Tíbet de Suramérica

Publicado el tibetdesuramerica

El Nuevo Tíbet de Suramérica

santosrouseff

 

 

En 1974 Alfonso López Michelsen pronunció la famosa frase que serviría para retratar la Colombia del siglo XX y, de paso, para dar nombre a este blog varias décadas después. En efecto, durante muchos años Colombia se caracterizó por ignorar, de manera obstinada, el contexto internacional y dar la espalda a un mundo que se conectaba de manera dramática gracias a la tecnología y la economía, los principales motores de la globalización. El Tíbet de Suramérica fue la metáfora perfecta para llamar la atención sobre nuestra desconexión con el mundo exterior. No fue suficiente el shock de la pérdida de Panamá a principios de siglo para querer salir de nuestro ensimismamiento y forjar una estrategia integral, una «actitud» comprensiva ante las diversas situaciones en el escenario internacional.

 

Lo más cercano a una perspectiva en este sentido fue el llamado «respice polum» de Marco Fidel Suarez, cuestionado después por el «respice similia» surgido en el clima de la siempre frustrada integración latinoamericana. Por lo demás, solo ha habido postulados generales sobre la necesidad de integrarnos con el planeta para dejar de ser parias (Tíbets, diría López Michelsen), la importancia de fortalecer lazos con el vecindario, la conveniencia de insertarnos en la marea del libre comercio internacional y, en los últimos años, la urgencia -tardíamente reconocida- de llegar a Asia, ojalá en bloque con países afines.

 

 

Aunque en los cuatro últimos lustros Colombia ha extendido sus lazos con otros países y organizaciones, aún sigue vigente -si bien en menor medida- la imagen del Tíbet, pero ya no desde un punto de vista jurídico (tratados) sino más desde la ocasional incomprensión de nuestra realidad geopolítica, el funcionamiento de las organizaciones internacionales y el mismo Derecho Internacional. La dolorosa evidencia de esta desconexión viene con la reciente pérdida de 75.000 km2 de mar con Nicaragua. Pasados 15 meses desde que la Corte Internacional de Internacional decidió el litigio, Colombia, que se veia a sí misma como un Goliath, no ha sabido reponerse del golpe que el David centroamericano le propinó. Menosprecio hacia Managua, fallas en el diseño de Cancillería, intereses cortoplacistas de los gobernantes de turno y una sofisticada negación del riesgo fueron los causantes del aciago fallo del 19 de noviembre de 2012.

 

Tampoco parece claro cómo lidiaremos con la Corte Penal Internacional cuando el Estado firme un acuerdo con las FARC y se les exima de la cárcel por sus delitos (como se viene anunciando), varios de los cuales se encuadran dentro los crímenes tipificados por el Estatuto de Roma. Si bien en conflictos como el colombiano debe aplicarse la justicia transicional, no es menos cierto que este recurso extremo tiene sus límites. Y la CPI ya ha dado algunos campanazos. Estas y otras muchas situaciones, como ignorar el peso de Brasil en la región, imaginarnos como líderes regionales o ese ingenuo intento de mediar en las negociaciones entre Palestina e Israel hace dos años, demuestran que la incomprensión del mundo no se resuelve solo con firmar tratados de libre comercio e ingresar a organizaciones internacionales.

 

Por esa preocupación surge este blog. Desde este espacio haremos seguimiento a nuestra Cancillería, analizaremos eventos externos que nos pueden afectar y, de vez en cuando, hablaremos sobre temas internacionales relevantes pero que no despiertan ningún interés en la agenda nacional, tal vez porque aún seguimos siendo un Tíbet que se resiste a comprender el mundo exterior.

@JulianHuertas_C

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