Narices dilatadas

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Dos postales de activistas pro-descriminalización

Dos postales sobre los reformadores de política de drogas en Estados Unidos.

Salí a comer con dos recién conocidos, también en Albuquerque para asistir a la conferencia. Nos conocimos en la van que iba del aeropuerto al hotel. Una Chica de Virginia y un man de Nueva York. Todos nos habíamos conocido ese mismo día. Ambos tienen sus trabajos normales, uno como asistente de un abogado, la otra como profesora de música. La antiguerra contra las drogas parece en ellos un estilo de vida, un hobbie, separado de sus trabajo. Ambos han estado en conferencias anteriores (se hacen cada 2 años). Al menos por lo que puede reconocer, ninguno tiene ningún interés ulterior: conseguir un trabajo con una organización, ganarse una beca, figurar en medios, nada que reporte un interés inmediato. Parece una conferencia para limpiar consciencias y ocupar vidas con significados más amplios.

Luego de la comida me invitaron a una fiesta de una organización. Sus miembros alquilaron una casa cerca al centro de convenciones e invitaron a personas de organizaciones similares. Entre ellos se conocen hace tiempo. El público de la fiesta era bastante joven, con algunas excepciones de gente bastante más madura.

Una de las conversaciones en la terraza era entre una chica de unos 30 años con un tipo de unos 32. Eran amigos desde antes, y yo estaba parado a lado esperando a que rotaran la pipa. Ella decía que sólo hasta hace poco había empezado a ver la marihuana como una medicina. Había estado sufriendo ataques de migraña y se dio cuenta que trabarse todos los días le ayudaba a evitar los dolores y reducía los episodios. Luego contó que su esposo era un paciente registrado, es decir que podía comprar marijuana legalmente, porque sufría de ataques de pánico. El man con el que estaba hablando compartió su historia de salud diciendo que él también sufría de migrañas. Un tipo que pasaba por ahí se unió a la charla de lamentos físicos y curas psicotrópicas con su historia de asma y marihuana vaporizada.

Mientras uno de ellos llenaba una pipa de plástico con moños de yerba parecidos a esponjas verdes con chispitas rojas, empezaron a hablar de los tipos de marihuana. “Esta es índica”, “Ah, en serio, la mía es sativa”, “Oh, qué buen sabor”, “Sí, y el efecto es energizante”.

En realidad el efecto es fulminante para un catador colombiano acostumbrado a la yerba de monte común y corriente que se fuma en Bogotá. Dos ploms y uno queda totalmente trabado. Como quería poder seguir hablando en inglés me fumé sólo uno y quedé gesticulando en spanglish.

Pronto, más sobre la conferencia.

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