Femmes Fatales

Publicado el Claudia Plazas

La violencia de género en el país más feliz del mundo

“Si me pegó fue porque yo me la gané, y no me la gané porque yo acepte que me pegue, sino que yo me la gané porque tuve que haberlo jodido mucho», palabras de Liliana Rendón, otra honorable congresista.

En un país sin memoria sería bueno recordar las palabras de la ilustre senadora Rendón, quien justificó la violencia de género de esa forma. Increíble que en pleno siglo XXI las víctimas sigan “teniendo la culpa”.

A diario nos quejamos de nuestros votos. Últimamente nos damos golpes de pecho por haber votado por Roberto Gerlein, Roy Barreras y por muchos más, pero realmente el peligro no son los políticos; el verdadero peligro son los ciudadanos que siguen votando por ellos pese a todos sus errores.

Si eso de “recordar es vivir” es cierto de alguna forma, no quedaría nada mal recordar esa “perla” con la que salió Rendón en CM& mientras defendía lo indefendible, la golpiza que  Hernán Darío Gómez le propino a una mujer.

Sería bueno que los congresistas se preocuparan más por promulgar leyes que alivien el calvario de las mujeres en Colombia y menos por querer figurar a través  de polémicas declaraciones. De ser así, ese cuento de “el país más feliz del mundo” pasaría de ser un chiste a una realidad.

Difícil creer que en el país más feliz del mundo las parejas homosexuales sean privadas de sus derechos, las mujeres victimizadas y el aborto una cuestión de fe. Cuestión de fe seria creer en semejante cuento tan reforzado y no, no soy amargada, soy realista.

No quedaría nada mal recordar que la violencia de género no es ningún chiste y que la responsabilidad va más allá de “joderle” la vida a alguien.  Según Human Rights Watch, las víctimas de violencia de genero tienen que lidiar con un sin número de obstáculos que incluyen malos tratos por parte de las autoridades competentes, desafíos de evidencia para probar el crimen, la aprobación de la Ley 1453/2011, los limitados recursos del estado para asistir a las víctimas, así como la carencia de remisiones de mujeres desplazadas para que tengan acceso a atención médica.

Tal vez si los congresistas le pusieran más atención a las necesidades de las mujeres colombianas, no aprobarían leyes que terminan convirtiendo las denuncias en procesos aún más tortuosos. La Ley 1453 de 2011 enmendó algunas partes del código de procedimiento penal, incluyendo la reclasificación de los “delitos que requieren querella”, lo que quiere decir que  las víctimas de violencia intrafamiliar debían presentar una denuncia penal para iniciar una investigación; lo contrario de un delito de oficio, en el cual la fiscalía puede iniciar un proceso sin necesidad de tener una denuncia.

Afortunadamente, hay congresistas como la senadora Alexandra Moreno, quienes si velan por los derechos de las mujeres. Gracias a los esfuerzos de Moreno, la violencia intrafamiliar volvió a ser clasificada como un delito de oficio.

En vez de venir a cuidarnos la “santidad”, o de justificar la violencia de género, los congresistas deberían ganarse el sueldo de una forma más transparente. Denunciar la violencia de género es una acción lo suficientemente complicada en una sociedad tan machista como la colombiana como para que los honorables congresistas vengan a aprobar leyes que dificultan aún más el proceso. Ojalá en las próximas elecciones no se les olviden las palabras ignorantes, machistas y vulgares de Liliana Rendón, en vez de venir a quejarse después de las elecciones.

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