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¿Cómo trabajar juntos por la educación rural en Colombia?

Aunque en el diario vivir de las urbes colombianas no se sienta, ni reconozca; la realidad es que el país es más rural de lo que pensamos. Tres cuartas partes de los municipios del país son predominantemente rurales y la geografía es en un 95% del territorio nacional de uso rural, aunque cerca del 15.1% de la población está en la ruralidad dispersa, 7.1% en centros poblados y el 77,8% en cabeceras municipales (Bautista et al, 2019).

Lo cierto es que aunque el país es predominantemente rural, la situación de la población rural presenta grandes inequidades frente a la población urbana. Existen amplias diferencias en las condiciones de las viviendas, en el acceso y disponibilidad de servicios públicos, en la baja escolaridad y en las escasas posibilidades de generación de ingresos y empleo dignos y permanentes. La educación rural casi nunca ofrece una buena formación integral contextualizada y durante todo el proceso formativo de las personas, las tasas de cobertura educativa (neta y bruta) en los municipios de alta ruralidad siguen siendo preocupantes, los estudiantes deben recorrer largas distancias para acceder al sistema educativo y los retos frente a la calidad de la educación de las instituciones educativas rurales amplían las brechas de inequidad social en el país.

Además de estas situaciones, las vivencias del conflicto armado colombiano han afectado de manera más fuerte a los territorios rurales y entre éstos con una mayor incidencia a la ruralidad dispersa. La geografía del conflicto armado en el país coincide fuertemente con la ruralidad colombiana lo que ha aumentado las situaciones de inequidad social en el país y nos pone el reto de trabajar las memorias de violencia que existen actualmente en los territorios (Bautista et al, 2019).

Frente a todos estos retos y buscando generar un espacio amplio de discusión y debate sobre la situación de la educación rural en el país, incluyendo análisis sobre las problemáticas y desafíos principales de la educación rural dispersa y socializando propuestas para avanzar hacia una educación que cierre las brechas entre el sector rural más urbano y la ruralidad dispersa en los territorios; la Fundación Compartir lideró en junio de 2019 la realización del Encuentro de Educación Rural: ¿Cómo trabajar juntos por la educación rural en Colombia?, Espacio para compartir experiencias y forjar nuevos caminos, en alianza con la Universidad de La Salle.

El Encuentro contó con la participación de más de ochenta asistentes que aportaron desde sus conocimientos y experticia en el trabajo en educación rural desde el sector público, la empresa, instituciones educativas, universidades, escuelas normales superiores, secretarías de educación, fundaciones, organismos de cooperación internacional, asociaciones y una diversidad de instituciones que trabajan el tema de la educación rural en el país. Los asistentes fueron invitados a participar en cinco mesas de discusión abordando debate sobre la temática de manera profunda y concreta en términos de poder aportar ideas y conclusiones para los procesos de mejoramiento de la educación rural en el país. Por supuesto, los retos de la ruralidad colombiana son muy amplios y los cinco temas trabajados en el encuentro son apenas algunos de ellos:

  • Desarrollo curricular y modelos pedagógicos en la educación rural
  • Desarrollo de competencias socio emocionales en la educación rural
  • Formación inicial de docentes rurales
  • Formación en servicio de docentes rurales
  • Gestión escolar en educación rural, rol de los directivos docentes

El Encuentro deja claro la gran necesidad que existe en el país de adelantar este tipo de espacios de trabajo conjunto y buscar entre todos los actores e instancias nuevas maneras de cualificar la educación rural y proponer escenarios verdaderos de mejoramiento de la ruralidad en el país. Es decir, este tipo de escenarios de debate son fundamentales y se hacen vitales en la construcción de una Colombia que tenga presente la educación rural para su avance como sociedad.

Se hace prioritario entender y aceptar la amplia diversidad que existe en la ruralidad del país. No solo porque se evidencian diferencias significativas entre la ruralidad más urbana y la ruralidad más dispersa; sino porque se hace necesario pensar los distintos tipos de ruralidades que implican las poblaciones campesina, afrodescendiente e indígena. Asumir las distintas ruralidades que operan en el territorio obliga a superar la estandarización de los programas y proyectos educativos y diseñar propuestas con participación directa de las comunidades que atiendan de forma cercana sus intereses y necesidades.

Igualmente, las diversas condiciones del mundo rural y las altas demandas de la ruralidad en Colombia exigen de las instituciones educativas mucho más conocimiento del territorio y mayor flexibilidad en la interacción social con las comunidades. Valdría la pena repensar el papel de la escuela y el rol del maestro de forma precisa y específica para la ruralidad, entender que parte del impacto de la escuela es avanzar en la movilización cultural de los territorios y desde allí hay que reconocer su misión social en los contextos rurales. Importante pensar la educación rural desde el relacionamiento de escuela, familia y comunidad y asumir la responsabilidad de contribuir al desarrollo endógeno de los contextos, identificando y fortaleciendo valores culturales propios y generando procesos de reconocimiento e identidad por parte de los estudiantes. Es decir, lograr propuestas que ayuden a la institución educativa rural a movilizar el territorio hacia prácticas sociales de mayor convivencia pacífica y participación democrática en los contextos, que restituyan las vivencias tan marcadas de violencia y conflicto armado que han tenido las comunidades.

El reto es entonces lograr dignificar la educación rural en el país y fortalecer la vocación rural en los territorios. Para esto, importante no pensar la ruralidad desde la carencia, sino movilizar los imaginarios sociales para visibilizar las fortalezas, capacidades y oportunidades propias de la ruralidad colombiana. Esto demanda también un cambio en las posturas comparativas y dejar de pensar lo rural desde lógicas de funcionamiento y relacionamiento netamente urbanas. El reto es entonces reconocer la ruralidad desde sí misma y desde allí fortalecer y generar propuestas de mejoramiento y cualificación de los procesos educativos, lo que se constituye como una urgente prioridad en la actualidad del país.

Referencias:

  • Bautista, M. & González, G. (2019). Docencia Rural en Colombia. Educar para la paz en medio del conflicto armado. Fundación Compartir. Bogotá – Colombia.

    Autor:
    Juanita Lleras
    Psicóloga y maestra en Artes Plásticas de la Universidad de Los Andes.

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