Imperio del Cáncer

Publicado el Julia Londoño

La sexualidad que nos obsesiona.

La sexualidad está sobrevalorada. No son los gustos o inclinaciones sexuales de las personas los que determinan si podrían o no ser buenos padres porque los gustos sexuales no son variantes determinantes de los valores éticos.Modern family --- Image by © Alberto Ruggieri/Illustration Works/Corbis

Para ser una parte de la vida íntima, una experiencia que se vive a puerta cerrada, la inclinación sexual resulta tremendamente importante para una inmensa cantidad de colombianos que en cambio no tienen problema con orinar en la calle, manosear al pasajero de al lado o agredir verbalmente a otra persona porque se viste de manera que considere sexy.

La sentencia de la Corte Constitucional reafirma que los gustos sexuales son tan importantes que pueden ser motivo para descalificar a las parejas del mismo sexo como padres, independientemente de que sean honestos, maduros y tengan condiciones de vida favorables para que los niños y niñas crezcan en un hogar estable.

Por supuesto que debe haber parejas del mismo sexo que no reúnen los requisitos que otros consideren necesarios para educar hijos, ¿pero acaso no conocemos todos algunos padres heterosexuales que a nuestro juicio no pueden ofrecerle esas condiciones a sus hijos? No es a esos padres a quienes discrimina esta sentencia, es a aquellas parejas que, excepto por sus gustos sexuales, pasarían todos los filtros de bienestar familiar.

Lo que a mí me contraría de la decisión de la Corte es que la categoría “preferencia sexual” sea considerada más relevante que muchas otras que a mi juicio son más significativas en la educación de los niños.

El argumento taquillero que circula en redes citando que fueron padres heterosexuales los que no pudieron darle a esos niños en adopción un hogar estable no me parece acertado, porque creo que fueron padres incapaces de darle a sus hijos ese hogar, independientemente de su sexualidad. No es su heterosexualidad, de nuevo, un factor relevante en su imposibilidad de ofrecerle bienestar a los hijos ni sería la homosexualidad de los posibles padres lo que redimiría a esos niños del abandono, serían otras cualidades. Cualidades independientes de los gustos sexuales.

No hay valores asociados con las inclinaciones sexuales, como no los hay asociados a la raza, la religión ni el género,  no creo en las generalizaciones del tipo “las mujeres son más honestas que los hombres” –en ese caso habría que aprobar la adopción de niños por parte de dos mujeres pero nunca de dos hombres– ni “los negros tienen el ritmo en la sangre” ni “a los cristianos se les nota el amor por el prójimo” porque me parece que esas frases revelan una discriminación solapada.

Si los prejuicios sexuales son tan importantes, ¿van a empezar a impedir que adopten niños las parejas donde el padre sea costeño porque “son los más infieles” o las parejas swingers, o quienes hayan tenido experiencias masoquistas? ¿Qué hay de los bisexuales, los impotentes, los eyaculadores precoces?

¿Qué hace que los gustos sexuales de otros, a diferencia de las preferencias alimenticias o musicales sean tan relevantes que haya que dejar claro que no pueden adoptar niños quienes no se ciñan al estándar de “normalidad”? Es una imperiosa obsesión de nuestra cultura por el sexo.

Me desilusiona la nada liberal postura de quienes, como Vivian Morales, plantean el debate en términos de garantizar o no “lo mejor” para los niños en condición de adopción, una postura que defiende el prejuicio y la sospecha hacia las parejas del mismo sexo y ratifica el imaginario de que hay una sexualidad deseable, mejor que otra, y por lo tanto una indeseable a la cual no deben ser expuestos los niños.

Los niños no deben estar expuestos a agresores sexuales, totalmente de acuerdo, ni a parejas que hagan de su vida sexual un escándalo, podría estar de acuerdo, pero independientemente de si son o no parejas del mismo sexo. Lo uno y lo otro no están directamente relacionados más que en nuestros prejuicios.

¿Llegarán a la Corte debates sobre si los padres de familia vegetarianos o veganos están privando a sus hijos de tener una alimentación «normal» o ideal? Lo dudo; y no es igual porque nada es igual cuando hablamos de sexo, una palabra que para ser tan corta encierra prejuicios muy grandes.

 

@Juliademiamor

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