Psicoterapia y otras Posibilidades

Publicado el María Clara Ruiz

Inmigración y Nuevos Movimientos Religiosos

Si uno es, por ejemplo, inmigrante, si ha perdido el trabajo y no aparecen oportunidades, si uno está viviendo una dolorosa pérdida, o si está en una crisis existencial profunda, lejos de la familia y sin una red social que le compense, puede que le atraiga ese mensaje de salvación que proclaman estos grupos. Porque la angustia que se siente, muchas veces insoportable, parece verse apaciguada cuando alguien le ofrece a uno la solución, claro está, si sigue ciertos pasos necesarios para merecerlo. 

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Los movimientos religiosos con características sectarias son expertos en el conocimiento de las carencias humanas y ofrecen precisamente eso que la gente necesita: cercanía, calidez, amparo. En ocasiones, suele ser la persona la que se acerca a buscar ayuda, ya sea porque un amigo se lo ha sugerido, o porque accede por ese medio a una bolsa de trabajo, o a cualquier otro beneficio. Y desde el primer momento, se inicia un proceso de acompañamiento y búsqueda de soluciones a sus problemas, espirituales o materiales. Lo importante es que se sienta “de la familia”.

Aparentemente, las personas son libres de decidir si quieren, o no, formar parte de la comunidad, y nunca se les pide directamente que abandonen sus costumbres y relaciones anteriores con otros grupos. Sin embargo, estos movimientos suelen utilizar estrategias que enganchan necesariamente, como realizar obras sociales, entregar alimentos y ropa, u organizar actividades que alivian la soledad. Todo suena muy bien hasta que nos preguntamos… ¿Y de qué viven? …

… Pues de las ofrendas que “voluntariamente” dan los miembros de la comunidad. Entonces, las religiones sectarias no tienen necesariamente que aparecer como las sectas de las películas, donde se realizan actos satánicos, y donde la gente acaba suicidándose en masa. No, pueden confundirse incluso con ONG´s o grupos de inversión piramidal, empresas de economía sumergida, fundaciones de ayuda e incluso centros de terapias alternativas ajenas a la regulaciones en el campo de la salud. Una y mil veces más: El problema está en la manipulación, en el secuestro de la autonomía y de la libertad personal, que cae en manos de algo o alguien necesitado de control, de poder y de lucro.

En estos grupos se sabe que la población inmigrante, y en especial la población latinoamericana, tiene una sensibilidad especial por lo espiritual y lo religioso. Es una cultura inmersa en la religión y la salvación. La interpretación perversa del mensaje bíblico: “bienaventurados los que sufren porque de ellos será el reino de los cielos“, ha hecho sus estragos en el carácter cultural. A su vez, hay una gran afinidad por ese pensamiento mágico y el misticismo es una de sus características. Por otra parte, la familia constituye uno de los pilares fundamentales para la estabilidad emocional. Con esos antecedentes y la situación de inmigración que conlleva soledad, aislamiento y distancia, la población inmigrante latinoamericana es especialmente receptiva a mensajes que prometen llenar todas sus carencias, y más aún cuando Dios está presente en la oferta. Y parece funcionar la estrategia, pues es cada vez más abundante la presencia de predicadores latinoamericanos en España. Ellos saben que despiertan empatía, especialmente en los jóvenes, y han llegado incluso a utilizar figuras de famosos para atraer adeptos.

Dado que la estrategia manipuladora es poderosamente efectiva, será necesario estar atentos, y saber detectar cuándo estamos involucrados en una relación sectaria, por nuestra propia experiencia, o por la de una persona cercana que puede necesitar ayuda.

Habría que destacar las siguientes situaciones:

– Cuando estamos en un grupo en el que se defienden las creencias y se interpreta la realidad de una forma única y absoluta, descartando radicalmente cualquier otra posibilidad, sintiendo inseguridad y culpabilidad cuando se toman en cuenta otras posturas.

– Cuando cualquier alteración al orden establecido por el grupo supone una deslealtad, bajo el supuesto de que el líder tiene la verdad.

– Cuando se experimenta el llamado “Síndrome de Estocolmo”, que se refiere a la complicidad que establece la víctima de una manipulación con su agresor (en este caso el líder), admirándole y defendiéndole ciegamente.

– Cuando se desarrolla o se intensifica la desconfianza hacia uno mismo y hacia quienes no pertenecen al grupo, que se perciben como inferiores por estar perdidos, por no ser privilegiados al pertenecer a éste.

– Cuando se vive inseguridad con el propio criterio, dudas e incertidumbre hasta el punto de depender excesivamente de la ideología del grupo.

– Cuando se mantienen dos personalidades simultáneamente, una que responde a la vida anterior a entrar en el grupo, y otra después de entrar en la relación sectaria, y que no ha sido integrada individualmente, sino fruto de manipulación.

– Cuando aparecen episodios persistentes de sensación de extrañeza o distanciamiento, como si uno fuera un observador externo de sí mismo.

– Cuando el grupo exige guardar secretos y misterios revelados internamente.

Desde luego, no parece compensar la ventaja de una efímera seguridad, con lo que conlleva para la salud mental acceder a estos movimientos, que utilizan la sensación de familiaridad y otras carencias, para captar adeptos. Porque estas situaciones, estados psicológicos y sensaciones, provocan necesariamente un deterioro en todas las áreas de la vida de la persona. Dejarlo, tampoco parece, ni fácil ni cómodo, ya que se ha estado un periodo de tiempo vinculado a una relación que se basaba en el dar y el quitar, y como el fundamento estaba en la manipulación y la dependencia, al separarse es frecuente experimentar de nuevo síntomas como depresión, aislamiento, sentimientos de culpa o miedo, que valen la pena resolver adecuadamente. Y resolverlo quiere decir recuperar la capacidad de gestionar la vida con autonomía y hacer uso de la libertad individual, no pasar a otro grupo con iguales o parecidas características para seguir repitiendo la dinámica, como sucede en muchos casos.

Recordemos que la inmigración, aunque conlleve en ocasiones dolor y sufrimiento, es una oportunidad de oro para la evolución personal, y depende de cada uno defender la autonomía, accediendo a los servicios de ayuda desde la base del derecho a una inmigración digna y saludable.

 

María Clara Ruiz

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