La vaca esférica

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La tercería: ¿Una opción viable?

Para todos los gobiernos democráticos ha sido un problema elegir al mejor aspirante para dirigir un país.  A pesar de tener varias de opciones, es común ver que una elección se cierra a dos candidatos.  Generalmente terminamos escogiendo entre dos extremos y las demás opciones se diluyen. ¿Es viable una tercera opción? ¿Es posible hacer un mecanismo electoral para escoger el mejor candidato y no entre las dos cabezas de la polarización? ¿Es mejor un sistema bipartidista en lugar de uno con varios candidatos?

candidatos

Para el votante, tener muchos candidatos para elegir podría parecer ideal. Sin embargo, en 1950 el matemático Kenneth J. Arrow (Nobel de economía en 1972) demostró (en este artículo) que en un sistema democrático de tres o más opciones, «es imposible diseñar un sistema de votación que permita reflejar las preferencias de los individuos en una preferencia global de la comunidad». Es decir, no existe sistema de votación que, en todos los casos, satisfaga a la mayoría de la gente y al mismo tiempo sea libre.


Esta imposibilidad, usualmente es conocida como la paradoja de Arrow. Paradoja porque aunque, en los sistemas que hoy existen, es imposible una decision plenamente democrática, los gobiernos elegidos popularmente se cubren en la ilusión de que la mayoría relativa de los votos los legitima cuando en realidad puede que la mayor parte del país no desee su gobierno. Para eludir la paradoja, la mayor parte de países se saltan el problema limitando la libertad de opciones: Bien sea utilizando una segunda vuelta o simplemente utilizando  un sistema bipartidista desde el principio.

Sin embargo, un sistema bipartidista tampoco está exento de problemas. Reducir las opciones a simplemente dos puede llevar a la llamada «tiranía bipartidista» consistente en que, debido a que no hay más opciones, los partidos no tienden a competir sino, en su lugar, a realizar planes de gobierno similares en el fondo, a turnarse el poder y mantener el status quo sin ninguna presión concreta por mejorar el sistema pues no existe forma de perder el poder.

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Citizen Kang, Treehouse of Horror VII, the simpsons, 1996

De esta manera si se permiten más de dos opciones, es necesario resolver, aunque sea parcialmente, la paradoja de Arrow. Incluso antes de que fuera planteada esta paradoja, Jean-Charles De Borda en 1770, planteó un método en el cual cada votante asigna puntuaciones a todos los candidatos según su idoneidad y finalmente, al unir todos los puntajes de todos los votantes, gana el candidato que, en total, haya tenido más puntos. Sin embargo, este tipo de elección se presta a que los votantes exageren la puntuación al candidato que prefieren y subestimen al resto. De esa forma, el sistema de De Borda sería igual al sistema de elección tradicional de un voto por elector.

Michael Balinsky, Rida Laraki propusieron la utilización de el "Juicio de la mayoría" para unas elecciones.
Michael Balinsky, Rida Laraki propusieron la utilización de el «Juicio de la mayoría» para unas elecciones.

En 2007 el matemático Michel Balinski se planteó estudiar más a fondo las limitaciones de los métodos clásicos de elección popular. Para ello, escogió las elecciones presidenciales de Francia. El estudio consistió en una encuesta sobre varios votantes franceses. Dicha encuesta consistía en que cada ciudadano debía clasificar a cada uno de los candidatos a la presidencia de Francia en escala de «Excelente», «muy bueno», «bueno», «Aceptable» e «indeseable» .

El candidato con un mayor porcentaje de nota «Excelente» a «bueno» (69%) era François Bayrou. Los siguientes candidatos en preferencias: Ségolène Royal (59% de aceptación) y Nicolas Sarkozy (53% de aceptación). El caso de Sarkozy era especial entre ellos tres pues fue marcado como «indeseable» por un 28% de los encuestados. Royal era indeseable para un 13% mientras que Bayrou lo era apenas para un 7% (ver estudio). Según Balinski, sería Bayrou el candidato ideal pues la mayoría de la gente lo consideraba un candidato «bueno» o «muy bueno» para ocupar la presidencia. Bayrou era una elección sensata con la que la mayoría de los votantes quedaría medianamente satisfecha. La paradoja de Arrow sería resuelta de manera parcial pero más adecuada.

Los principales candidatos a la presidencia de Francia en 2007

Sin embargo, lo que en realidad pasó estuvo muy lejos de lo que Balinski esperaba. La primera vuelta fue ganada por el candidato más «indeseable» de los tres: Sarkozy (31%) del partido de derecha seguido por su rival acérrima  Royal (26%) del partido de izquierda. Mientras tanto, el «idóneo» François Bayrou apenas llegó a (18%). La causa por la que Bayrou, a pesar de ser tan buen candidato, no pudo pasar a segunda vuelta era clara para la mayoría de los analistas: La gente que odiaba a Sarkozy (que era mucha) votaron por Royal y aquellas persona quienes no querían a Royal en el poder votaron por Sarkozy. La condena de Bayrou era no representar peligro para el país. Con estos votos, los franceses no estaban eligiendo al «mejor» candidato, sino evitando que «los peores» llegaran al poder. Al final, la elección fue un balazo en el pie pues sin esperarlo, ganó Sarkozy, el candidato más indeseado de los tres más populares.

Casos como este se han repetido y se repetirán en todo el mundo ¿Existirán elecciones libre de este tipo de manipulaciones o estrategias electorales? la respuesta puede ser adivinada por muchos: NO. Y así lo demostraron matemáticamente Allan Gibbard y Mark Satterthwaite que en la decada de 1970: «ninguna elección con tres o más candidatos está exenta de estrategias políticas manipulaciones sobre los votantes».

Dado que el votante no sabe completamente lo qué van a votar los demás, es común ver manipulaciones como el «voto útil», donde los votantes son convencidos por no votar por la opción que más les gusta y en su lugar, votar por «no perder el voto» es decir, por un candidato supuestamente con más viabilidad. Otra clásica manipulación al votante consiste en infundir el miedo de la llegada al poder de una opción impopular y mostrarse como el candidato que evitaría la llegada de esas ideas. Ese último método de manipulación es particularmente eficaz para utilizarse contra candidatos con una gran imagen negativa pero con apoyo popular importante. De esta manera, la elección termina polarizándose y, como en el caso de Bayrou en Francia, una opción buena y sensata termina relegada.

Para un votante promedio, resistirse a este tipo de manipulaciones es particularmente difícil dado que una elección corresponde a un juego donde el elector no tiene conocimiento de la mayoría de la población y conseguir una coalición directamente con la mayoría de los votantes es prácticamente imposible. La información más «acertada» sobre las estrategias de los demás electores son las encuestas pero estas, asimismo, pueden utilizarse como una arma de manipulación muy poderosa.

Para resolver estos inconvenientes, en 2007 Balinski propuso un modelo similar al método de De Borda y conocido como «Juicio de la mayoría» que consiste en que cada votante le asigna puntuaciones de preferencia a cada candidato (de 0 a 5) y después de agrupar todas las preferencias, el candidato con mayor mediana, sería el vencedor. Utilizando la mediana, se descartarían sesgos debidos a puntuaciones que dan los votantes y que pueden ser excesivamente malas o excesivamente buenas. Así, dentro de los diferentes métodos de votación, este fue el más resistente a posibles estrategias de manipulación de votantes o frente a saboteo debido a polarizaciones.

Nuestro sistema democrático tiene muchos problemas y de ellos, los políticos astutos son capaces de sacar mucho provecho y manipular nuestra opinión para su beneficio propio. Para muchos de ellos lo importante es ser elegidos y una vez en el poder hacer lo que les venga en gana.

La enseñanza de las elecciones de Francia de 2007 es que los votantes debemos ser conscientes de estos tipos de estrategia. No debemos permitir que nos manipulen. Muchos candidatos sensatos se ahogan en el mar del «voto útil» o en los miedos de que gane un candidato indeseado. Votemos a conciencia, con la razón en lugar de la pasión. De lo contrario puede que, como en Francia, gane el candidato más odiado.

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