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El Festival Folclórico del Pacífico en la memoria de María del Mar Vidal

En vísperas de la primera reunión del Comité de Amigos del Festival Folclórico del Pacífico en Buenaventura, en el Hotel Torre Mar, conversamos con esta dirigente que lideró el Festival hace 27 años y que hará parte del Comité.

Por Jorge Idárraga, fotógrafo y periodista. Especial para Color de Colombia.

Esta reconocida dirigente pertenece a ese grupo de bonaverenses que decidió salir a ejercer cargos de nivel regional o nacional. “Con una diferencia: nunca perdí el cordón umbilical con la ciudad”, dice enfática.

Ha sido representante de la Presidencia de la República en la Estrategia de Recuperación Social de Territorios, Gerente de CortuValle, Secretaria de Cultura y Turismo del departamento y actualmente es la Jefe de la Oficina Administrativa del Pacífico de la Gobernación en Buenaventura.

Esta conversación es una de las primeras con el fin de recuperar la memoria del Festival como una base de la reflexión pública que lo proyecte en un marco de identidad y marketing cultural de Buenaventura, uno de los objetivos del Comité de Amigos del Festival.

Collage María del Mar Vidal y foto del Festival 2

Sabemos que usted reinició el Festival Folclórico del Pacífico luego de once años de no realizarse…

Todo sucedió a comienzos de 1.989, siendo gerente de la Corporación de Turismo Freddy Fernando Salas Guaitotó (q.e.p.d), y alcalde de Buenaventura Edgar Roberto Carabalí Mallarino.

El alcalde no dudó un instante en acoger la propuesta que le presenté, en 18 páginas. Este documento contenía un marco conceptual, donde entre otras recogía el pensamiento de Helcías Martán Góngora, fundador del Festival, quien lo que pretendió fue hacer una fiesta grande, que durara varios días, donde estuvieran presentes todos los hermanos del litoral Pacífico, al son de marimba, cununo y guasá.

¿Cómo eran los Festivales antes?

Es bueno recordar que los primeros Festivales se hacían del 2 al 7 de agosto, época de vacaciones de los estudiantes, lo cual les permitía, aun viviendo en lugares apartados del Pacífico, llegar hasta Buenaventura, porque lo que aquí se vivía era una fiesta, donde todos nos sentíamos invitados.

Todos éramos dueños del baile, todos éramos Pacifico, y la nota predominante era la agrupación por colonias: la guapireña, la tumaqueña, la chocoana y la de Buenaventura, por supuesto.

La organización por colonias permitía mostrar lo mejor de su río, de su pueblo, de su vida, de su gente, de su selva, de sus sonidos, en fin, de todo lo que hace a un negro: sentirse orgulloso de sus ancestros.

Recuérdenos algunas de las personas que la acompañaron en 1.989…

Debo recordar y agradecer todo el acompañamiento y apoyo que me dejaron sentir hombres y mujeres como Marcial Quiñonez, Flavio del Castillo, Jorge Enrique Urbano (q.e.p.d), María del Carmen Ceballos, Flavio Ortiz Sarasty (q.e.p.d), Flor Lozano, Aida de Dueñas, doña Cleo, Mercedes Panchano, Leonor de Zapata, María Helena Quiñonez, Carlos Arturo Zapata, Gabriel Corrales, Fabio Taborda (q.e.p.d), Oswaldo Viera Cuero y tantos que viven grabados con gozo en mis recuerdos.

¿Qué elementos nuevos introdujo usted al Festival?

La implementación de la Tarima del Chontaduro, ubicada frente al antiguo parque Cisneros, donde se hacían las presentaciones de los grupos folclóricos; la tarima de la salsa, ubicada en el parque Néstor Urbano Tenorio, donde se presentaban los artistas de este género.

La idea fue no poner a competir estas dos expresiones musicales, sino que el público tuviera opciones para elegir de acuerdo con sus preferencias. Cada noche, la Tarima del Chontaduro se dedicaba a una región, y la colonia de la misma se encargaba de montar la programación. Entonces se hacía la noche chocoana, la noche tumaqueña, la guapireña y las noches porteñas, por supuesto.

Esto se convirtió en uno de los elementos más aglutinadores del Festival, donde se visibilizaban las expresiones culturales de cada región y se compartía con gozo y hermandad.

El organizador y realizador de esta magistral idea, en su calidad de director cultural, fue nuestro gran amigo Omar Becerra.

Usted trajo a personalidades importantes de la cultura en el país…

Sí. Otro elemento innovador fue sacar el Festival de los muros del andén Pacífico, dándolo a conocer e intercambiando con otras culturas. Se tuvo como invitado especial al maestro Omar Rayo, con una exposición de intaglios. A su esposa Agueda, que ofreció un recital de poesía.

Se hizo teatro callejero, dirigido por el maestro Juan Carlos Moyano, quien puso en escena el Riviel. También el grupo “Pa’ lo que sea”, de Pereira, que nos deleitó con performances, técnica nunca antes vista en la ciudad.

También artistas plásticos de reconocida trayectoria nacional como Alicia Rey, que sobre sus lienzos han dejado plasmado su amor por el Pacífico, y que nos trajeron una exposición colectiva denominada: Pacifico, hombre y mar.

¿Hubo alguna dificultad, algún problema de orden público en ese Festival?

El mayor Oswaldo Almanza, comandante de policía de entonces, informó que durante las festividades no ocurrió sino un incidente: el protagonizado por los organizadores del Festival, con el alcalde a la cabeza, quienes el último día de fiesta le pidieron al dueño de la caseta Sonido 2.000 que pusiera la música a todo volumen, y eran las 8 de la mañana, cuando los residentes del Edificio del Café y el Hotel Estación estaban durmiendo. Todo porque querían celebrar el rotundo éxito de las verdaderas fiestas de la paz.

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