Omayra

Publicado el Pablo Aristizábal Castrillón

El discreto encanto de la fantasía

La fantasía es un aspecto que abarca todas las dimensiones humanas y puede ser comprendida en múltiples sentidos, desde el deseo no realizado hasta el razonamiento absurdo, carente de cualquier lógica. Para la gente más práctica, la fantasía es inútil y está destinada a ser una diversión infantil, como de películas animadas, libros ilustrados, o literatura juvenil. A los que más se les admite el interés por lo fantástico es a los niños. Pues, a no ser que haya una connotación sexual, campo en el que la variedad que ofrece la industria promueve el estímulo de cualquier fantasía lujuriosa, que un adulto siga con juegos y roles parece ridídulo. Da tristeza ver a un tipo de 27 años vestido como Harry Potter, montado en una escoba, pretendiendo que juega Quidditch, pero es grandioso ver a una cuarentona vestida de policía –a pesar del desprestigio de la Policía Nacional–, sosteniendo unas esposas.

Algunos creen que la fantasía tiene más protagonismo en la vida que el pensamiento racional. Pero, para no irnos todavía hasta ese extremo, que puede sonar cursi, digamos que, por lo menos, la fantasía es un refugio contra el tedio, la frustración, la monotonía, el éxito, la enfermedad, etc. Siempre se puede recurrir a ella, por medio de cualquiera de las puertas de acceso que existen, de las cuales el sueño y el arte son las más representativas de todas. Aunque esto sea un arma de doble filo, porque la diferencia entre refugio y evasión es muy estrecha, y por fantasear demasiado se corre el riesgo de ausentarse de la realidad, más aún cuando esa es una tentación enorme.

Pero el punto es más álgido aún, pues la fantasía se construye con frecuencia a partir de las carencias, evasiones y fracasos de la vida, los cuales remiten casi siempre a lo mismo: la condición finita del humano. En últimos términos, la muerte. Nuestras carencias y evaciones son bastantes. Por eso es que los fantasmas, que comparten la misma raíz de la palabra “fantasía”, hacen tantas apariciones. Todo fantasma significa una ausencia que se presenta de algún modo, como el fantasma del comunismo, que asusta gende desde la época de Marx, o cualquier muerto que se aparece, medio transparente y tenebroso, porque tiene algún asunto pendiente. La fantasía es una deformación de la realidad o, quizá, la realidad es una deformación de la fantasía, no se sabe.

Escapamos a la fantasía para refugiarnos de los desastres de la vida, pero, al mismo tiempo, representamos esos desastres en la fantasía. Los sueños explican los acontecimientos, aunque también los sueños se comprenden a través de que nos ocurre. Lo mismo sucede con el arte, la literatura e, incluso, con las fantasías sexuales, existe una mutua relación entre ellas y la vida cotidiana. En las películas el fantasma desaparece cuando resuelve todos los asuntos pendientes, ahí trasciende, y nunca hubiera aparecido si todo hubiese estado resuelto desde el principio. Pero casi cualquiera sabe que es imposible resolver todos los asuntos pendientes, esa es nuestra condición finita, imperfecta, y es el origen de todas las carencias, de todos los fantasmas. No es que la fantasía sea necesaria para vivir, nada de eso, es que para los humanos que aún estamos bastante lejos del Nirvana es innevitable, y justo en eso consiste su discreto encanto.

 

PAC

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