Comparto con ustedes una reflexión personal acerca de la serie “Dr. Muerte” (también conocida como “Dr. Death”).

Esta dramatización, basada en hechos reales, sigue la historia del neurocirujano estadounidense Christopher Duntsch.

La serie “Dr. Muerte” en su primera temporada resalta cómo la ambición económica prevalece sobre la ética profesional en el ámbito de la salud en Estados Unidos.

A través de la trama, se evidencia cómo individuos sin las capacidades idóneas para ejercer la cirugía obtienen licencias en varios Estados debido a los intereses económicos de los empresarios del sector médico.

Antes de entrar en materia para mejor comprensión de la temática que estoy tratando debo poner sobre la mesa tres conceptos . Neurodiversidad, neurotípico y neurodivergente

  1. Neurodiversidad: Se refiere a la variabilidad natural en el funcionamiento cerebral y las diferencias neurológicas entre las personas. Reconoce que no hay un “cableado” cerebral estándar y valora la diversidad de habilidades y perspectivas.
  2. Neurotípico: Describe a las personas cuyo funcionamiento cerebral se ajusta a las normas sociales y cognitivas predominantes. Son quienes viven sin condiciones neurológicas atípicas.
  3. Neurodivergente: Hace referencia a las personas con diferencias neurológicas, como autismo, TDAH, dislexia o trastornos del ánimo, entre otros diagnósticos. Estas diferencias no son patologías, sino parte de la riqueza de la neurodiversidad humana.

Es crucial recordar que no todas las personas nuerodivergentes son óptimas en todo, al igual que las neurotípicas.

Ninguna persona es eficiente en todas las disciplinas del conocimiento.

Debemos evitar los prejuicios que limitan el desarrollo pleno de las personas nuero divergentes en la educación superior ,en cualquier ámbito formativo y laboral.

En este contexto, es esencial hallar un balance entre asegurar los derechos de las personas neuro divergentes al mismo tiempo que se mantiene la seguridad y eficacia en todas las profesiones .

Especialmente aquellas en las que una falla podría acabar con la vida de alguien.

Es crucial ser conscientes, tener control sobre nuestras habilidades y proyectos, igualmente que actuar con responsabilidad.

Al luchar por nuestros espacios y herramientas adaptativas, defendemos el derecho a una educación diseñada para nuestras necesidades específicas de aprendizaje.

Mi dedicación a la investigación sobre la neuro divergencia es profunda.

Como periodista y comunicadora, mi objetivo es contribuir con aportes significativos que fomenten el desarrollo pleno de las personas neuro divergentes.

La historia de Duntsch es alarmante y nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad y la ética en la medicina.

En todas las disciplinas profesionales

En la actualidad, contamos con ejemplos inspiradores, aprovecho para hablarles de alguien a quien admiro profundamente por representar un triunfo para la justicia social y los derechos humanos, en especial para el feminismo y las personas neuro divergentes.

Me refiero a Mar Galcerán, la primera diputada con síndrome de Down. Como miembro del Partido Popular, Mar hizo historia al ser la primera persona y mujer con síndrome de Down en ser elegida diputada para un parlamento regional en Europa.

Representa una silla en el parlamento de la Comunidad Valenciana y su misión es transformar la percepción sobre las personas con capacidades diferentes.

La diputada española con síndrome de Down es un ejemplo de que cada individuo es único y posee habilidades distintas.

No puedo ocultar lo difícil que ha sido para mí reconocerme abiertamente como neurodivergente.

Vivimos en un mundo donde los derechos humanos, lamentablemente, siguen siendo un privilegio en lugar de una norma.

Me di cuenta de que los temas relacionados con la cognición son tan políticos y sociales como los de clase, raza o género. Así que decidí desnudar mis propias luchas para dejar de sentirme miserable. Aquí estoy ahora, enfrentando dificultades pero manteniendo mi dignidad intelectual.

Hablar sobre las neurodivergencia se ha convertido en una parte crucial de mi compromiso con las transformaciones sociales.

Observé a personas mucho más jóvenes que yo lidiando con exigencias académicas que no se alineaban con sus capacidades cognitivas. Esto sucedía tanto en instituciones educativas privadas como públicas.

Pese a las dificultades, logré “el milagro” de acceder a la educación superior, a pesar de provenir de una situación de pobreza extrema y ser hija de la violencia intrafamiliar.

Tardé más de dos décadas en lograrlo.

No comparto mi historia en busca de lástima, sino para arrojar luz sobre las condiciones que perpetúan la desigualdad y niegan derechos fundamentales.

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