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Reto #2: ¿Y si te pones en su lugar?

Andrea Villate Gaitán, periodista

 

Hace unos días estaba en un restaurante y en la mesa de al lado había una familia, una pareja, dos niños, lo que creería yo que eran los hijos y una señora, que asumo era la abuelita. La mujer joven le reclamaba al mesero, de una manera déspota y muy altiva que no había tomado la orden completa, ya que aún no llegaba uno de los platos que habían ordenado. Le repetía al mesero que era el colmo que se le hubiera olvidado. El mesero totalmente apenado, reconoció su error, pidió disculpas y se retiró afanado a solucionar el problema. La mujer, no contenta con las disculpas del mesero, se levantó de la mesa y se dirigió a la caja a buscar al administrador para poner la queja. El mesero no hacía otra cosa que disculparse. Se le veía su cara de angustia. La señora vuelve a su mesa, subiendo ceja, como si quién sabe qué le hubieran hecho. El mesero lleva la orden a los 8 minutos después, nuevamente se disculpa y la señora lo ignora. 

Personalmente me molesta de sobremanera esas personas que se creen superiores a otras y las tratan mal, de manera despectiva, como si ellos fueran perfectos. Seamos honestos, a todos en algún momento de la vida se nos ha olvidado hacer alguna cosa en el trabajo, se nos pasó… entonces, si fuéramos el mesero, ¿cómo nos gustaría que nos trataran ante esa situación?

A veces se nos olvida ponernos en el lugar de la otra persona.

Hace unas semanas me ocurrió algo que me avergüenza mucho, pero que me hizo caer en cuenta que a veces creemos que hacemos las cosas bien, que somos muy compasivos y pensamos en los otros, pero hay cosas, muchas, que se nos escapan. Afortunadamente existen momentos para caer en cuenta de que estamos siendo indiferentes ante las necesidades de otros.

Había invitado a almorzar a una de mis hermanas a mi casa. Mientras lavaba la loza y ella recogía lo que habían quedado en la mesa, se acercó a la caneca de la cocina a botar algunas cosas y vio los recipientes vacíos de leche y de yogur.

Me preguntó inmediatamente, totalmente asombrada, que si era que yo no reciclaba. Yo le dije que no. La verdad ni había caído en cuenta de que era importante tener dos canecas, una donde pudiera reciclar. Mi hermana, muy molesta, me dijo que no fuera desconsiderada, que los recicladores metían la mano a todas las basuras y si sentían algo de plástico o de cartón metían la mano para sacarlo, en medio de desechos, de cascaras de huevo, de residuos de comida, etc. Me dijo que no fuera indiferente ante el trabajo de otros. Y tiene toda la razón. Días más tarde iba saliendo del apartamento y estaba una señora, con un muchacho como de 14 años y ambos revisando las basuras, sin guantes ni nada, sacando los recipientes plásticos, los cartones de leche y cosas así, metiendo sus manitos entre todos los desechos. Me sentí totalmente avergonzada.

Hay trabajos muy duros y que aunque uno no pueda cambiar la realidad de la vida de otras personas, si puede contribuir, colaborarles en su trabajo, haciéndolo un poquito más fácil, poniéndonos en su lugar.

La tarea de ponernos en el lugar de otro, no es fácil ni tiene un solo lado. Pero lo más curioso es que eso es de las primeras cosas que aprendemos en la vida, desde kínder: tratar como nos gustaría ser tratados, pero se nos olvida.

El reto de esta semana es precisamente: ¿Y si te pones en su lugar?

Creo que ponernos en el lugar de otro nos hace ser más considerados. Qué haríamos si nuestra vida fuera diferente: Si fuéramos el muchacho que limpia los vidrios en el semáforo, ¿cómo nos gustaría que nos trataran? Si fuéramos el mesero, la señora del aseo, el señor de la tienda, el que vende bolsas de basura, el celador, entre otros.

Y para no ir muy lejos, ponernos en el lugar de nuestra pareja, de nuestros hermanos, de nuestros padres, de nuestros amigos. A la final todos, absolutamente todos, estamos librando batallas porque esa es la vida, tenemos días buenos, otros no tanto y ahí es que necesitamos consideración de quienes nos aman y a quienes amamos.

¿Y si nos ponemos en su lugar?

En Twitter @AndreaVillate

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