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Valores Humanos

Después de los atentados en Barcelona y Cambrils del pasado jueves, muchas personas dejaron  flores, velas, cartas en el lugar de los hechos, lo que siempre sucede después de estas tragedias que conmocionan al mundo.   Un “Sin Techo”  como llaman en España a una persona que deambula por las calles, dejó escrito en una bandeja de icopor un mensaje que conmueve hasta el fondo del alma:

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Este mensaje ha rodado por las redes sociales y se ha convertido rápidamente en “trending topic”.  La pregunta que sale después de leer la nota, es cómo un ser humano considera que al no tener recursos, al ser un “vagabundo” su vida es  inferior a la del resto de personas que si los tienen.

Considero que la culpa de que un  ser humano se sienta de esta manera es de todos.  Y nos debería dar vergüenza. Le hemos dado un valor sobrestimado  al dinero, al estatus, el estrato, que hace que un ser humano se sienta menos, al no tener recursos.

Conozco de cerca personas que se deslumbran por las propiedades que tienen otros,  en ocasiones se hacen amigos de fulano de tal  porque es un «contacto» que hay que tener para su beneficio, o porque vive en una zona lujosa.   También el amor no escapa a esta etiqueta. Si alguien tiene su vida ya hecha en temas financieros es “un buen partido”,  como si ese fuera el punto de partida para iniciar una relación, como si el amor se redujera a una transacción comercial.   Tener o no tener dinero no hace a una persona más o menos, ni es la garantía para tener una buena amistad o un buen matrimonio.

Para mí quien escribió ese mensaje vale mucho, mucho más que quienes  viven de frivolidades, pensando en la ropa, en el carro, el súper apartamento.  El dinero es necesario para vivir y  es mejor tenerlo que no tenerlo, pero no podemos permitir que un ser humano sea evaluado por  este factor.

Quienes tenemos la oportunidad de tener una cama confortable, una deliciosa cena en la mesa,  creo que tenemos el deber moral de ayudar a quienes no lo tienen.    Invito a que sorprendamos a las personas que vemos en las calles, a los “sin techo”.  Si desayunamos unos deliciosos huevos pericos, chocolate, queso y arepa,  qué tal si preparamos algo de más y lo llevamos a quien limpia los vidrios en los semáforos, que sabemos que no ha desayunado y tal vez no lo hará en varios días.

Siempre he creído en el destino  y  parto de la premisa que la vida no es justa, todos nacemos en diferentes condiciones, unos luchan y les va súper bien, otros luchan y no les va bien, y no es por falta de ganas. Cada uno tiene que vivir ciertas cosas para crecer en este plano de la vida.  Estamos aquí por algo.  Pero aunque no podemos cambiar el destino de alguien, si podemos sorprenderlo y con pequeños instantes de alegría decirle “usted no está solo”.

La vida es una obra y como afirma un viejo adagio italiano:                           Una vez terminado el juego, peón y rey  van a dar a la misma caja

ANDREA VILLATE

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