¿Se lo explico con plastilina?

Publicado el alter eddie

MANIFIESTO CALLEJERO

Durante varios siglos los habitantes de calle hemos sido atendidos por grupos religiosos o asociaciones privadas dedicadas a la caridad, todas las cuales con una fuerte carga moral y mística nos han inculcado que el origen de sus dádivas proviene directamente de la mano de Dios, y con lo poco que nos dan, nos hacen creer que como somos los culpables de dañar la sociedad, tenemos que devolver el favor de rescatarnos, engrosando un ciclo de caridad, culpa y dependencia que no soluciona nada.

Estas acciones, aparte de ocultar la incapacidad o la indiferencia del estado para cumplir prioritarios deberes sociales, terminaron por acostumbrarnos al asistencialismo sin consulta, es decir que otros deciden por nosotros lo que necesitamos y lo que debemos ser.

En Bogotá, enseguida del desalojo del CARTUCHO se fortalecieron hogares de paso, centros de desarrollo personal, centros de atención integral, comunidades terapéuticas, instituciones al servicio de los habitantes de calle que no obstante laicas nos ofrecían la asistencia como acciones caritativas aunque las órdenes salían de los comités técnicos de la Secretaría de Integración Social como respuesta a la restitución de derechos, esa fue la realidad de ese entonces, porque actualmente por ejemplo IDIPRON vuelve a la comunidad claretiana y es  obligatorio el credo en Dios.

Valga decir que los habitantes de calle, ni nos portamos ni somos tratados como el gremio, o como comunidad, así que nunca hemos pedido o reclamado lo que nos corresponde o necesitamos, todo se nos ha dado al antojo de los filántropos o de los pensadores nombrados por el estado. Para algunos incluso no somos nadie para exigir pues para muchos, aunque no sea políticamente correcto en el fondo seguimos siendo desechables, como acotaría este término a la historia del país un celador en  los años 80’s cuando le preguntaron por qué mataba indigentes para vender órganos a la facultad de medicina en Pereira.

Según una máxima sociológica: “Las acciones, la asistencia a los servicios que se prestan sin consultar a los implicados están condenadas al fracaso”.

De hecho, de los casos atendidos durante un lapso de 4  años, atención que incluía programas de emprendimiento, tratamiento terapéutico, unidades productivas, contrataciones propiamente dichas, según estadísticas los casos exitosos que arrojaron no pasaron del 15%, aún así, ni la Secretaría de Integración Social, ni las comunidades terapéuticas revisan sus paradigmas y culpan con drasticidad  al que padece la problemática, argumentando con un aforismo tan tendenciosos como tramposo “solo tú puedes pero no puedes solo”.

Por tratar a los habitantes de calle como INTERDICTOS se nos suelen olvidar, tanto a los que atienden como a los atendidos, los conceptos que rigen el proyecto 793 ; por ello, este manifiesto se ocupa en recordar y en lo posible enriquecer tales principios:

1.     RECONOCIMIENTO: Apunta a la comprensión del fenómeno habitabilidad en calle desde lo sociológico, lo siciológico, lo antropológico, lo histórico, lo cultural, y por qué no, lo filosófico.

Es importante reconocer las diferentes causas de esta situación social: El desplazamiento forzado o consentido del campo a la ciudad, violencia intrafamiliar, disfuncionalidad   del hogar, drogadicción, pobreza absoluta, enfermedades psicológicas o nerviosas graves, minusvalías, impedimentos físicos, hay también los que se refugian en las calles de la justicia o de enemigos mortales, también los que construyen en la vida callejera una forma de existencia y de subsistencia. Si la pobreza y la desigualdad social crearon la guerra durante más de 50 años, ¿no podría ser acaso la misma raíz la que nos tiene a muchos sin hogar o refugiados en una adicción rendidos ante el sistema?

Cada una de estas razones genera un habitante de calle particular y distinto, acaso por lo mismo, amerita una atención diferenciada.

El reconocimiento incluye la valoración de los rituales, las cosmovisiones y el lenguaje, entre otras expresiones de la vida callejera; obliga también a la cedulación general en razón del derecho fundamental a la identidad. También implica un censo real y con todo el recurso humano, que permita reconocer no sólo cuántos somos sino quiénes somos; qué talentos, qué estudios, qué experiencia laboral se tiene y en lo posible, con base en ello elaborar los programas de inclusión socio laboral.

2. RESIGNIFICACIÓN: Implica, en primera instancia las acciones que propicien la corrección de imaginarios negativos o malformados que tiene la sociedad y nosotros mismos sobre los muchos aspectos que definen la habitabilidad en calle, para ello útiles serán las acciones culturales y artísticas que generen nuevos diálogos y nuevas relaciones. Aquí la participación de los medios de comunicación y de los centros educativos será pertinente y perentoria son ellos los que ayudan a crear una cultura educativa de la inclusión social desde la sociedad.

El miedo, la lástima, el desprecio son sentimientos hacia los callejeros que deben ser superados, para alcanzar a cumplir los dos hechos básicos para una inclusión social verdadera, estos son: la interrelación y la participación. En otras palabras, la RESIGNIFICACIÓN son todas las acciones que contribuyan a la cualificación el individuo hasta alcanzar la realización existencial.

3. LA REEDUCACIÓN: La palabra ya está gastada y deformada, aquí proponemos entender este principio como el voluntario devenir a un bienestar, para ello debemos ser ayudados a tomar decisiones coherentes sobre nuestra condición psicosomática (la salud mental y física) y sobre nuestra participación en la dinámica social y cultural de la vida civil “normal”.

En Colombia el tratamiento a las adicciones ha partido de la terapia que a principios del siglo pasado desarrollaron Bill y Bob, un médico y un corredor de bolsa gringos creadores de Alcohólicos Anónimos: Los famosos 12 pasos y el “SOLO POR HOY” extendieron su aplicación a Narcóticos Anónimos y de allí a muchos centros y comunidades terapéuticas del mundo y con fanatismo en Latinoamérica.

Los primeros abanderados del tema fueron los religiosos Claretianos y Benedictinos que desarrollaron una especie de “SINCRETISMO”, ya que mezclaba la terapia de confrontación con la Teoterapia. Como, por cierto su escuela trascendió a facultades de pedagogía, de psicología y de terapéutica, muchos de los egresados fundaron centros de rehabilitación de garaje toda vez que entendían que la atención a drogadictos era un negocio muy lucrativo. También el discurso y los métodos de los Claretianos y Benedictinos y de Alcohólicos y Narcóticos anónimos fueron acogidos por los centros terapéuticos del estado como El CAMINO, EL COPT y BALCANES, cuyos resultados buenos fueron los egresados que acogía la misma Secretaría de Integración como operadores de sus servicios, pero, la verdad, los resultados fallidos fueron muchísimo más que los exitosos. No existe una sola terapia para tantos casos de consumo diferentes y en ello ya se ha avanzado mucho más, pero en las instituciones no se ve inversión en investigación, interés en tratar el tema con prioridad siendo ya nosotros casi alrededor de diez y seis mil personas.

Ahora último gracias a un afortunado derecho de petición, la comunidad terapéutica EL CAMINO se transformó en CENTRO DE DESARROLLO PERSONAL, lo cual podía ser la oportunidad preciosa para desarrollar un centro de tratamiento a las adicciones alternativo y novedoso. Pero para nuestra desgracia, los sicólogos, terapeutas y funcionarios de dicho centro porfían en aferrarse a los paradigmas con los que los formaron en sus respectivas universidades y por burócratas, no se atreven a proponer métodos alternos, por ejemplo: el caso de la técnica del Yoga (el ayuno, la meditación y la relajación para fortalecer la voluntad, tomas dirigidas de Yagé como ayuda a la desintoxicación, entre otras prácticas de la medicina tradicional y/o popular, en cambio del uso excesivo de drogas antidepresivas y ansiolíticas (Clonazepam, Fluoxetina, Ácido valproico).

Sin consultarnos el combate por las ollas y los capos, nos arrastró como si todos nos lucrarámos de ese negocio, a los consumidores y / o los que simplemente estabámos cerca o nos desplazaron como una bomba atomizadora o nos encerraron en los centros de acogida, vimos correr a las directrices para multiplicar camas y comida de un día para otro, así como adaptar hogares que no eran de acogida para darle techo de emergencia a los nuevos, muchos compañeros se quedaron por fuera, ¿ A eso le llaman planeación?  ¿la solución es un techo pasajero? ¿acaso no tenemos derechos por simplemente  ser personas consumidoras y vivir en la calle? ¿ese no es el mismo pensamiento que tenía el F2 cuando en los 80’s y 90’s sobre todo hacía limpieza social para no ver tan sucia la ciudad?

Este manifiesto ante todo es para mostrarles que sí tenemos voz, aunque muchas circunstancias de la vida apaguen nuestra dignidad, también la tenemos, somos seres que sentímos, vivimos, un potencial humano que simplemente error o no, tomamos otra opción vida… Y eso, porque no todos tuvimos la libertad de tomar la decisión, a otros no les quedó de otra, han vivido siempre allí generación tras generación, o simplemente la vida los trajo… así algunos necesiten el argumento científico para comprobar ello, a veces simplemente pasa.

En fin esta es una invitación cariñosa y respetuosa a que entre todos concibamos un camino hacia la superación de la vida discriminada de los habitantes de calle, y mejoremos nuestra  calidad de vida respetando su elección y su libertad.

Coalición de habitantes de la calle desplazados del Bronx

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