Solteras DeBotas

Publicado el Solteras DeBotas

Una película porno en mi cabeza

Amantes - rosa

Confieso que al comer jamón serrano me siento muy española y mi mente vuela hacia una retorcida escena de erotismo sofisticado pero tan lascivo que irremediablemente me imagino en una película de Bigas Lunas  cuyo protagonista Javier Bardem me hace cosas deliciosamente indecentes (En mis sueños Él no está casado ni tiene 2 hijos)

Puedo llegar a ser muy traviesa y creo que hay mejores historias en mis pensamientos y realidades que las mostradas en aquellos canales de cine porno que están diseñados para el placer troglodita, con rubias de tetas infladas, hombre de penes gigantes y coitos tan exageradamente laaargos que en vez de excitar dan sueño.

Obvio que las películas siempre tienen el toque de fantasía y efectos especiales, pues el repartidor de pizza nunca va ser tan musculoso y tú nunca lo vas a recibir en baby doll, por eso considero importante no olvidar la esencia que es menos complicada y muy efectiva, un polvo es más goce y menos parafernalia.

Otro detalle para criticar son las patéticas escenas de orgasmos fingidos y voces pregrabadas diciendo OH MY GOOOOD, en lo personal pienso que son un mal chiste y considero que la industria del porno debería tener control de calidad, sobre todo una supervisión exhaustiva por parte de las féminas, pues durante años hemos sido las grandes damnificadas y contradictoriamente protagonistas de las fantasías masculinas, pero unas simples extras si del placer propio se trata, algo que en parte es nuestra culpa por haber sido tan mojigatas.

 Directora cine porno

Con una amiguis en una tarde de conversa y café, empezamos a botar corriente y a  imaginarnos como sería dirigir una película triple XXX desde el punto de vista de una mujer sensible. Entonces vimos con preocupación aquellos títulos que utilizan en ciertos largometrajes por ejemplo: “Colegialas en Celo” o “El mayordomo la tiene grande”  y luego pensamos que obviamente el nombre de nuestra opera prima tenía que ser poético y surgió la cursilería de “Pasión Veraniega en la Villa de Eros”

Como protagonista masculino buscaríamos un tipo, no muy alto no muy bajo, además quedarían descartados del casting aquellos con pinta de fisicoculturistas que no tienen cuello, tampoco elegiríamos a uno demasiado flacuchento… mejor dicho el sujeto sería bastante atlético y lo más importante es que tendría ojos grandes y expresivos como los de Jonathan Rhys Meyers. Sobre el tamaño del pipí es obvio que no quisiéramos ver un mini-chito o llegar al extremo de una anaconda.

Las escenas previas al polvo estarían llenas de coqueteo y miradas intensas con ojos de deseo pero también de serenidad;  infaltable una conversación interesante con cierta carga emocional en donde la mujer hablaría con libertad, no obstante lo más sensual  de todo sería ese galán que sabe escuchar.  (En este punto de la película los espectadores masculinos ya estarían dormidos o cambiarían de canal)

Luego del jugueteo erótico y una generosa sesión de sexo oral (el hacia ella), sucedería el tan anhelado coito con una duración normal-real y no de 3 horas. Para cerrar con broche de oro aquel momento, la escena no terminaría con un aparatoso derrame de esperma sino con un abrazo y el respectivo arrunchis.

Pensándolo bien, las imágenes de todas las barbaridades que escribí se ven mucho mejor en mi cabeza y siendo realista la película “Pasión Veraniega en la Villa de Eros” sería un fracaso de taquilla. Así que mientras tanto a conformarse con el soft porno de media noche y deléitense con las escenas calientes de True Blood.

Sin embargo la conclusión más importante de mi aventura como directora de cine-arte-porno-rosa, es que las mujeres queremos profundidad y cuando digo profundidad no hablo solamente de penetración sino de compenetración.

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