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Las cincuenta botas de Cristina Grey

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Ajá, vamos a hacer un ejercicio… pongamos la historia al revés, mejor dicho patas arriba y veamos que sucede…

“Cuando el estudiante de literatura Antonio Steele recibe el encargo de entrevistar a la exitosa y misteriosa empresaria Cristina Grey, queda impresionado al encontrarse ante una mujer atractiva, seductora y también muy intimidante. El inexperto Antonio intenta olvidarle, pero pronto comprende cuanto le desea. Cuando la pareja por fin inicia una apasionada relación, Antonio se sorprende por las peculiares prácticas eróticas de Cristina, al tiempo que descubre los límites de sus propios y más oscuros deseos…” **

¿Habría sido una saga tan exitosa si el personaje de Grey fuera una mujer y no un hombre?

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En publicaciones anteriores ya he dicho que no soy amante de esta saga, la leí con el objetivo de comprender porque algunas de mis seguidoras no paraban de hablar del tema. Y si nos vamos para las adaptaciones cinematográficas de la misma, estas me parecieron aburridísimas, sobre todo porque sus protagonistas no tienen naaaada de química, mejor dicho, esos dos no pegan ni con moco.

Y de sobra sé, que al escribir un post relacionado a “Cincuenta sombras” le estoy dando gratis más publicidad  e importancia de la que ya tiene o se merece, pero es que desde hace varias semanas me estuvo rondando una idea en la cabeza y como soy algo terca no quedé tranquila hasta que la desarrollé. Me puse en la tarea de hacer un “fanfiction” o “fanfic” como dicen mis amigas millennials, que consistió en reimaginar la historia, en este caso les cambié el sexo a los personajes.

Así que Christian se convirtió en Cristina Grey, una poderosa magnate de las telecomunicaciones, inteligente, con ojos grises y de gran belleza, que pilotea aviones, es atleta, toca el piano y la lista sigue… pero con una coraza emocional impresionante, llena de muchas perturbaciones y secretos. Y por el otro lado, Anastasia se convirtió en Antonio, (al principio quise ponerle Anastasio pero se escuchaba medio gracioso, luego pensé en Adalberto y resulto peor, así que le busqué un nombre más sonoro al muchacho). Y volviendo al tema, Anastasia se convirtió en Antonio Steele, un estudiante de literatura que trabaja medio tiempo en una ferretería, tímido, soñador, delgado, pálido y con mirada de ternero degollado, que comparte apartamento con Carlos, el típico mariscal de campo, rubio y seguro de sí mismo, que gracias a una gripa inmunda, no se pudo parar de la cama y por ende le pide el favor a Antonio para que lo reemplace en un trabajillo del periódico de la universidad, nada más y nada menos que entrevistar a  la enigmática Cristina Grey… y aquí empieza todo.

Luego de voltear la torta, hice el ejercicio de relatarles esta nueva versión de la novela a varias amigas. La mayoría de ellas me contestaron que si la historia original hubiera sido con Christian como una mujer y Anastasia como un hombre, quizás no habría tenido el mismo éxito.

Y de paso salieron varias preguntas y reflexiones interesantes:

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Con toda sinceridad, si el personaje de Grey fuera una vieja y no un tipo ¿Te parecerían románticos sus comportamientos?

¿Considerarías a Cristina Grey una mujer empoderada sexualmente o más bien una vieja loca al estilo Alex Forrest en atracción fatal?

Las escenas de celos de Cristina con cualquiera que mire o se acerque a Antonio, llámese compañera de universidad, jefe, entre otras ¿Las verías como un gesto apasionado por parte de ella, o pensarías que es celópata y obsesiva?

Debido a traumas de la infancia, Cristina tiene comportamientos particulares y le advierte a Antonio que no la puede tocar, que no le gusta el sexo vainilla y que no pueden dormir en la misma cama ¿Su coraza emocional sería interesante? algo así como un reto para este chico bueno, salvador y paciente, cuyo amor es tan puro que tarde o temprano liberará a Cristina de sus sombras, o más bien pensarías que es una traumática que no ha podido superar sus dolores, y hasta le dirías al joven Steele que se busque una pareja menos complicada.

Cuando Cristina le paga el cambio de look a Antonio, le regala ropa nueva y un carro último modelo, estos gestos se percibirían como los de una mujer detallista y galante o como una “cougar” desesperada que quiere comprar el cariño del muchachito a punta de regalos.

O peor aún, si Cristina le entrega al bueno de Antonio un contrato para que se vuelva el sumiso de esta, te parecería excitante o exagerado, creerías que es una mujer fuerte y con determinación, o más bien pensarías que es la propia fémina intensa y controladora.

Cristina es una mujer sagaz para los negocios, una gran empresaria que toma decisiones y que sabe lo que quiere. ¿La admirarías y te identificarías con ella? o creerías que debido a su pinta de workahólica y personalidad enérgica, podría espantar a los hombres y que por eso está destinada a quedarse solterona.

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Y veamos la cosa por el lado de Antonio Steele:

¿Te parecería atractivo un chico más joven que tú, de enormes ojos azules, comelibros, flaquito, sin plata y que además es virgen?

Varias de las mujeres encuestadas me confesaron que han salido con chicos menores y que no tienen problemas con la diferencia de edad, y que en materia de erotismo les gusta llevar la batuta, pero en el contexto del relato, el personaje del joven Steele es poco emocionante y medio pendejo.  La gran mayoría respondió que no le parecía tan atractivo, que daba la impresión de ser endeble y hasta mal polvo.

Si saliera a la luz, quizás Antonio Steele nunca llegaría a ser tan magnético como lo es Christian Grey, por la sencilla razón que su inocencia no es considerada como virtud sino como debilidad, caso distinto si fuera mujer.  Y de la misma forma, Cristina Grey no sería apreciada como una fémina ideal o de ensueño sino como una bruja de corsé y látigo en mano, o en el mejor de los casos como una Catherine Tramell de bajos instintos, cosa diferente si fuera hombre.

Gran parte del éxito de la saga “Cincuenta sombras” es porque lleva consigo los roles clásicos de la sociedad acerca de lo que debe ser un hombre y una mujer, además explota aquellos mitos románticos que consciente e inconscientemente muchas féminas (no todas) siguen creyendo, como el mito del príncipe azul y el de la dulce damisela que espera a ese hombre que le mostrará un mundo de placeres, pero la cereza del pastel está en la exaltación del típico imaginario de la mujer salvadora, que con su amor y abnegación podrá cambiar al chico malo o trastornado.

En mi nefasto “fanfic” Cristina sería una femme fatale que desentona con el rol de mujer apacible, y sus demostraciones “románticas” hacia Antonio lucirían como lo que en verdad son, conductas tóxicas disfrazadas de amor.  Y sin negar que en la literatura, en el cine y en la vida real, existen grandiosas protagonistas mujeres muy aguerridas, que toman la iniciativa y exploran sin miedo su sexualidad, lo cierto es que vivimos en una sociedad en donde Christian Grey es el hombre ideal que las pone a mojar cucos, pero Cristina Grey sería considerada una loca.

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Desde la antigüedad los hombres fueron instaron a ser héroes y protectores, a conquistar reinos, a desarrollar inventos y a viajar por el mundo, y esto en versión moderna se traduciría en un sexi tiburón llamado Christian Grey, dueño de varias empresas, que guarda cientos de corbatas grises en su closet. En cambio a muchas de nosotras nos dijeron que el amor es cosa de viejas, que somos sentimentales y románticas, que debemos aguardar con ansias locas la venida del elegido, como si fuera el mismísimo Jesús. Así que Anastasia Steele es la representación de la damisela, una joven virginal, amante de la literatura inglesa a la que se le apareció el hombre de sus sueños materializado en el príncipe Grey.

Por mi parte no quiero esperar sentada a que alguien llegue para darle emoción a mi existencia, soy la dueña de mi destino y por eso escribo mi propia novela. Así que cuando llega un ser de carne y hueso con el que es posible construir una relación estable, me lo gozo y reviento cariño del bueno, y siempre en condiciones de igualdad pues tampoco quiero ser una versión femenina de Grey, controladora y con heridas abiertas.

Siendo objetiva entiendo que desafortunadamente el mundo funciona como funciona, y que si se escribiera un cuento de hadas moderno entre personas independientes que construyen una relación sana, basada en el respeto y la comunicación, sería una telenovela aburridísima con muy bajo rating, o una canción que poca gente buscaría en Spotify y peor aún nunca llegaría a convertirse en best seller. Aquí lo importante de todo es aprender a diferenciar la ficción o una fantasía sexual de la realidad, pues Christian Grey y el príncipe azul no existen, y en los libros el drama es interesante pero en la vida real no.

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***Texto tomado de una reseña original del libro “Cincuenta Sombras de Grey”

P.D. Ya he escuchado todos los argumentos posibles de mis amigas amantes de la saga y de seguidoras furibundas: que Anastasia realmente no era sumisa, que estos libros les ayudaron a mejorar su vida sexual, que Christian no es un tipo malo, que yo tergiversé el relato, etc., etc. Yo les contesto lo mismo que a esas personas afiebradas por sus partidos políticos,  que respeten las opiniones diferentes a las suyas. Si les gustó el libro, les pareció lo máximo en guarachas, y creen que pronto van a conocer al Christian Grey criollo, pues lo respeto, pero yo pienso diferente y eso nos hace distintas, no enemigas.

Imágenes de la icónica Bettie Page y de la película “The notorious Bettie Page”

 

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