Líneas de arena

Publicado el Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

Colombianas de papel

Las mujeres de papel en este caso no son fotografías relucientes de modelos altivas, voluptuosas o flácidas, que venden alguna fórmula secreta de belleza. De hecho, no son de carne y hueso (más de hueso, si creemos lo de la costilla), en este caso son las creaciones de esos pequeños dioses llamados escritores, que juegan a inventar nuevos mundos, encerrados en murallas de papel. A ese tipo de mujeres deseo referirme, a las mujeres de mentiras, las mentiras necesarias y siempre bienvenidas del mundo de la literatura.

La lista debe comenzar necesariamente con el nombre que Jorge Isaacs escogió para su máxima obra, María, la heroína romántica por excelencia, encarnación en letras de la mujer vallecaucana, importante porque fue el primer best seller de la literatura colombiana con traducciones a diferentes lenguas, así como protagonista de la primera película en la filmografía nacional y de la cual se han realizado más versiones extranjeras en el cine (hasta el momento tres, según mi cuenta). Gracias a María, se dio la pequeña pero importante migración japonesa al Valle, por lectores nipones enamorados del personaje y del entorno descrito.

Se destaca Manuela, quien de la mano de Eugenio Díaz es de las primeras en protestar sobre las desigualdades sociales en nuestro país. Las mujeres de José María Vargas Vila, Aura y Luisa García la desdichada de Flor de Fango, La Marquesa de Yolombó, recuerda sobre la aristocracia criolla, que todavía desfila en algunos salones. En La Vorágine, el protagonismo de Alicia decae a lo largo de la novela, robándoselo otra presencia femenina, la selva. Helena quien da vida a Una mujer de cuatro en conducta de Jaime Sanín Echeverri, representando el difícil tránsito rural a lo urbano.

El universo garciamarquiano es capítulo aparte, porque del genio de nuestras letras han surgido nombres y presencias femeninas irremplazables como Úrsula, Remedios, Fermina, la Mama Grande, Ángela Vicario y otras tantas.

Pero si hay una mujer de ficción clave, personalmente lo encuentro en la figura de Genoveva Alcocer, la Tejedora de Coronas de Germán Espinosa, mujer ilustrada y revolucionaria, que a lo largo de un siglo estremece a la vieja Cartagena y a buena parte de Europa. No puede olvidarse la trilogía Femina Suite (Juego de Damas, El Toque de Diana y Finale Capriccioso con Madonna) de R. H. Moreno Durán, con su galería de recuerdos de aquella Universidad Nacional de los setenta, con sus mujeres indispensables. Incluso en los terrenos de la ciencia-ficción aparece Glitza, a quien se le concede la nacionalidad colombiana por ser hija de uno de los pioneros del género en nuestro país, Antonio Mora Vélez.

Álvaro Mutis le influye vida a su depresivo Maqroll cuando lo rodea de mujeres que le terminan robando protagonismo como Illona. Inés de Hinojosa quien le dicta a Próspero Morales su turbulenta vida pecaminosa. Celia se pudre, mientras la observa Héctor Rojas Herazo. La última tal vez que representa la pesada década -no pasada, de los ochenta, Rosario Tijeras, novela que nació siendo película. A esta galería se une Agustina, la protagonista silente de Delirio la gran novela de Laura Ramírez.

Seguro faltarán otros nombres de personajes literarios femeninos, a ellas y a sus creadores rendidas excusas, pero quizás caritativos lectores puedan complementar el listado.

Esta es la verdadera pasarela de mujeres imprescindibles, así sean de mentiras de papel.

Dixon Acosta Medellín

@dixonmedellin

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