Solteras DeBotas

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Prosas para él

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“En verdad lamento ser tan difícil, esa es la única palabra que encuentro para definirme, difícil en cuanto a mi forma de ser, mi manera de pensar, soy difícil de tratar, de querer, de soportar, créeme, sé que lo soy”   

Jaime Sabines

Bloguero Invitado: Gustavo Adolfo Zapata Múnera

Monólogo

¡Lo sé! sé bien que soy poco detallista, no llamo a nadie ni para quejarme ni para saludar, recuerdo los cumpleaños de personas conocidas, pero no escribo ni llamo para felicitar. ¡Lo sé! soy bastante simple, independiente, solitario, de muchos conocidos, cantidad de compañeros y nada de amigos. No salgo a rumbas, no soy nocturno, no tengo dinero y no sé en qué se va.

¡Soy adicto al café y a mi soledad!

Amo estar en esta casa que no es mía, pero que valoro y aprovecho, amo los fines de semana con mucho por hacer y sin ganas de nada, amo dormir hasta más no poder, salir cuando quiero, encerrarme todo el tiempo y sacar excusas perfectas cuando hay un plan de amigos o una reunión familiar.

A veces quiero estudiar y otras veces vagar las calles de esta ciudad, perderme, olvidarme, esconderme, borrarme y no regresar…

¡Lo sé! Dicen que soy “raro” porque escucho «música de ancianos» y no la música sin sentido de hoy. Reconozco que le temo al amor y a la vez quisiera saber qué se siente, he sido novio, amante, doble amante y así me considero virgen. A veces soy blanco y negro y otras veces gris, suelo dejarme criticar y adoro esos días que amanezco con el verbo suelto.

Dicen que soy creído, orgulloso, vanidoso y hasta rico, cuando en verdad sólo tengo miles de complejos, errores, problemas, defectos e imperfectos, simplemente que con el tiempo aprendí a fingirlos con una sonrisa y no a quejarme ni a llamar la atención cortándome las venas, digo, las muñecas, pero a la final eso somos todos los seres humanos ¡máscaras! que fingen estar bien en este mundo que hastía y que a veces provoca suicidar.

¡Lo sé, ese soy yo!

Llegaste Tú

Volver a sentir algo que se creía muerto, volver a sentir cómo se agita la piel, cómo el aire presuroso estremece tus pulmones y tus nervios parecen un fusil.

Volverlo a sentir, es sentirse joven, ¡más joven! que las miradas fugitivas se encuentren, que las sonrisas se dibujen en la oscuridad, sentir cómo arde en fiebre ambos cuerpos mientras tu vientre es una diosa afortunada revestida de mariposa, acompasada con cada caricia, cada labio, cada palpitar, cada respiración y la emoción rolliza.

Volver a sentir algo que se hacía muerto es finalmente volver a vivir…

Se fue

Vuelvo a escribir y a recordarte en esta tarde gris, con el frío del pueblo viejo del que un día partí.

Vuelvo a escribirte, a recordarte con el café, con la música, con la puesta del sol, con los amaneceres y sus olores a rocío, a pino, a madera húmeda, a hierba recién cortada, a frío y a soledad.

Muere esta tarde mientras mi alma se arruga y muere también. Este pueblo revuelve emociones combinando la nostalgia con lágrimas y soledad, veo como los sauces llorones cerca al río lloran también, al verme llorar.

Miro el cielo y ya no encuentro consuelo, sólo puedo implorar y preguntar ¿por qué?

A veces pienso que fuiste mentira, sólo un espejismo en este desierto soledoso con deseos de amar, de amarte… pero me reconforta saber que esta existencia marchita no será eterna, pensar que un día me reuniré contigo en algún lugar de este mísero universo, o en la nada… pero espero estar cerca de ti.

 Por ahora bebo mis lágrimas en el café…

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Soledad

Esta noche pensé que el cigarrillo esfumaría los pesares del alma y que el café intoxicaría esta soledad añeja, pero al contrario, estoy viendo como la soledad danza dichosamente en el humo que exhala mi garganta y que mis aflicciones se tiñen del color de mi café, llegando a mi vientre y provocando miles de sentimientos como estas ganas de llorar; veo como las paredes de este apartamento se vuelven oscuras estimulando un invierno aquí.

¡Dios mío, viene alguien! esta sala está empapada de lágrimas, truena y relampaguea ¿qué voy a decir? sé que no van a creerme cuando diga que un huracán acaba de pasar y volcó la casa, que lo único que ha permanecido es mi soledad, el silencio, un cigarrillo y mi café.

Seré castigado injustamente, nadie cree en ese demonio llamado Soledad, un demonio seductor que se ha enamorado de mí, que suele besarme en las noches con sus labios viejos, que me obliga a acariciar sus senos y a lamer su piel, que me hace susurrar su nombre en las noches más frías, cuando mi alma está afligida y quiere liberarse de este cuerpo triste, que lo único que hace es poseer Soledad…

Sin ti, sin mí

Hay días donde todo está realmente desordenado. Abro los ojos por pura monotonía y por control de los dioses primitivos, que mecánicamente manipulan a su antojo esta existencia tan sombría. Pero sé perfectamente que es mejor dormir y entrar en un reposo profundo de paz absoluta.

Hoy la casa está más desordenada, hablo de mi casa interior, se respira un aire de soledad continua y el viento que sopla por las ventanas danza dichosamente entre las cortinas añejas y curtidas.

Alcanzo a ver un sol triste que despilfarra una luz tenue entre las multitudinarias nubes grises; busco café, pero parece que nadie habitara esta casa, las tazas están quebradas y no encuentro ni un grano de él.

Miro por la ventana, respiro el frío doliente de este pueblo, las nubes cargadas amenazan con tempestad y a mí me da igual estar en casa o por fuera, porque en ambas partes hace frío, truena y relampaguea, más yo me jacto al ver la estúpida gente como se moja.

Con desgano busco la ducha mucho después de huirle, me miro en el espejo y me asombran unas grandes ojeras, creí que daban por el insomnio del cual ya no sufro, ahora duermo para crear mi propio invierno. En la ducha admiro la languidez de este cuerpo, su frivolidad juvenil tan llena de hambre… se erizan los vellos pese al agua, el abdomen se contrae provocando un calambre intenso en la cintura, los dedos de los pies se aprietan con fuerza, la mandíbula se torna firme y oprimida, mientras la mirada se alza como súplica al cielo, tras un suspiro agudo de alivio intenso, acompasado de la combinada espuma blanca que se escurre frenéticamente entre mis piernas.

Finalmente enciendo un cigarro, el reloj marca las 8:46 de la noche, el día se deslizó de la nada entre mis manos, el teléfono no ha sonado, sólo se escuchó el envío de un «te amo» que ha quedado en visto e ignorado.

Es de noche y él no está, extraño esos días cuando el Universo conspiraba a mi favor y te tenía en la cama muy cerca de mí…

Desesperado

Va llegando la noche y yo apenas despierto con los ojos aguados y la tristeza a flor de piel. Cada molécula de mi cuerpo grita tu nombre y me duele esta tarde noche con tus recuerdos, y me duele cada canción que me recuerda a ti. Mi cabeza piensa miles de cosas a la vez y sólo logro escribir desesperadamente lo que puedo poner en orden. Sólo sé que estoy sentado en mi cama mirando la pared y extrañándote, odiándome por no haberte besado las entrañas, el alma y toda la piel de día y de noche, cada hora, cada minuto y cada segundo que pasa, cada rato, todo el tiempo… pensar que te tuve entre mis manos, pensar que era yo el que te acariciaba la espalda y contemplaba tu rostro como mi dios, pensar que era yo el que dormía dichosamente como un niño con la cabeza en tu pecho impregnado de tu aroma.

Cómo desea el alma estar de nuevo junto a ti, ¡cómo te deseo!, ¡cómo te añoro!, ¡cuánto te amo y cómo te extraño! ¡Cuánto te extraño! Cuántas palabras he despilfarrado tratando de convencerme que te he olvidado, ¡cómo te he llorado!, cuántas lágrimas he derramado los últimos meses hasta los ojos quedar áridos y las mejillas agrietadas. ¡Cómo te extraño y cuánto te amo!

Eres el primer pensamiento en la mañana deseoso de un beso de buenos días y hasta del café, eres mi pensamiento en la calle, en el transporte y hasta en el trabajo donde ya no puedo más; eres mi pensamiento en las tardes de regreso a casa anhelando llegar a besarte y abrazarte, contarte mi día, mi día eterno sin ti; eres mi despedida de buenas noches, cada noche cuando abrazo la almohada fría y soledosa, miro el celular, no hay nada para ver, y mis lágrimas recorren la cama e inundan esta tétrica y despoblada habitación.

¡Cómo te extraño mi vida! ¡Cuánto te amo mi otra parte de mí! Eres la razón de esta existencia marchita e indeseada que se ha ido…

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Angustia

Y todos me hablan de ti, precisamente en esos días donde más me dueles. Todos dicen verte y al parecer me he vuelto ciego porque salgo para contemplar tu rostro en estas calles despobladas, en este pueblo frío en el que juramos nunca partir… cuánto daría para contemplar esos ojos grandes claros, esa piel que fue cubierta de mis besos, ese cabello que al acariciarlo te hacía dormir.

¡Cómo te extraño esta madrugada! La gente dice que es mejor olvidarte, pero los recuerdos aferrados a tu mano sólo provocan descargas de nostalgia en el centro del pecho, donde creo que se alberga el alma. No me olvides ¿Cómo puedes hacerlo?

Tardes tristes

Tu orgullo es tan frío como esta tarde triste, tan fuerte y sólido como el granizo que cae en esta tempestad. Te anhelo y te deseo, daría mi vida completa por estar cerquita de ti, pero mis ruegos no quebrantaron tu soberbia y me golpeaste el alma, partiendo con tu  despedida injusta muy lejos de mí.

Eres mi sonrisa y mi llanto, mi angustia y felicidad, eres el todo y la nada o simplemente la razón de mí vivir. Más al recordarte descubro con aflicción que una tarde triste como esta te rogué como a mi Dios, pero como la lluvia cesa después de tanta tormenta, el día que tú vuelvas, tal vez mi amor ya no será para ti.

Solo y triste

Estoy muy triste esta tarde y nada se puede comparar con mi dolor, ni la ausencia del sol en pleno día, ni la ausencia de la luna en la oscuridad. Estoy muy triste y no hay cosa alguna que calme mi aflicción, sólo si él llamara esta tarde, tal vez las nubes negras que cubren el cielo se apartarían y permitirían la luz en este medio día; sólo si él llamara o me recordara y pronunciara mi nombre, le daría vida a mi vida, a esta existencia triste que agoniza.

Ahora no soy el mismo, ha cambiado hasta mi sonrisa. Cuando camino las calles, los parques y todas las habitaciones de mi casa, realmente no soy yo, lo hago por pura inercia porque mi alma se ha ido, se ha ido de viaje en busca de él y por lo que presiento no lo ha encontrado y esta sola soledad va para largo.

Estoy muy triste esta tarde, siento que el cuerpo me pesa, me duele, trato de dormir pero mis sueños son pesadillas y en algunas ocasiones sueño con sus labios besando cada parte de mi cuerpo, pero al despertar sigo aquí, solo y triste otra vez.

Adiós

Y allí me quedé, estático, parado delante su mirada llena de satisfacción y soberbia, mientras yo compadecía las lágrimas que descontroladamente caían de mis ojos, ahogando las palabras llenas de sentimientos, tan llenas de pasado y recuerdos que ahora duelen.

Y allí me quedé, mirándolo alejarse y perderse entre la neblina. Ahí para siempre me quedé.

¡Adiós!

Gustavo Adolfo Zapata Múnera

Gustavo fue uno de los ganadores de la convocatoria para ser bloguero invitado. Nació en San Pedro de los Milagros, Antioquia. Escribe poesía desde los 7 años de edad, algunos de sus escritos en prosa y verso son líneas existencialistas inspiradas por la soledad, la muerte, la nostalgia y el desamor.

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Imágenes del actor Montgomery Clift

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