Rompe el lápiz, toca la Tablet

Publicado el Vladimir Clavijo

FÚTBOL FEMENINO COLOMBIANO // Señores directivos, ¿qué más tiene que pasar en este país? ¿Que se vayan todos?

Dice un estribillo propio de las barras de los equipos de fútbol, que cantan cuando su escuadra preferida está en crisis y quieren mostrar su inconformidad con lo que ven en el terreno de juego: “Oooohhh, que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”. Y a nosotros, los hinchas de la honestidad, de la transparencia, de la ética profesional de los directivos de nuestras instituciones -sean públicas o privadas- y por supuesto, a nosotros, hinchas de la Selección Colombia de Fútbol femenino, no nos gusta lo que estamos viendo. No nos gustan las personas que dirigen el fútbol.

NOTA DEL EDITOR: Como parte de nuestra convocatoria realizada en Radio Digital América, en nuestro programa informativo #TLTNews, hoy presentamos a uno de los escritores que demostraron tener un estilo propio y querer decir algo.  

Así que Julio Pardo, comunicador social y periodista, amante del fútbol, apasionado de los medios clásicos y con pasión en las nuevas tecnologías para hacer crecer los mensajes de sus marcas y de su proyectos, es quien nos acompañará como escritor invitado a nuestro blog de TLT.   Hoy con un tema que no debe desaparecer de las agendas de medios ni de los que influencian el deporte más amado por los colombianos: el fútbol.

Si quieres opinar o compartir este blog y que sigamos la conversación en redes como Twitter, Instagram o Facebook, te pedimos que uses el hashtag #EscritorInvitadoTLT y que uses las cuentas de @grupocreategia y de @julioeprensa en Twitter. 

Julio bienvenido a esta, tú casa, Toca La Tablet #TLT

Escrito por Julio Pardo,  Comunicador social y Periodista

Dice un estribillo propio de las barras de los equipos de fútbol, que cantan cuando su escuadra preferida está en crisis y quieren mostrar su inconformidad con lo que ven en el terreno de juego: “Oooohhh, que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”. Y a nosotros, los hinchas de la honestidad, de la transparencia, de la ética profesional de los directivos de nuestras instituciones -sean públicas o privadas- y por supuesto, a nosotros, hinchas de la Selección Colombia de Fútbol femenino, no nos gusta lo que estamos viendo. No nos gustan las personas que dirigen el fútbol.

Pruebas, pruebas y más pruebas

Testimonios, denuncias, videos y audios han salido a relucir en las últimas semanas, que demuestran que aquí algo tiene que cambiar; que estamos en manos de personajes funestos e indeseables que deben responder por sus actos. Pruebas que demuestran que quienes están a la cabeza del deporte más amado por los colombianos, el que más pasiones despierta, son indignos de estar ahí, atornillados en el poder, haciendo de las suyas, pordebajeando a nuestras deportistas y de paso, lo más importante, a una sociedad que debe exigir que personas así, con el más mínimo manto de duda sobre sus dignidades, se vayan y nos respeten.

Pruebas que incluso, paradójicamente, salen de las propias mentes y bocas indeseables de estos individuos, como las declaraciones malsanas –no infortunadas como lo quieren maquillar algunos- malsanas y asquerosas, entregadas por el Presidente del Deportes Tolima, Gabriel Camargo, quien se atrevió a denigrar de la condición sexual de las jugadoras de fútbol; Camargo, en este caso, nunca se refirió ni dio pruebas de malas conductas o irregularidades en la actuación de las deportistas, solo a la condición sexual de ellas, en un tono despectivo, ofensivo y si me permiten, ignorante con las libertades individuales que rigen a las sociedades más avanzadas del planeta. Y qué decir de las denuncias de Yoreli Rincón, en el sentido del no pago del merecido premio a las campeonas de La Copa Conmebol Libertadores Femenina, por parte de las directivas del Club Atlético Huila.    

Pruebas y más pruebas, como las conocidas el pasado 18 de febrero, conocidas por medio de las redes sociales de la jugadora de la selección Colombia, Isabella Echeverry -@Isaeche11- en las que ella y su compañera de equipo, Melissa Ortiz, dicen categóricamente: “Nos sentimos amenazadas, no nos pagan, no nos dan vuelos internacionales, los uniformes son viejos, usados; la Federación (Colombiana de Fútbol) ha cortado jugadoras por hablar…”

Pero recordemos que no fue solo el mes pasado: existen antecedentes, como el de la también futbolista Daniela Montoya, quien quedó marginada del equipo nacional en 2016 luego de quejarse públicamente porque la Federación Colombiana de Fútbol no cumplió con el premio pactado por la participación del seleccionado femenino en el Mundial realizado en Canadá en 2015.

Entonces, si no es por escrito, ¿no sirve?

En las jugadoras impera el miedo, ha imperado por años. Acusaciones -infortunadamente sin nombre por ese mismo miedo- hablan de abusos sexuales y toda clase de componendas que rodean al fútbol femenino. Por su parte, Natalia Gaitán, capitana de la selección durante 10 años, publicó una carta enviada a la Federación en 2012, desvirtuando la defensa de los “directivos”, -personajes vergonzosos para nuestro país y nuestro fútbol- quienes afirmaron que no habían inconformidades expresadas de manera formal.

¿De cuándo acá es más importante presentar una queja formal -así sea jurídicamente lo válido- que el hecho mismo de estar inmersas en un trato vergonzoso día a día y que es lo que debemos vigilar y centrarnos en pedir que se castigue? Estas acusaciones, denuncias valientes, merecen una reacción de sociedad y autoridades competentes: no reacciones con rechazos retóricos y poéticos, el país debe exigirles a estos personajes funestos, y a los organismos encargados, para que dejen sus cargos y continúen los procesos disciplinarios y legales a que haya lugar.

¿Qué más tiene que pasar en Colombia para que entendamos que los servidores y dirigentes deben dar ejemplo? Para que entendamos que sus malos comportamientos deben, ¡tienen!, que ser irreprochables desde todo punto de vista. Que las simples dudas de actos bajos, abusivos y corruptos, deben ser, per se, un motivo para que salgan de los cargos que ocupan.

La tierrita bajo el tapete

Al contrario de lo que debería pasar, y fieles a nuestra desgraciada costumbre, en este país ya se comienza a tapar todo todo este escándalo -como cuando en la casa no se barre sino que se mete la tierrita bajo el tapete-. Llegan las cortinas de humo, y nosotros, a olvidar. El Presidente Duque, por ejemplo, en lugar de ponerse la camiseta de la honestidad y cumplir con su “papel”, de exigir consecuencias y culpables, salió a postular a Colombia para organizar el Mundial Femenino de 2023; por su parte, el presidente de la Federación, Ramón Jesurún, saca pecho hablando de la candidatura del país para organizar con Argentina la próxima edición de la Copa América de fútbol masculino.

Y nosotros como sociedad, hoy solo hablamos de la nueva camiseta que utilizará la selección masculina, y en lo bien parecidos que se ven James y Falcao con la nueva indumentaria. ¿Y el escándalo? ¿Qué se hizo? ¿Quién habla o le hace seguimiento a estas denuncias? ¿Quién está velando por la dignidad de las jugadoras del fútbol femenino? ¿Creímos que porque se reculó devolviéndole el estatus de profesional  a la liga femenina -que también se lo querían quitar- ya todo esto terminó y no pasa nada más?

¡No señores. Así no es! En este país no podemos seguir supeditados a la voluntad y al poder de estos infortunados personajes. Acá debe pasar algo. Acá, los jugadores de la selección Colombia deberían sentar su voz de protesta -pero no con una cartica-, sino con hechos potentes y definitivos. ¿Por qué no negarse al show de las fotos con la nueva camiseta -en el que a propósito no hubo mujeres luciéndola- hasta que se tomen decisiones y haya responsables de toda esta gravísima situación? ¿Por qué no negarse a jugar o a integrar la Selección, mientras los culpables de estas gravísimas denuncias no se vayan y respondan por las mismas? Porque se afectaría la publicidad, ¿verdad? Se afectaría la televisión, los intereses de unos pocos y claro, el pago que reciben los jugadores por integrar el combinado. Entonces, quedémonos con la cartica y dejemos así. Los medios de comunicación se limitaron al escándalo, pero el seguimiento y la profundización en las consecuencias, no existe

No hay actos relevantes ni contundentes porque la verdad, señoras y señores, es que a nadie le importa lo que pasa, más que a las afectadas. Lo demás, son solo reacciones políticamente correctas pero inútiles, intrascendentes, tibias, miedosas e irrelevantes.  

Para ellas, mis felicitaciones. Porque se atrevieron a hablar, a denunciar, a dar un primer paso, así nadie las acompañe. Porque dejan en claro que acá lo femenino no siempre tiene que ser sinónimo de debilidad; que su fortaleza es subestimada. Felicitaciones, por su valentía y por la forma en que nos han representado, más allá de los logros o fracasos (estos últimos comunes y continuos en gran parte debido a la pésima gestión en preparación y administración de estos mismos individuos que se hacen llamar “directivos”). Más allá de eso, ¡felicidades¡ Y a los implicados, “que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”.  

Comentarios