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La ventana indiscreta a través de lo virtual

Cuando Ana María y Roberto decidieron terminar su relación de noviazgo de más de siete años, consideraron prudente mantener su vínculo afectivo reducido al eufemismo de amistad. La gran avalancha de momentos vividos y el profundo apego emocional que sentían el uno por el otro, no hacía fácil tomar la decisión de desprenderse radicalmente.

El medio de su preferencia para mantener contacto fue Facebook, debido a que era algo que con frecuencia usaban tanto él como ella. Sin embargo, Ana María empezó a ingresar al perfil de su ex novio varias veces al día, buscando tener más información sobre la vida de la persona con la que ya no tenía la misma relación. Él, se encontraba en una circunstancia similar, pero se hallaba temeroso de todo lo que posteaba porque a tan solo dos meses de haber terminado, ya estaba saliendo con una nueva persona y no sabía como lo iba a tomar su ex novia.

Los procesos de ruptura de relaciones interpersonales, por lo general, requieren de un distanciamiento de al menos de una de las partes. Sin embargo, hoy en día con la gran cantidad de herramientas que brindan la posibilidad de “acercarse” y “conectarse”, impiden ejecutar con éxito y de manera radical un desapego total, como el que deberían haber asumir los personajes del caso ejemplificado anteriormente.

Como ya muchos saben, el concepto de las redes sociales radica en plasmar a través de lo equivalente al círculo social que rodea a un individuo. Estas plataformas son, teóricamente, el reflejo de la estructura de relaciones sentimentales de manera real y tangible.

Pero a la hora de desprenderse de uno de los miembros de esta red el proceso puede llegar a ser traumático y tortuoso, tanto en el mundo real como en el virtual. En lugar de servir para superar con rapidez la circunstancia, el tener una especie de ‘ventana indiscreta’ hacia esa persona de la que quizás no se debería indagar más, alarga y eterniza una situación que debería ser cortada de raíz.

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Una ruptura nunca es fácil, pero se convierte en algo aún más complicado si mediante herramientas virtuales, el individuo insiste en apegarse a ese ser humano que debería/desearía alejar. A pesar de lo evidente que suena la frase anterior, no en todos se da la aguerrida voluntad necesaria para lograr un distanciamiento. Como Ana María y Roberto existen muchos, a quienes les cuesta cada vez más desprenderse por las altas posibilidades de enterarse de lo que hace y deja de hacer el otro.

Cada actualización de estado, trino, video compartido, enlace y demás se convierten en un rastro que atormenta a aquellos que instan en mantener ese vínculo y que inclusive durante etapas recientes del proceso de ruptura no impiden enterarse de cualquier información. En ese sentido, podría decirse que las redes sociales entorpecen las etapas para superarse el uno al otro, pero lo que más obstaculiza el éxito de las mismas es la falta de autocontrol frente a una herramienta tan poderosa como la Web.

«¿Lo bloqueo?», «no te metas a mi Facebook», «te bloqueo», «te elimino del ‘Face'», en últimas terminan siendo las frases más usadas a la hora de sacar completamente a una ex-pareja de cualquier red social, porque inevitablemente con la Web 2.0, hasta las relaciones socio-afectivas tomaron un rumbo extraordinario al momento de iniciarla y terminarla totalmente. De esta manera, hay quienes al saber que su fuerza de voluntad se ve doblegada por el deseo obsesivo de entrar segundo tras segundo en el ‘timeline’ del individuo de su afecto, optan por ser más radicales y cerrar sus cuentas personales en estos sitios. Allí, cada quien asume su dolor y duelo de forma distinta: seguir en el mismo círculo vicioso como ‘observador virtual’ o simplemente no volver las plataformas sociales sus armas contra el despecho.

Un estudio realizado por los sitios web Allfacebook y Onlinedating University reveló la incidencia de las redes en las relaciones de pareja y como conclusión general sostuvo que la mayoría de los usuarios utilizan Facebook y Twitter como una bitácora personal, afectando negativamente aquel estado amoroso. De ahí, que la intimidad sea una de las áreas más perjudicadas, produciendo un efecto dominó en aspectos emocionales como la inseguridad, los celos, la humillación, la ruptura, entre otros.

Sin embargo en últimas, es la madurez y la capacidad de aceptar que simplemente las relaciones empiezan y terminan; y por ello, un perfil online en una red social y sus aplicaciones no debe ser una influencia para construirla o romperla definitivamente. La decisión es una cuestión meramente personal.

Ángela Bohórquez – Eliana Álvarez
Asesora – Directora de Contenidos
Colombia Digital

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