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Con la vara que midas, serás medido

Hace 30 años una tarde de julio llegó mi papá a almorzar a casa. Estaba pálido, consternado. Se sentó a la mesa y nos contó a mis hermanas, a mi mamá y a mí, que en el Centro Internacional de Bogotá, en uno de los edificios más altos del lugar, donde mi papá trabajaba, una mujer se había lanzado con su bebe en los brazos. Prendió Caracol Radio y escuchamos la voz de Gustavo Niño Mendoza dar la noticia. En esa época sin Internet, sin redes sociales, tocaba esperar hasta el noticiero de las 7 o esperar al día siguiente en el periódico la ampliación de la noticia. Mi papá cuando nos contó lo sucedido, sin juzgar y sin editorializar la noticia, solo se animó a decir “¿qué pudo haberle pasado para sentir que no había salida?”.

Años más tarde. Mi mamá tomaba clases de pintura. Una compañera de ella, tenía su esposo y dos hijos. Una vida normal y tranquila. Un día su hijo mayor tuvo un accidente de tránsito y murió. A raíz del dolor tan terrible de la tragedia, su matrimonio se fue a pique y su hijo menor pasaba por una gran depresión al perder a su hermano. Una tarde ella llegó de su clase de pintura y encontró a su hijo menor que se había ahorcado en su habitación. Recuerdo que meses después ella fue a nuestra casa a mostrarle a mi mamá el cuadro que había pintado. Su pintura era de la casa en Unicentro, donde había vivido con sus hijos y su esposo. No puedo describir lo que se percibía en su mirada, era una tristeza infinita.  Y mi mamá la trataba con delicadeza y compasión.

Creo que todos hemos conocido alguna historia donde la vida da giros tristes e inesperados y alguien termina tomado la decisión de acabar con su vida. Para no ir muy lejos, el caso de hace unos días de Jessy Paola Moreno Cruz, la mujer que se lanzó de un puente en Ibagué, junto a su hijo de 10 años.

Me causó estupor ver cómo la gente es capaz de juzgar situaciones que ni siquiera conoce. Gente que la tildó de asesina, de loca y de muchas cosas más. Hasta le metían religión, que Dios la iba a castigar y le suplicaban que la perdonara. Una serie de cosas que realmente me dejaron aterrada de ver la soberbia como seres humanos son capaces de juzgar, de criticar a una persona, en vez de mirarla con compasión y solidaridad.

Nadie sabe la sed con que otro vive. Nadie sabe las tormentas que cada uno de nosotros está enfrentando. La vida real no es la vida perfecta de Instagram. Hay una necesidad en la sociedad de mostrar vidas perfectas, holgadas y que todo anda bien, cuando la realidad es que todos tenemos dificultades. Todos necesitamos de otros, de la ayuda de otros, que nos escuchen, sentir que no estamos solos.

Todos somos vulnerables y la vulnerabilidad no es debilidad, es parte de ser humanos. Todos pasamos por situaciones tan diferentes que considero totalmente injusto juzgar el proceder de otro.

Veo constantemente cuando se presentan situaciones como estas, que todos saben qué hacer en todos los casos, porque nos queda facilísimo opinar acerca de qué deben hacer los otros. Pero resulta, que todos somos el resultado de muchas cosas que hemos vivido, que hemos experimentado y por eso nadie en absoluto puede juzgar a otro.

Estas situaciones me acongojan, siempre pienso: ¿será que pudimos hacer algo para que ocurriera algo diferente? Y la respuesta a la que siempre llego es: no se.   Se han puesto a pensar ¿cuánta gente sufre de manera silenciosa?

A veces estamos siempre en piloto automático, nos preguntan ¿cómo estás? Y respondemos casi que de inmediato: bien, gracias. Así no lo estemos. Tal vez por guardar las apariencias o porque pensamos que a nadie le interesan nuestros problemas etc. Pero creo que podemos hacer algo, tratar de abrirnos un poco, dejar que nos ayuden y tratar de ayudar a otro.

Si vemos a alguien triste o preocupado, preguntarle cómo lo apodemos ayudar. Escucharnos más, ser más sensibles ante el dolor o las circunstancias que viven otros y mirarnos más con el corazón, con compasión y solidaridad.

La vida tiene cosas muy bonitas, pero también tiene cosas muy difíciles, unas más difíciles para unos que para otros, por eso creo que se hace tan necesario ayudarnos entre todos.

Considero que situaciones como las de esta semana son un grito de auxilio, no nos dejemos solos.

Como dice una frase: Cada persona que ves, está luchando una batalla de la que tú no sabes nada. Sé amable siempre.

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