Tejiendo Naufragios

Publicado el Diego Niño

Días azules

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Reseña de la novela El día de los dos goles de Jerónimo García Riaño. Calixta Editores.

Dulce la edad en la que el mundo cabía en tres cuadras y en la que el futuro era una entelequia de adultos. Terrible la edad en la que el amor era un estallido en el pecho, un puñetazo en las cañerías del alma, una fractura en las canillas de la vida.

Justamente el amor y la niñez son los temas que aborda El día de los dos goles.

Afortunadamente la niñez no se construyó con el recurso fácil de poner niños que arrastran juguetes y muñecos de felpa al lado de adultos con papel protagónico. Por ese camino sólo se llega a una comparsa de figurines que no tendrían el alma ni la alegría de los niños. Jerónimo, para que la niñez se viva en cada página, construyó un narrador a la escala de los niños: corretea con el balón, toma chocolate a las seis de la tarde, se sube a los árboles, sigue el camino de las hormigas, se ensucia las manos, se asusta en las noches. Pero a veces el narrador da paso a los niños para que cuenten la historia desde sus perspectivas. Esa conjugación de un narrador a escala, tejido con la voz de los protagonistas, hace que los niños surjan como si fuera imposible que no estuvieran allí. También se hace inevitable el escenario: juguetes, osos de felpa, casetes, discos de vinilo, grabadoras, balones de fútbol, casas enormes y adultos que parecen sombras.

Para ilustrar lo dicho, citaré un fragmento de la novela:

Ángela era prima de Mauricio, tenía ojos claros y un pelo liso y rubio que le llegaba hasta la cintura. Muchos amigos de David perseguían su cariño, pero ella, como los villanos, llegaba siempre al poste de la salvación.
—¡Espéreme! —dijo Ángela —Le voy a presentar a alguien.
David entendió que no podía existir otro “alguien” que no fuera la niña que se bajó del carro. Quiso salir corriendo, esconderse. Pero el miedo y la curiosidad lo dejaron confundido frente a la puerta blanca, esperando la sorpresa.
El ruido de unos pasos que bajaban por las escaleras se hizo más fuerte, David lo confundió con los latidos de su corazón. La puerta se abrió y Ángela le dio un pequeño beso de saludo en la mejilla. David también la saludó. No escuchaba lo que le decía la niña, solo miraba hacia el fondo de la casa. Le pareció que el segundo ruido de los otros pasos era mucho más fuerte. Primero vio bajar unas zapatillas y unas medias cortas, luego dos delgadas piernas interrumpidas por una falda, y al final unas tiras que aferraban la falda a una blusa. Todo era blanco.
—Le presento a mi prima Sara —dijo Ángela.

Como se vio, en el anterior fragmento empieza a dibujarse el primer amor, que es el motor de la novela. Ese amor es impactante, doloroso y conflictivo, como debe ser el primer amor: ¿quién no se aturde con un sentimiento que desorienta todos los relojes, que enloquece todas las brújulas? Jerónimo construye con inteligencia el amor desde el temor y la desorientación de David. Es un trabajo paciente, cuidadoso, en el que cada detalle suma a la tensión que crece hasta que concluye el día que Colombia juega con Alemania.

El partido de Colombia-Alemania no es casual. Es un elemento de los años noventa, época en la que transcurre la novela. El autor recrea el inicio de los noventa con pulso de prestidigitador. No sólo se vive en la música de casetes que giran en grabadoras y en películas de betamax, sino en el escenario, en las palabras, en los sucesos.

Dicho al margen, me encantan detalles como que la cinta magnética se doble o que los niños rompan pedazos de papel para poner en la esquinas del casete (única forma de grabar). Quizás le faltó la clásica escena de la cinta emergiendo de la grabadora como una marea negra.

Pero no se trata solamente de la época; también del espacio: sin que se diga explícitamente, se siente que los hechos suceden en una ciudad pequeña, acaso un pueblo de tierra caliente. Hay sol, flores, árboles, riachuelos. También hay tranquilidad y sosiego, patrimonio de los pueblos y ciudades pequeñas.

Esta novela es perfecta para niños y jóvenes porque el lenguaje es asequible, transcurre en su universo, no es extensa, el tipo de letra es amigable y otros detalles que no enlistaré. También es ideal para quienes nos gustaría recordar los días en los que el mayor problema era la amenaza de la mamá o el regaño de la profesora. Aquellos días azules en los que el amor no necesitaba de redes sociales ni de intermediarios virtuales.

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Jerónimo García Riaño: Egresado del Taller de Escritores de la Universidad Central y del Taller de Novela Corta, Fondo de Cultura Económica. Ganador del primer Concurso Nacional de Cuento Breve, Revista Avatares 2011, y finalista en los Premios Nacionales de Literatura, modalidad cuento, Universidad Central 2012, y del IV concurso de cuento corto Museo de la Palabra, en España. Autor del libro de cuentos Corazón de araña negra, publicado por la editorial Corazón de mango, 2017.

El día de los goles se lanzará en el marco de la Filbo 2018. El evento se realizará el domingo 22 de abril en el auditorio Madre Josefa del castillo a las tres de la tarde. El autor conversará con Andrés Mauricio Muñoz (cuyo libro Hay días en que estamos idos fue finalista del IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana).

La novela se puede conseguir en el Pabellón 3, stand 333 (primer piso).

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