Durante años el escritor Wade Davis ha sido uno de los mayores defensores del ambiente en Colombia, en esta conversación sostenida en Cartagena hablamos de la actualidad del país, de su vida y su paso por nuestra historia.

Diego Aretz: Quisiera empezar esta entrevista hablando un poco, porque hablar contigo no es hablar con un extranjero. Si hay alguien que ha demostrado, que ha absolutamente recorrido y demostrado su afecto con un territorio, con unas comunidades, con un país es Ud. Entonces el primer paso de esta entrevista es agradecer su consideración porque estamos en una urgencia, tenemos una emergencia ambiental, estamos viviendo municipios que nunca habían tenido un calor tan alto en Colombia. Los ríos siguen contaminados, la sierra Nevada que es un interés común sigue con problemas muy grandes, nuevos y complejos. ¿El incansable Wade, que piensas de todo eso?

Wade Davis: Mire, no hay tiempo en la historia, en cualquier país, en que no había conflictos, problemas, peligro, ¿no? Y la gente que está viviendo en el momento no puede tener un perspectiva amplia. Y cuando alguien que es de fuera, un extranjero, que tiene otro perspectiva, puede poner casi como un espejo a un país, mostrar lo bueno. Claro, como mi país Canadá, tenemos problemas como Colombia tiene problemas, y al mismo tiempo, hay tanto de bueno. Para mí como escritor hay muchos periodistas que están escribiendo todos los días sobre lo mal, los problemas, el peligro, pero para mí, mi puesto y no es una manera muy inocente porque en mi libro Magdalena hay mucho colombianos que me contaron que casi no pueden leerlo porque las historias de violencia, conflicto, los muertos, los cuerpos en el rio magdalena … Pero al mismo tiempo, yo creo que olvidamos que ese conflicto de cincuenta años, siete millones de desplazados, a lo menos cuatro cientos mil muertos, olvidamos el impacto psicológico, más que todo para los jóvenes. Y es interesante porque por la verdad, claro que me encante Colombia, claro que llegue cuando era muy joven, y fue una experiencia muy importante para mí en la vida, y después como estudiante en la universidad, viajando en todo parte, claro que es mi vida. Entonces es un poco raro la manera en que yo tengo tanta reputación aquí en Colombia. Y lo que es interesante en eso es el poder de los libros. Todo el mundo esta diciendo que la gente no esta leyendo, y bueno, en la feria del libro de Bogotá hay como quinientos mil participantes… Es interesante que los libros pueden tener una influencia muy importante, y por ejemplo cuando salió El Rio en español, en 2002, fue una edición de no más de quinientos ejemplos, pero por palabra y poco a poco…se fue leyendo

P: Como los ríos de la Sierra

R: Si, y a mi me parece que fue más que todo porque cuando salió era un tiempo muy duro para Colombia, toda la prensa era sobre la droga, narcos, Netflix y todo eso. Y en ese momento salió un libro de 650 páginas, sin una palabra contra Colombia, una palabra desmentida, es totalmente un libro de colores y cariño y yo creo que, para los jóvenes que no podían viajar en su propio país, fue casi un mapa de sueños, es muy interesante. Es una cosa que me toco mucho y de que estoy muy orgulloso. Colombia siempre tenía una tradición de la ciencia muy profunda, Mutis y Humboldt y todo eso, pero en Colombia muchos de los científicos, más que todo de 30 a 50 años, en una manera o otra, fue inspirada por este libro y eso me toca mucho. Y también, Magdalena que salió en 2020 en un momento de esperanza, antes del acuerdo y todos los problemas políticos, este libro también empezó de una manera casi como un accidente. Pero por fin es como una alegría para el país, y estoy diciendo eso porque la cosa es, cuando la gente, después de cincuenta años de guerra, una guerra que no fue culpa de los colombianos, es obvio, fue culpa de todos los países que estaban consumiendo la cocaína … Es un libro que dice que Colombia no es un país de la violencia, hay violencia como en cualquier otro país, pero no es un país de la violencia, de la sangre, de la droga o cualquier cosa. Es un país de colores y cariño, y como digo en el libro, solamente un pueblo como los colombianos podía sobrevivir un conflicto tan difícil durante tanto tiempo. Y después todos estos años, tan duros, el país mantiene su democracia, su sociedad civil, los parques nacionales, respeta los derechos humanos de los indígenas más que todos en el Amazonas, y también cambian todas las ciudades. Y por eso yo creo que el libro fue como un espejo al pueblo colombiano, no en una manera inocente, como un gringo que le quiere Colombia, no es que, hay que mirar en este espejo y ustedes son increíble; un país de colores y cariño, diversidad cultural, una historia tan increíble, y yo estoy tratando seguir en eso. Una cosa muy interesante durante los cinco años de trabajo con Magdalena, en todas partes de la Cuenca del Rio, había una cosa muy constante, fue muy interesante, ni un policía ni un sacerdote, un pescador… cualquiera persona que, de una u otra manera, sin que yo lo haya sugerido, no dijeron algo como “para limpiar nuestra alma hay que limpiar el Rio, si podemos limpiar el Rio podemos limpiar nuestra alma”. Fue muy profundo, ese fue como un mensaje constante que subió de la tierra de Colombia. Un esperanza profunda.

P: Wade, como sientes y como lees lo que esta pasando en el momento en el país, naturalmente. Petro y su equipo han mostrado que quieren hacer cosas, van a las COP … El tema ambiental estaba muchísimo en su discurso de campaña, estaba mucho en su proyecto político de alguna manera. Pero si ha visto es una realidad, hemos visto estos resultados, ¿tú qué piensas de eso?

R: Pues yo tengo un libro que va a salir en abril, en inglés, que es una colección de escritos y hay un temor climático, una preocupación básica que básicamente argumenta que todo lo que estamos haciendo sobre el clima no va a ayudar y llama a una forma completamente diferente de pensar en las cosas. Y una de las cosas que sucede es que se ha vuelto para cada país en el mundo al nivel de los presidentes y los que tiene tiempo para viajar a Dubái o cualquier otro sitio. Es solo para repetir el mantra de la ortodoxia climática “tenemos que llegar a cero emisiones netas”. Pero no va a suceder. No está sucediendo; no sucederá. Y la única forma de que suceda es que las personas que dicen “tenemos que llegar a cero emisiones netas antes de abordar otros problemas del mundo” no entienden que solo atacando esos problemas llegaremos a cero emisiones netas. Si me preguntan cuáles son las cosas más importantes que podemos hacer para crear resiliencia climática y llegar a cero emisiones netas, es liberar a las mujeres y darles opciones reproductivas, sin duda alguna. Educar a las mujeres es lo más importante que podemos hacer por el clima. Y eso no parece lógico, pero es la verdad. Y por ejemplo, el dinero en París que se destinó y que nunca se gastará porque nunca aparecerá, pero en papel, el dinero que se iba a gastar cada año a lo largo del siglo, si tomaran un mes de ese presupuesto, sería suficiente dinero para sacar de la pobreza extrema a la población mundial. Un mes. Por ejemplo, donde vivo, Vancouver, ha anunciado con gran fanfarria que será cero emisiones netas para 2030. Mientras tanto, la provincia de Columbia Británica, donde se encuentra Vancouver, el gobierno colude con la industria para talar sesenta y cinco millones de metros cúbicos de madera cada año, destruyendo medio millón de hectáreas de bosque y tierra, que es un sumidero de carbono, ¿verdad? Entonces, la hipocresía… John Kerry viaja por el mundo diciendo a países como Colombia que dejen de producir carbono, y ustedes representan menos del uno por ciento, y el petróleo es la mayor fuente de ingresos extranjeros. Mientras tanto, mientras hace eso, Estados Unidos ha aumentado completamente su consumo de carbono, convirtiéndose en el mayor productor de gas natural. De hecho, el presidente Biden autorizó más arrendamientos de petróleo y gas que Trump, por mucho. Y ¿van a decirle a Nigeria, donde hay doscientos millones de personas, cuyo ingreso es aproximadamente una doceava parte de los Estados Unidos, que el setenta por ciento de su presupuesto federal proviene del petróleo, aproximadamente el cuarenta, cuarenta y cinco por ciento de su PIB es a base de petróleo, y les van a decir que dejen de producir petróleo para seguir la agenda climática de los países europeos o potencias coloniales antiguas? No lo creo. Entonces, la cuestión es, el realismo climático no es apatía, al igual que la retórica no es un sustituto de los resultados. Entonces, creo que lo que realmente necesitamos hacer por el clima, en primer lugar, una red de energía sin carbono no importará en absoluto si la energía sigue siendo utilizada para destruir los sistemas naturales del mundo. En este momento, fuerzas antiguas en Europa del Este están siendo trituradas para hacer astillas de madera que se venderán a Alemania como energía renovable, para que Alemania pueda alcanzar el llamado “objetivo climático”. Y lo que más necesitamos hacer, si vamos a sacar el carbono de la atmósfera, es proteger nuestro medio ambiente. En Canadá, tenemos fuerzas industriales que arrasan con los bosques, y principalmente para hacer papel higiénico. Hay tanta información mal pensada. Podría seguir y seguir… Y por eso escribí el ensayo.

P: Quizás las personas equivocadas estén aprovechando todas las discrepancias de opiniones mientras nos enfocamos en otros problemas. ¿No hay un gran espacio para estas personas?

R: Hay muchos otros problemas en el mundo, pero no son realmente relevantes. Podría seguir y seguir hablando de eso…

P: Yo crecí en este país viendo y sintiendo las profundas desigualdades que nos caracterizan. Tus libros y tu manera de ser, no solo tus libros porque creo que para nuestra generación es muy importante no solo su obra sino la persona. Y cuando te veo a ti con los indígenas, te veo ti viajando por el río, te veo con la humildad hacia las comunidades en un país tan clasista, tan racista, era una lección muy bella. Y eso no solo creo que fue una carta de amor, sino fue una enseñanza de amor a los propios colombianos y su historia. Y eso lo agradezco personalmente. Pero al mismo tiempo, quedan las preguntas de que podemos estar haciendo mal en este momento y que oportunidad podemos estar perdiendo en este momento. No la que se perdió antes.

R: En los años setenta, por ejemplo, Colombia fue muy aislada, no era fácil viajar en avión o en barco en ese tiempo. Mi punto es que ahora, Colombia es totalmente Cosmopolita, Bogotá es como Nueve York. Y con la guerra y el conflicto más de cinco millones de colombianos tuvieron que salir del país, y los jóvenes más que todo. Pero ya están regresando, como usted. Y están regresando aquí con una capacidad profunda en cualquier vocación, las ciencias, los artes, la prensa… Y así, creo que hay este momento increíble que va a suceder, y esperaba que sucediera con los acuerdos de paz, cuando la paz va a estallar con estas oportunidades y potencialidades.


Había también un intercambio que me encanta con un amigo de Bogotá, Patricio Von Hildebrand, de la fundación Gaia. Había un intercambio en el cual tres príncipes de Qatar fueron en la Amazonia y tres chamanes fueron a Qatar. Y yo estuve en Doha cuando llegaron los indígenas con Patricio. Fuimos con nuestros compañeros de Qatar, para cazar con falcones en el desierto. Y todo el día, las caras de los chamanes estaban más y más tristes, una tristeza profunda. Y por fin después de tres semanas, cuando regresaron en Bogotá, fueron hablar con Martin, y Martin pregunto como fue, y los chamanes dijeron: “Martin, terrible, terrible… más terrible que terrible”. Y Martin pregunto, ¿Qué paso? Le respondieron, “por allá la gente esta tan pobre, la única cosa que tiene es la plata.” Porque no había agua, arboles no había nada, era un desierto puro. No había lagunas, animales, arboles… Entonces para mi es una historia muy profunda.

P: ¿El Magdalena, que vamos a hacer con el Magdalena?

R: Bueno, la cosa es que, es muy interesante. El ex alcalde de Barranquilla que es muy amigo mío, y otros en Magdalena, me dijeron que la cosa rara es que después que todo este viaje, el rio magdalena, y claro que la ciudad de Barranquilla tiene que sacar su agua, no es tan sucio, no es como venenoso, después de toda la basura. Es porque los ríos tienen una capacidad de renacimiento muy profunda. Mira el río Hudson, cerca de Nueva York, estaba completamente contaminado. En una generación, ahora puedes nadar en él. En 1977, el British Museum declaro el rio Thames como totalmente muerto al nivel biológico. Un rio muerto. Y ahora hay en el rio Thames 125 especias de pescado, delfines nadan acá. Es la misma cosa con el Rio Seine en Paris. Ríos pueden renacer de una manera increíble. Y esta cosa, recibe menos atención de la que creo que debería tener, el renacimiento de la tierra. La tierra es tan resiliente. Entonces, en este momento, hay planes para limpiar el Río Bogotá. A lo menos la mitad de los productos químicos, de la suciedad del Rio Magdalena viene de Bogotá. Claro que el Rio Magdalena es un rio de comercio en que hay población en todas las partes. Nunca fue y nunca puede ser puro. En una manera también es una metáfora.

Es como si el mundo se estuviera desmoronando, y Colombia está cayendo con él, diciéndole que limpie el río más grande. Todo lo que tienes que hacer con un río es dejar de arrojar basura en él, y se limpia por sí mismo. Así que cuando digo que limpiemos el río, no estoy diciendo ingenuamente que sea algo fácil de hacer o que alguna vez se haga. Y estamos hablando del río de la vida para un país de cincuenta millones de personas, nunca va a estar más limpio que el San Lorenzo o el Misisipi o cualquier otro río, tendrías que retroceder cientos de miles de años para eso. Pero ese no es el punto. Hay una gran diferencia entre un río que es conocido como el cementerio de una nación y un río en el que los niños pueden nadar y la gente puede beber el agua. Todas estas cosas están conectadas y cuando algo bueno le sucede a la naturaleza, la gente se siente elevada. Todo el mundo entiende que Colombia tiene más biodiversidad que cualquier otro país, pero es más que eso. Colombia es el único país en el mundo que fue un asilo en una visión de la naturaleza, y no es un dicho o una cosa romántico, es la verdad. Entonces podemos decir que en Colombia el hecho que están protegiendo, respetando el medio ambiente no es solamente un acto de ambientalismo, es un acto patriótico. Por supuesto hay que tumbar unos bosques para vivir, no estoy diciendo nada mal de los ganaderos del rio magdalena. Pero los que están destruyendo la Amazonia… La cosa es que no es culpa de cualquier persona, pero la idea de dañar el medio ambiente en Colombia, podemos decir de una manera abstracta, es un acto contra el país contra el patrimonio, más que contra la naturaleza. Y es una idea que yo creo puede ser muy potente porque cualquier regulación que hay en un sitio, la gente puede botarla en la basura, es claro que es un problema de todos los países, pero mas que todo en Colombia donde hay leyes muy profundas, pero para implementarlos es más difícil. Porque hay muchos sitios del país en los cuales la gente está viviendo realidades distintas a Bogotá. Pero si podemos cambiar en una manera la psicología del pueblo, quizás podría ser más efectivo.

P: Hace años trabajaba con los Mamos en la Sierra y un Mamo me dijo: “si tu cuidas a la naturaleza, la naturaleza te va a cuidar a ti”

R: Es obvio, y la cosa es que por ejemplo la crisis climática o la crisis de la biodiversidad son problemas para toda la humanidad, pero no fue culpa de toda la humanidad. Fue el producto de una manera de pensar. Y este modelo de que la tierra no se considera un ser vivo, es muy raro, la mayoría de las culturas basan esta relación en la reciprocidad. La idea que la tierra tiene que dar su abundancia a la gente, pero la gente tiene que mantenerse fiel a la tierra.

Y eso es lo que están diciendo los Mamos. Esa es la otra cosa increíble sobre Colombia, es que quinientos años después de la conquista, con ochenta y siete grupos étnicos, es mágico. Hoy en día aquí en la Sierra Nevada tenemos los Mamos que están limpiando las playas donde llegaron los soldados de Colón hace quinientos años.  Y todo el día están aquí para informarnos y para ayudarnos. Y yo creo que la reacción a la muerte de Danilo Villafaña fue muy interesante muy profunda porque con ello fue en el año 1994 para vivir con los Arahuacos y la gente me preguntaba porque quiere vivir con esta gente “sucia”. Y cuando murió Danilo el presidente Petro, el expresidente Uribe y Santos, todos le enviaron saludes, fue una sorpresa.

Solo muestra cómo ha cambiado la mentalidad, la conciencia de Colombia. Creo que el problema para tus generaciones, no sé en Colombia, cosas como poder permitirse una casa es un gran problema para los jóvenes en América del Norte, o la deuda universitaria. Pero también hay una crisis de esperanza, debido a los medios de comunicación, toda esta negatividad sobre el cambio climático. Mira a Greta Thunberg, el hecho de que sea una heroína es extraño. Era una niña de ocho años que escuchó sobre el cambio climático, no podía entender por qué no estábamos haciendo nada al respecto. Así que dejó de comer y perdió veintidós libras. Dejó de hablar. Y eventualmente le diagnosticaron mutismo selectivo, síndrome de Asperger y trastorno obsesivo-compulsivo. Y cuando hizo su protesta, a los quince años estaba gravemente deprimida. Y lo que demandaba en su protesta era el cese inmediato de las emisiones de carbono. Y si ese sueño suyo se hubiera implementado, millones de personas habrían muerto por el colapso de la economía industrial. Y cada mes, cada año, se vuelve más estridente en su llamado al cese inmediato de las emisiones de carbono. Y eso está bien para una persona joven que tiene sueños, yo los tuve también, pero el hecho de que haya sido vista casi como una santa y elevada es un poco extraño. Y miro su rostro y todavía veo el rostro pálido de una niña convencida de que el mundo está llegando a su fin. Y el mundo no está llegando a su fin. Y sin embargo, tenemos un gran porcentaje de tu generación que dice que cree que el mundo está llegando a su fin, que no se van a casar por miedo a lo que va a pasar. Lo único que critico a Gabo es su profunda identificación personal con el Magdalena, él escribe en sus memorias sobre su primera exposición en el David Arango como el símbolo de todo lo maravilloso de la vida. Y luego, veinte años después, cuando el David Arango se quema, es un símbolo para él del fin, de la muerte del Magdalena. Y escribe muy amargamente sobre cómo el río ha sido destruido. No puedes negar a las generaciones más jóvenes las oportunidades para soñar. El Magdalena no ha sido destruido, es un río de millones de años de antigüedad. Claro, en estos años ha habido una deforestación tremenda, pero los bosques pueden volver a crecer, los animales pueden regresar al borde de la extinción. Todo lo que ha muerto es su propia nostalgia y sentimentalismo sobre su experiencia del río, pero condenar al río de esa manera es negar la esperanza a todas las generaciones de colombianos que vienen después de él. Y, de hecho, el Magdalena sigue siendo un libro abierto, con incontables capítulos por escribir.

P: Quizás en tu trabajo y en tu discurso algo que se está presentando mucho que es audaz y es la esperanza, la audacia de la esperanza. Como el problema de las narrativas negativas que te llevan a hacer nada.

R: Sí, es porque la gente tiene una obsesión casi pornográfica con lo negativo. Mira cómo los medios de comunicación en Estados Unidos crearon a Donald Trump, es tan irónico, los medios liberales crearon a Donald Trump. Si simplemente no lo hubieran cubierto como lo hicieron, habría sido olvidado. Lo elevaron. Recibí un consejo muy bueno de mi padre, que no era un hombre religioso, pero creía en el bien y el mal. Y él decía: “hay bien y mal en el mundo, hijo, elige y sigue adelante”. Y lo que estaba diciendo es que el bien y el mal van de la mano, siempre lo han hecho y siempre lo harán. La idea cristiana de que, si trabajamos lo suficiente, venceremos al mal no va a suceder, solía decir mi padre. Y una vez que te das cuenta de que siempre habrá mal y bien, es muy liberador. Porque si no esperas ganar, nunca te decepcionas cuando pierdes.

Y si te das cuenta de que la vida es como un camino de peregrinación, no hacia un destino, sino hacia un estado mental, entonces te das cuenta de que ganarás algo y perderás algo, digamos en términos del medio ambiente. Pero si realmente piensas que el bien puede triunfar sobre el mal, constantemente te decepcionarás. Y en la decepción nace la desesperación y la amargura. Y cuando miras a las personas mayores o amargadas, invariablemente son aquellas que miran hacia atrás, ya sea en sus decisiones de vida o en una vida llena de sueños rotos. Pero si no esperas nada, nunca pierdes tu pasión por hacer lo que crees que es bueno. Conoces este idealismo y esta energía y esta devoción por las ideas que tengo y las creencias que sostengo. A los setenta años no era como a los veinte, soy un poco más sabio y un poco más moderado, pero soy como soy porque no tengo expectativas. Y no tengo una agenda, ninguna ideología en absoluto. Simplemente hago lo que creo que es lo correcto.

P: Terminaré esta entrevista con una pregunta muy aleatoria: tu colombianidad. ¿Cómo te sientes al ser colombiano? El presidente Santos te hizo colombiano, ¿qué opinas al respecto?

R: Súper orgulloso, sabes, he recibido muchos premios, pero para mí fue lo más conmovedor, lo más importante que me ha pasado. Porque fue como cerrar un círculo completo en la vida, una de las cosas bonitas de la vida es cuando completas los círculos de la vida. La reputación que tengo en Colombia, realmente no creo que sea merecida, pero ciertamente no refleja… No he pasado tanto tiempo en Colombia, pero Colombia me dio alas para volar. Todo lo que he hecho en la vida ocurrió debido a mi experiencia como joven en Colombia. Y así, en ese sentido, Colombia ha tenido un impacto en mi vida mucho mayor que la cantidad absoluta de tiempo que he vivido o pasado en Colombia a lo largo de toda una vida. Y lo que fue tan gratificante para mí es que a través de una serie de pasos inesperados, serendípicos, la publicación y recepción de El Río en español en 2002 y luego la invitación para ayudar en los libros de Botánica y la forma en que simplemente fluyó hacia este libro sobre el Magdalena y las películas… Fue solo un paso tras otro y de repente estaba comprometido de una manera muy grande en Colombia. Y fue como una experiencia divina sagrada porque cuando era joven, especialmente como estudiante, nunca conocí a nadie de las clases más altas, vivía en las calles, pero debido a eso viajaba como un campesino, mi presupuesto era de tres dólares al día… Y en ese momento, podías vivir bien con eso, y Colombia era completamente segura, podías ir a donde tus pies te llevaran. Y nunca me sentí en peligro de ninguna manera, excepto cuando estaba perdido en el bosque, supongo… pero con la gente, el pueblo colombiano, sentía que estaba envuelto en el amor de una nación, nunca lo olvidé. Y ahora que camino en los círculos de influencia, a veces me pellizco y nunca dejo de ser ese niño pequeño, ese joven estudiante, modesto y viajero y todavía me siento más cómodo en la Sierra que en un cóctel en Bogotá.

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