Relaciona2

Publicado el

Pequeños Detalles

Detalles
Detalles

 

Semanas antes del día de la madre, mi papá nos llevaba a un centro comercial para que todas eligiéramos nuestros regalos para mi mamá, que casi siempre el día de la madre coincidía con su cumpleaños, como hoy un 13 de mayo. Siempre mis padres nos recordaban la importancia de los detalles, de celebrar en familia, lo importante de mantener la tradición.

Así que él hacia reservaciones en un buen restaurante y el día de la madre era dedicado ciento por ciento a mi mamá. Siempre en esta fecha le llevábamos, mis hermanas, mi papá y yo, el desayuno a la cama con regalos y flores. Conversábamos, abría los regalos, recibía las llamadas por su cumpleaños y a las 12 del día, debíamos estar todas listas, muy elegantes, para irnos a almorzar. Tengo los mejores recuerdos de aquellos días.

También el día del padre, mi mamá se esmeraba por celebrarle el día a mi papá. Le llevábamos el desayuno a la cama, los regalos, los periódicos del día. Mi mamá hacia un almuerzo especial, nosotras le ayudábamos y decorábamos la mesa con copas y manteles. Nos sentábamos a la mesa, muy elegantes todos, para celebrarle el día a mi papá.

Los detalles eran importantes. No se trataba simplemente de dar un regalo, los detalles también están en celebrar, en festejar que un día entero fuera todo en torno a ellos.

Recuerdo un día de la madre que le compré a mi mamá un osito de porcelana rosado que decía “Te necesito”. Siempre lo tuvo en su mesa de noche, hasta el último día de su vida. Seguramente me habría costado dos mil pesos, pero a ella le encantó. También recuerdo una vez, tendría tal vez 10 años, fui a una miscelánea y le compre una loción a mi papá, yo juraba que era finísima, porque tenía un letrero en francés.  Recuerdo la cara de mi papá, la abrió y sonriendo dijo que la usarían los fines de semana. Y efectivamente los fines de semana me hacían notar que la usaba. Tal vez el olor era horrible, pero la usaba porque yo se la había regalado.  Al pasar el tiempo la encontré en su armario, ya evaporada por el tiempo y tal vez por lo “fina”, pero nunca la botó.

Mucha gente en estas fechas dice que no celebra porque son fechas comerciales y se olvidan de la esencia. No se trata de regalos costosos sino del detalle, de la celebración en sí, de que un día sea dedicado a nuestro ser querido y lo que hace por nosotros. Así como vamos a comprar algo para nosotros, qué bonito es ir a comprar algo para las personas que queremos, pensando qué le gustaría, qué le quedaría bien. También los detalles están en lo que hacemos, por ejemplo un desayuno especial, un almuerzo, una cena, una torta, una carta o toda nuestra atención por un día.

Dicen también algunos que no hay que celebrarlo, porque el día de la madre es todo el año… pero, seamos honestos, no funciona así, por el diario vivir, por las ocupaciones, por que se nos olvida agradecerle su presencia y compañía cada día, tal vez por eso se hace tan importante celebrar estas fechas.

La tarde de ayer estaba comprando rosas para mi casa y un niño de aproximadamente 10 años, se acercó con su mamá al local de flores preguntando qué rosas habían de 10 mil pesos. La mamá muy dulce, lo mira con ternura y le dice – tan lindo, gracias pero, ¿tú no me ibas a invitar mañana a desayunar? Y el niño responde – si, es que tengo 45 mil, menos 10 de las flores, me sobran 35, el desayuno no creo que sea tan caro mamá, eso me alcanza- Obviamente la mamá lo miraba con un amor profundo y sonreía, al igual que todos los que presenciamos esa hermosa escena.

Qué lindo es que a los niños se les enseñe la importancia de los detalles. La vida se nutre de momentos, de detalles, de abrazos, de palabras, de actos y estos valores se aprenden en la casa.

Me encanta ver en los matrimonios de mis hermanas, que sus esposos son muy dedicados en estas fechas, hablan con sus hijos con anterioridad, se ponen de acuerdo en cómo le van a celebrar el día desde el desayuno hasta la cena. Y hacen que mis hermanas tengan un lindo día, al igual que ellas hacen para el día del padre.

Siempre he considerado que para hablar de estas cosas simples de la vida, que parecen obvias, pero no lo son, hay que partir de las propias vivencias. Cuando mi papá estaba enfermo, ya en su etapa terminal, en sus últimos días, nos recomendó que fuéramos a comprarle a mi mamá un vestido, nos dijo lo que quería regalarle para que nosotras fuéramos a comprarlo. Ni su enfermedad hizo que se olvidara de celebrarle a mi mamá lo buena madre que había sido para sus hijas. Mi mamá siempre decía lo mucho que esos pequeños detalles la hacían sentir especial.

Hace tres años, recuerdo que hablando con mis hermanas sobre la celebración del día de la madre, mi hermana Angélica dijo que le celebráramos de todas las formas posibles como si fuera el último. Y no se equivocó. Una semana antes le organizamos una fiesta sorpresa, con toda su familia y la Tuna de la Universidad de América, quienes desde su director, Camilo Reyes, hacían parte del corazón de la familia Villate Gaitan, desde hacía más de 20 años atrás. Le dimos la sorpresa que el fin de semana siguiente viajaríamos todos a Santa Martha para celebrarlo. Ella estuvo feliz y nosotras al verla feliz no podíamos pedir nada más.

Considero que la vida se alimenta de pequeños detalles, que nos recuerdan lo realmente importante. Si nos ponemos a pensar, estas fechas no son otra cosa, que una celebración de amor. Y como siempre lo digo en mis columnas, la vida cambia en un instante. Celebremos hoy, no sabemos cómo estén las cosas mañana.

Esta columna está dedicada a Lucerito y Mona, mis hermanas, las mejores madres que pudieron tener mis sobrinitos.

En Twitter: @AndreaVillate 

Comentarios