Líneas de arena

Publicado el Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

Jorge Consuegra, con el afecto de siempre.

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Jorge Consuegra, gestor de amistad

Hoy es uno de esos días en que duele despertarse. Leo en la edición virtual de El Espectador la noticia del fallecimiento del querido amigo Jorge Consuegra, periodista, investigador, profesor universitario, pero sobre todo gestor cultural, una especie de mecenas que sin dinero pero con ideas, impulsaba a escritores y artistas colombianos. Va un testimonio de agradecimiento al activista cultural, pero sobre todo al amigo. Las imágenes que ilustran esta nota, las he tomado de Libros & Letras  (Libros & Letras), la creación de Jorge, su equipo de colaboradores lo entenderá.

Mi relación con Jorge Consuegra se inició cuando cierta vez envié un artículo para Libros & Letras, la revista cultural que se inventó en papel y que sigue su travesía en el mundo en Internet. En aquella época Libros & Letras se anunciaba como “agencia cultural de noticias”, luego ya como revista alcanzó notoriedad al lanzar el Premio Nacional de Literatura que ha reconocido a destacados escritores colombianos, un premio que tuvo la novedad de ser democrático, al entregarse por voto de los lectores. Recuerdo que a Jorge le gustó aquel artículo y desde entonces no dejé de publicar colaboraciones para la revista, mientras se cimentaba nuestra amistad.

Gracias a Jorge, conocí a varios grupos musicales, conformados por jóvenes intérpretes dedicados a rescatar los aires auténticos de la música colombiana como el bambuco, ha sido uno de los mejores descubrimientos de la vida y una reconciliación con la misma, pues no dejo de lamentarme que la música colombiana vernácula haya perdido la batalla en las emisoras de radio frente a esperpentos como la llamada “música del despecho”, auténtica apología de la ordinariez, el sexismo e incluso el delito.

Sin embargo, Jorge me convenció que no todo estaba perdido y me contactó con grupos como Campanitas (entrañable formación familiar de donde surgiría Diana Hernández, más conocida como María Mulata), Barrockófilo, Guafa Trío, a quienes tuve oportunidad de promover durante mis servicios diplomáticos en Nicaragua, aclarando que en su labor como promotor, Jorge no cobraba un peso, su pago era la satisfacción de ver a los grupos salir al exterior. Eran actos de amor como los que le caracterizaban.

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Uno siempre veía a Jorge con un bonito sweater rojo de lana que combinaba con corbata, era su señal de identidad en el mundo, es probable que tuviera toda una colección de estos confortables sacos, pues siempre se veía impecable. Así como era un hombre sencillo y afable en su trato, resultaba de gustos refinados, recuerdo con cariño una cena que compartimos en su casa hace algunos años, que se condimentó con bossa nova brasileño y un vino caliente que contrastaba con el frío de la sabana bogotana. Ahora bien, con Jorge nos vimos pocas veces, nuestra relación fue la epistolar cibernética afectiva, es decir, una cantidad de correos electrónicos que atesoro, como recuerdo de una bonita amistad.

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Ahora cuando Jorge ha decidido marcharse, me permito compartir un párrafo que le escribí hace varios años. “El afecto no pesa, no se convierte en carga cuando es sincero. Afortunadamente todavía no lo venden en los supermercados, es de las pocas cosas que escapan a la globalización mercantilista. Se da y se recibe con una sonrisa.” Debo agregar ahora, con una sonrisa como la que siempre vestía Jorge Consuegra.

Como propuesta a Ileana Bolívar y demás herederos de Jorge en Libros & Letras y como homenaje al legado de su fundador, sugiero que el Premio Nacional de Literatura que promueve la revista, desde ahora lleve el nombre de Jorge Consuegra.

Jorge igual que el suscrito, era también habitante intermitente de Twitter, de vez en cuando entraba y dejaba algún mensaje; sobre todo promocionaba los artículos de Libros & Letras y precisamente el último trino aludía a la sinfonía No. 2 de Gustav Mahler, titulada “Resurrección”.

Querido Jorge, mientras escucho esa pieza sinfónica, aquí me quedo esperando tu resurrección para que me contestes el último correo que te escribí. Con el afecto de siempre,

Dixon

Dixon Acosta Medellín

En Twitter no me gusta despedir a los amigos, pero en ocasiones debo hacerlo como @dixonmedellin

 

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