Se lo presto si me lo devuelve

Publicado el prestosidevuelve

Me etiquetaron mi generación!

Hace poco leí en una revista nacional un artículo que hablaba de los jóvenes entre los 16 y los 30 años y los catalogaba como «La generación perdida». En el artículo, que además mostraba unas cifras alarmantes de desempleo, se anunciaba que el primer trabajo era el más difícil de conseguir pues, a pesar de necesitar empleados por menos dinero, las empresas exigían experiencia a la hora de contratar a alguien. 

Pues bien, justo 20 días después de haber leído este artículo, salió en la misma revista un texto sobre la productividad y el ingenio de los trabajadores de más de 40 años. En ese artículo se daban cifras sobre la alta iniciativa que tendrían los adultos en comparación con los menores de 25 años, que, a pesar de tener muchas ideas, al parecer no proponen lo suficiente cuando son empleados. 

Creo, que como muchos otros jóvenes que habrán leído el artículo, me sentí un poco identificada, sobre todo con el primero. Quienes tenemos entre 16 y 25 años, tenemos un amigo que ha buscado trabajo por más de 2 años, otro que está trabajando solo por la plata y uno que lleva 4 años en el mismo lugar y está destinado a jubilarse en la misma empresa porque le tiene miedo al riesgo, un riesgo que basado en esos artículos le daría pocas posibilidades de conseguir un trabajo donde sea próspera su vida profesional.

Para ambos artículos, somos la generación desperdiciada. Lo cómico del tema es que para uno, lo somos por el gran potencial que tenemos y las pocas oportunidades que se nos brinda laboralmente y, para el otro, lo somos porque a pesar de tanto potencial, los adultos nos siguen superando no solo en experiencia sino en actitud laboral e iniciativa.

No sé qué tan desperdiciados somos, es más, no creo que alguien tenga que usarnos para saber si somos útiles o no. Tampoco creo que la culpa sea nuestra, pero tampoco de las pocas oportunidades. La verdad es que le atribuyo el tema a la inequidad social y la falta de educación. Creería que si se habla de generaciones desperdiciadas la nuestra no sería la única ni la más preocupante y que, sin duda, tendríamos que entrar a un debate lleno de juicios morales y peleas entre treintañeros y adolescentes que aún no saben si actuar como  jóvenes ejecutivos o como recién graduados desempleados.

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