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La indiferencia no es una opción

inmigrantes-venezolanosHace un par de meses me acerqué a una estación de gasolina y el señor que me atendió era venezolano y mientras tanqueaba le hice la conversación, preguntándole cómo lo había tratado el país a su llegada, qué tal estaba la situación. Me sorprendió lo agradecido que estaba con Colombia, me contó que duró una semana sacando los permisos de trabajo y 15 días buscando empleo. Ya estaba enviando dinero a su familia e intentando traérsela para Bogotá. Me comentó que mucha gente estaba llegando a la ciudad como su primer destino para hacer una vida y más por las facilidades que tiene en cuanto a permisos de trabajo. Me alegró mucho ver la euforia con la que contaba su historia de llegar y formar una vida de cero en un país, que aunque tenemos muchas cosas en común a la final es extraño.

Comenté sobre este encuentro en una reunión y alguien dijo que eso en vez de ser algo bueno era un problema para los colombianos, pues el desempleo seguía en alza, y si no teníamos leyes definidas en cuanto a inmigración, pues sufriríamos las consecuencias. Consideré en un primer momento un tanto indiferente su posición, pero a la hora de la verdad, tiene algo de razón.

Esto me recordó una noticia que leí en el 2015 sobre los inmigrantes de Oriente Medio que me conmovió. La canciller de Alemania Ángela Merkel asistía a un foro sobre inmigración, y una adolescente palestina, quien llevaba un año viviendo en ese país, tomó el micrófono y le pidió que le permitiera a ella y a su familia quedarse en Alemania pues quería seguir estudiando y vivir como cualquiera de sus compañeros de clase. Reem, como se llamaba la joven, tenía que abandonar Alemania porque a su padre se le acabó el contrato laboral y su permiso de trabajo, por lo que tendrían que regresar a Palestina. Merkel fue implacable y le respondió: “Eres una chica muy simpática, pero en Líbano hay miles de refugiados palestinos. Y si les dijéramos a todos que pueden venir… y también a los africanos… No podemos hacerlo. Algunos van a tener que volver a su país o ir a otros países de Europa». La joven estalló en lágrimas y la política alemana se acercó a abrazarla. Además fue tildada de cruel, por dar una respuesta totalmente sincera.

Cabe aclarar que Alemania tiene una política de inmigración muy severa, pero aun así han recibido a más de 500 familias en calidad de refugiados durante los últimos 5 años, al igual que muchos países de Europa, entre ellos España.

El periodista Héctor Abad Faciolince escribió en éste diario una maravillosa columna acerca de la importancia en no abandonar y ser indiferentes con los refugiados de los países en guerra. Recordó los momentos más trágicos de Colombia, donde muchos emigraron a otros países para huir de la guerrilla y el paramilitarismo. Incluso invitó a varios sectores a que nos uniéramos: “hagamos una vaca entre el Gobierno, ciudadanos corrientes y algunos empresarios sensibles para acoger en estas montañas dignamente a unas personas que huyen desesperadas de la muerte. Salvar a 200 familias es traer un puñado de arena del desierto, casi nada. Pero peor es nada. Colombia debe y puede. Si estamos mejor, es hora de que seamos también un asilo para el mundo que más sufre de lo que nosotros ya sufrimos”. Una propuesta totalmente válida, compasiva, concreta y realista de llevar a cabo. Esta columna se compartió en redes sociales más de 1000 veces, fue tendencia. Hubo hasta debate de todo lo que apoyaríamos la medida, de lo que haríamos… porque todo lo haríamos cuando lo vemos de lejos.

Ahora que nos está tocando tan de cerca recibir y darle refugio a los venezolanos nos ocurre como aquella historia: Dos amigos estaban conversando sobre los índices de pobreza en el país y uno le dice a otro: -«¿Si tuvieras dos casas, donarías una a los pobres?” «Si» – responde el amigo» -«Y si tuvieras dos carros de lujo, ¿donarías uno a los más necesitados?» «Si» – nuevamente responde. -«Y si tuvieras un millón de euros en tu cuenta bancaria, ¿donarías la mitad?» -«Lógicamente, lo donaría» – respondió el orgulloso amigo. -«Y si tuvieras dos gallinas, ¿donarías una para los pobres?» – «NOOOOO» – Respondió – «Pero… ¿cómo? ¿Por qué donarías un apartamento si tuvieras dos, un carro de lujo si tuvieras dos, y 500 mil euros si los tuvieras en tu cuenta…y no donarías una gallina si tuvieras dos? ¡Porque las gallinas, si las tengo! Respondió el amigo.  Moraleja: Siempre es facilísimo pensar qué haríamos en ciertas situaciones cuando no las estamos viviendo en carne propia.

Simplemente, no podemos darle la espalda a un pueblo que está sufriendo, por sus malas decisiones electorales.

Considero que el Gobierno colombiano debe actuar y organizar con los países del continente, para ver cuántas familias podemos recibir y apoyar para hacer una vida. Así como dijo Ángela Merkel, no podemos recibirlos a todos, pero tenemos que darles la mano a los que podamos, y ayudar al resto a hacer su vida en otros países.

Con este problema mundial que es Venezuela, tenemos que actuar, crear refugios, organizarnos, ayudarnos. Lo único cierto en este momento es que la indiferencia no es una opción.

@ANDREAVILLATE

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