Solteras DeBotas

Publicado el Solteras DeBotas

Sexo sin seso

Relaciones pareja

Luego de comerme un pedazo gigante de torta de chocolate y mirar con ojos desorbitados aquel plato vacío (Me tragué hasta las migas) llegó el temido sentimiento de culpa para apoderarse de mis pensamientos, recordándome toda la cantidad de azúcar que se iba a depositar en diferentes partes de mi cuerpo, además del rebote en el estómago que cerró la escena.

A veces suelo tener mis lapsos de reflexiones medio-profundas pero baratas y con tono existencial me dije a mi misma: En qué momento algo tan divino y placentero como un dulce, se convirtió en una porción de amargura?  Pues en el instante en que hacemos cositas sin pensar en las consecuencias… Igualitico nos pasa con el sexo.

Aunque siempre he sido defensora del placer y hasta he llegado a creer que en una reencarnación pasada fui una de esas hippies con flores en la cabeza, que andaba tetiboleada y sostenía una pancarta que decía “Haga el amor y no la guerra”.  Pienso que una vaina es echarse un polvo desconectándose por unos instantes de las preocupaciones y otra muy diferente es echarse un polvo desconectando el cerebro.

Acostarse con alguien es el resultado de muchas ganas, química y oportunidades que se nos ponen en bandeja de plata (Como mi postre), pero habrá ocasiones en las que será conveniente el predominio del homo sapiens y no del australopithecus que llevamos debajo de los pantalones o las faldas.  Porque al día siguiente cuando mires con sorpresa a la persona que está al lado de la cama, te llevarás las manos a la cabeza repitiendo la frase: Que hice, que hice!  y la voz estéreo de tu conciencia susurrará que tienes voluntad de puta…literalmente.

No me quiero convertir en asexora o consejera online y mucho menos que este blog se vuelva como esos textos jartos de superación que encuentras amontonados en una pirámide de libros en promoción de pague 1 y lleve 3.  Pero mi naturaleza femenina me recuerda que tengo un gen especial para echar cantaleta y  lo pienso utilizar en el acto.

Amantes

El mayor favor que pueden hacerse al momento de tener sexo, es no equivocarse de interruptor: El corazón se coloca en Off pero el cerebro nunca se debe apagar… Bajo ninguna circunstancia.

Lo cierto es que la carne suele ser muy débil y no estamos exentos de vivir alguna situación de sexo sin seso:

El polvo de despedida: Terminaron la relación de forma abrupta y traumática, supuestamente no se volverán a ver nunca más en la vida,  se quisieron mucho pero también se odian, primero se insultan diciéndose hasta de que se van a morir y luego la ropa vuela de un lado a otro sumándose al vaivén de sentimientos encontrados. Y después no faltará alguno de los dos, bien desubicado que pregunte: Bueno y en qué quedamos? El típico caso del sujeto nefasto que nos hace daño pero no somos capaces de sacarlo de nuestra alcoba.

En estado de embriaguez: Si alguna vez escucharon la canción de Proyecto 1, “Yo no soy grillero, sí señor, Yo no soy grillero”, saben a lo que me refiero cuando los embellecedores empiezan a surtir efecto y sobre todo los hombres empieza a ver las chicas re-buenas puesto que la visión se nubla por el alcohol.  Si bien, uno puede acostarse con quien se le venga en gana y todos: Bonitos, promedios, exóticos y feos tenemos derecho a disfrutar del sexo;  el problema surge cuando no se está consiente y con una embriagada imaginación el tipo cree que su amante de turno se parece a Megan Fox… pero en una versión restaurada del Ecce Homo.

Sexo de despecho: Cuando se tiene rabia y estamos en modo: ardido, uno de los impulsos locos que pueden pasar por la mente, es coquetear con el primero que se atraviese en el camino, pero otras féminas van más lejos y no solo flirtean, sino que se acuestan el prospecto de turno. Porque surge el afán de sentirse deseada o bonita y como ñapa buscamos que nuestro Ex se entere de lo que pasó, pues estúpidamente creemos que le haremos daño.  Si la motivación de echarse un polvo es más pensando en herir a otro y no en el placer de una buena compañía, al final no será tan divertido como creían.

Peor es nada: Hay gente que nos gusta demasiado, algunos cuantos que nos caen como patada en el hígado y también existen esos niveles intermedios de prójimos que nos atraen un poquito pero todavía no nos convencen de a mucho. Por lo general son demasiado buena gente, demasiado nobles y se les nota la traga por nosotros.  Y luego un día de aquellos en donde surgen los ataques de soledad y la única persona que está cerca es precisamente el tipo o la chica que no nos gusta tanto, entonces decidimos probar cómo nos va en la cama, con la esperanza que hasta de pronto resulte buen catre.  Que por lo general no es así y terminamos huyendo cuando encontramos alguien más excitante, rompiendo las ilusiones del otro que ya se estaba imaginando una vida juntos, dos hijos y una casa con jardín.

Con la pareja del mejor amigo: Este último caso puede ser la combinación de algunas de las variables anteriores, por ejemplo altos grados de licor, despecho y el caldito de emociones hervidas; casos se han visto de algunos hombres que tratando de ser buena gente se dedican a consolar a la novia de su parcero, luego de una terrible pelea entre ellos. Siendo entendible que no es fácil hacer el papel de paño de lágrimas cuando se tiene pene y para rematar la tipa esta buenísima y lo abraza fuertemente recostándole su pecho mientras llora como gata herida.  En esos instantes el sujeto debe pensar en tomar una ducha con agua fría… todo sea por mantener una amistad.

Illustration from Woman's Home Companion, 1923. --- Image by © Blue Lantern Studio/Corbis

Y si de brutalidades a la hora del sexo se trata, lo peor es cuando olvidamos utilizar protección y no solamente me refiero a condones o pastillas que son importantísimas para evitar situaciones embarazosas o enfermedades nada chéveres.  También hay que proteger los sentimientos y la dignidad, porque acostarse con alguien debe ser gozoso, tanto que al día siguiente nos traiga buenos recuerdos y no remordimientos bien hijuemadres.

La torta de chocolate que devoré, me recordó esas situaciones aparentemente deliciosas, empalagosas y encantadoras, que mientras más capas de dulce veneno saboreas, más son los deseos de comerla pero obviamente sabemos que el exceso traerá una diarrea segura.  No saber parar a tiempo nos ocasiona muchos dolores de estomago y de corazón. En el sexo es similar a la comida, hay cosas que no podremos tragar pues tarde o temprano sufriremos de indigestión.

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