La droga, ¿y Colombia?

Publicado el Jorge Colombo*

Los abstemios con su ley y los beodos con su licor

Aunque el sistema de control de estupefacientes sugiera algo diferente, el alcohol y el tabaco son drogas como también lo son el resto de sustancias que comúnmente describimos con ese nombre (marihuana, cocaína, heroína, ketamina, catinona, LSD, hongos alucinógenos, MDMA…). Fisiológicamente, el alcohol actúa en el organismo como un barbitúrico, es un sedante del sistema nervioso; y el tabaco es lo opuesto, es un estimulante. Son dos las razones fundamentales por las cuales estas dos sustancias se han excluido de la fiscalización actual de estupefacientes: por un lado tanto el consumo de alcohol destilado como el consumo de tabaco se popularizaron en la sociedad occidental a principios de la era moderna (en los siglos XVII y XVIII), y por el otro los productores de estas drogas se convirtieron rápidamente en comerciantes de prestigio e influencia. De esta forma, ya para 1961 el consumo de tabaco y de alcoholes destilados estaba socialmente regulado y no se identificaba como una amenaza social. Pero las cosas no siempre fueron así.

Es común, entre los que denuncian la guerra contra las drogas, comparar la situación actual de mafias y de consumo de drogas con la situación durante la prohibición de alcohol en los años 20 en Estados Unidos o con las guerras del opio en China durante el siglo XIX. A muchos les gusta comparar a Pablo Escobar con Al Capone, ambos traficantes violentos de sustancias prohibidas; y otros muestran como los traficantes ingleses de opio lograron poner en jaque al gobierno chino que quería prohibir su comercio. Ambas comparaciones son muy pertinentes, pero esa comparación no es el argumento que deseo exponer acá. La razón es que alguien puede decir que mientras las mafias se puedan mantener a raya, el esfuerzo por mantener la droga prohibida vale la pena. Lo que quiero mostrar acá es como la prohibición agrava los problemas relacionados al consumo, además de servir para malinterpretar la raíz de muchos problemas sociales.

Como venía sugiriendo, el tabaco y el alcohol destilado no fueron bien recibidos y ambos fueron prohibidos. En esta entrada explicaré como fue la prohibición de alcohol y en la próxima la del tabaco.

Antes de haberse hecho común la destilación del alcohol, los europeos solo conocían el vino y la cerveza. Con la nueva técnica aparecieron una gran cantidad de bebidas alcohólicas nuevas como el brandy, el vodka y la ginebra. La diferencia, como todos debemos saber, es que es mucho más fácil emborracharse con los destilados que con la cerveza o el vino, pues aquellos tienen un mayor contenido alcohólico.

Cuando la ginebra fue introducida a Inglaterra a finales del siglo XVII durante el régimen de Guillermo III de Orange, los terratenientes y legisladores promovieron su consumo al incrementar el impuesto de la cerveza fuerte (ale) y eliminando el de los destilados. La urbanización y la prosperidad económica de la época le permitieron a la clase trabajadora consentirse con el consumo de ginebra. Por un lado se dice que los lugares de consumo era de los pocos sitios de esparcimiento que había y por el otro que las condiciones de vida eran tan precarias, que los pobres se la pasaban borrachos bebiendo ginebra. Si además le sumamos el hecho que había gente que consumía ginebra cual cerveza y que la época coincide con la aparición de pasquines, entendemos como los legisladores empezaron a preocuparse por el fenómeno. A esa época en Inglaterra se le conoce como «la manía del ginebra».

Como si el crimen, la prostitución, y el inconformismo social no existiesen antes de la aparición de los destilados, al gobierno se le ocurrió una serie de medidas para controlar el consumo de ginebra. Pasando por la prohibición o por el incremento desmesurado de los impuestos del ginebra, las medidas lo único que lograron fue llevar el consumo a la ilegalidad, incrementar el crimen, promover el inconformismo social, empeorar la salud de los trabajadores y reprimir a las mujeres trabajadoras. Estas últimas, conformando el grupo social más vulnerable, eran blanco del discurso moralista, se decía que se prostituían para poder consumir ginebra y así transmitían la sífilis, desconociendo sus pocas oportunidades laborales. Así pues vemos como los legisladores se desentendieron de la complejidad de la urbe londinense, achacándole todos sus problemas al consumo del alcohol destilado. Lo único que logró ponerle fin a todo esto no fueron las leyes, sino el fin del auge económico.

Algo similar tuvo lugar en los Estados Unidos durante la época de la prohibición. Los salones y la productores que eran regulados por la ley y pagaban impuestos, fueron remplazados por los «speakeasies», que estaban abiertos las 24 horas al día, y por mafias que traficaban y amenazaban. Como la producción no estaba regulada, se volvieron comunes los casos de intoxicación por metanol; como tocaba infringir la ley para beber o para transportar alcohol, empezó a haber una clara preferencia por los alcohol fuertes. Así el consumo moderado fue remplazado por el abuso. La prohibición hizo poco por disminuir el consumo, pero si agravó los problemas relacionados.

Hoy por hoy el alcohol es regulado, a pocos se les ocurre prohibirlo, y el alcoholismo, aunque preocupante, no es más que una molestia social y no una fuente de histeria colectiva. Concluyo agregando que durante toda la prohibición las clases dirigentes consumían a su gusto, desafiando la ley abiertamente; y, poder desplegar la fuerza pública para contener el consumo era tan inverosímil que, como se decía en ese entonces, los abstemios tenían su ley y los beodos su licor.

Nota: esta entrada esta basada en los siguientes artículos:

E. Skinner, The Gin Craze: Drink, Crime & Women in 18th Century London, Cultural Shifts, Enero 28 de 2008.

E.M. Brecher y los editores, The Consumers Union Report on Licit and Illicit Drugs, Capítulo 33, Consumer Reports Magazine, 1972.

History of Alcohol Prohibition, Parte Tres I, The Report of the National Commission on Marihuana and Drug Abuse, comisionado por el Presidente de los Estados Unidos R.M. Nixon, 1972.

El grabado decorando esta entrada corresponde a «The Gin Lane» (1751) de William Hogarth.

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