite. Hay « estilos » pero nunca innovación.

5) « El toreo es un arte (versión 3: Mire las obras de Botero y Picasso)
No, las pinturas de Botero y Picasso son un arte. No los temas. Nadie consideraría que el bombardeo de Guernica o las torturas de Abu Ghraib son un arte porque Picasso y Botero los representaron.

6)« Pero usted debería encontrarle el gusto, sabiendo que Hemingway amaba el toreo »
No. Yo admiro la manera de escribir de Hemingway, pero desde que me di cuenta que Dios no existe (y eso fue un peso de menos) no me quedaron ganas de estar idolatrando a nadie. Por eso, aunque admiro la pintura de Moureau, nunca he pensado reconvertirme al cristianismo místico y no por qué Chespirito me hizo reír toda la infancia, me voy a adherir a sus posiciones públicas ultraconservadoras. Tampoco porque Tom Cruise me parezca un papacito y la música de “Misión Imposible” me traiga buenos recuerdos, voy a estar de acuerdo con la Cientología.

7) « El toreo es un combate en el que el torero arriesga su vida y muestra su valentía »
No. No hay honor en un combate arreglado y sólo cuando ocurre un accidente, y todos los guardaespaldas en la arena que son los banderilleros tardan en reaccionar, el torero puede perder la batalla. Si fuera un combate justo, el torero se presentaría solo frente a un toro saludable y no herido con una lanza por la espalda y con arpones que se le hunden en la piel cada vez que se mueve. La prueba de que existe algo de honor sería que en el cincuenta por ciento de las corridas, el muerto fuera el torero.

8 ) « Gracias al toreo se preserva la especie de los toros de lidia »
-Aparte que un argumento ecologista en boca de un aficionado a los toros, nunca podrá ser honesto-
No. Los cristianos no se acabaron cuando dejaron de tirárselos a los leones. Los toros están lejos de ser una especie en vía de extinción y si ese fuera el caso, los fondos públicos que se destinan a patrocinar las corridas bastarían de lejos para lanzar programas de protección.

9 ) « El toreo es un deporte ».
No. Aunque se puede alegar que el principal rival de un deportista es el mismo, en lo que respecta a la competición deportiva, donde hay dinero y patrocinadores y medios y público y escenarios públicos, el hombre se enfrenta a otros hombres que aceptan participar en él. Por eso el boxeo, por violento que sea, es un deporte y las peleas de gallos y el rodeo son apenas « espectáculos »

10)« El toreo es un espectáculo popular »
No. Los colombianos no son grandes aficionados al toreo, que se practica sólo en algunas ciudades y durante una corta temporada del año, por la simple razón de que nadie podría llenarlas si abrieran todos los domingos. Las corridas, a diferencia del fútbol, se transmiten rara vez en directo y el valor de la pauta, que depende de la audiencia, es mucho menor, al punto que la televisión española dejó hace más de seis años de incluirlas en su programación. También en España, una encuesta de Gallup, mostraba que apenas el 10% de quienes contestaron se declaraban « muy interesados » por la corrida. Supongo que en Colombia el porcentaje es mucho menor.
Los verdaderos aficionados son una élite, que a juzgar por lo que se puede ver a la entrada de una corrida está compuesta a mitades por familias tradicionales a muchas de las cuales no les queda más que un palco para dejarse ver y nuevos ricos, que son los ganaderos. Al resto de los colombianos las corridas de toros no les harían más falta que las carreras de avestruces.

11 ) «Tenemos el derecho porque somos una especie superior »
No. No lo somos. A pesar de que ese fuera el argumento dado por el autor Fernando Savater, que hablando de toros asume la misma pose de gurú que en ese ensayo mediocre que es « Ética para Amador ». Somos una especie, entre otras, y si tenemos ciertas capacidades, éstas nos dan también responsabilidades. Si « Somos los más fuertes y los más inteligentes» fuera una razón válida, la cuestión de la ética perdería toda relevancia y los antitaurinos, en posición de fuerza y más inteligentes tendrían la legitimidad de linchar a esa especie inferior que son quienes apoyan la corrida.

12) «Si la prohibieran, tendrían que prohibir la carne »
Bueno, que la prohíban. Yo llevo cuatro años sin comer carne y no me ha hecho ninguna falta. Rompería mi abstinencia, a lo mejor, con torero muerto “en su honor” y si alguien me hiciera un retrato en ese momento, los promotores de la corrida tendrían que admitir que es arte y es más un arte en el que se representa la costumbre ancestral del canibalismo. Así cumpliría con las otros once argumentos con los que siguen defendiendo ese espectáculo que, así les duela, en Bogotá tiene los días contados.

en Twitter @r_abdahllah

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