Femmes Fatales

Publicado el Claudia Plazas

El aborto en el país del Sagrado Corazón

El aborto, ese tema que va y viene en el Congreso entre ideologías religiosas moralistas que poco tienen que ver con las repercusiones mentales, físicas y económicas de los realmente afectados por un embarazo no planeado o no deseado. El aborto se volvió el as bajo la manga de todos aquellos políticos que quieren figurar tratando de ser buenas personas al citar los designios de Dios. Como si los designios de Dios solucionaran las responsabilidades que implica traer un hijo al mundo y más en un país como Colombia donde los servicios sociales y de salud son el dolor de cabeza de cada día.

Para entender el aborto hay que entender lo que implica un embarazo, especialmente en adolescentes. Según José Ramón de Miguel Sesmero., Jefe de Servicio y Catedrático de Obstetricia y Ginecología. Universidad de Cantabria, “una gestación no deseada puede ser aceptada o rechazada. Si es aceptada, la madre adolescente puede presentar determinados factores socioeconómicos y culturales que empeoran su pronóstico obstétrico. Entre estos factores se citan: pobreza, inadecuada alimentación, tabaquismo, alcoholismo y otras drogas”. De Miguel Sesmero también señala que la inmadurez biológica crea otro tipo de riesgos, como  una mayor incidencia de fetos de bajo peso. Por lo tanto, un embarazo implica gastos que en muchos casos no pueden ser asumidos por las madres. Una mujer que no planeaba un embarazo puede no contar con los medios suficientes para recibir asistencia médica ni llevar un estilo de vida sano para ella y para el bebé, una situación que pone en peligro la vida de los dos. Por otro lado, un embarazo no planeado puede llevar a situaciones afectivas incomodas para la madre y el bebé. Sin embargo, a los políticos les interesa más escudarse detrás de unas ideas moralistas que nada tienen que ver con la realidad de las mujeres en Colombia.

¿Qué hace que los congresistas, en su mayoría hombres, tengan el poder absoluto de decidir sobre el cuerpo y las decisiones de todas las mujeres colombianas? ¿Acaso lo que piensen las mujeres no importa? Éstas son unas de las muchas preguntas que han quedado sin resolver a medida que se calienta el debate sobre el aborto.

En caso de un embarazo producto de una violación las circunstancias son aún más complejas. No se puede pretender prohibirle a una mujer el derecho a decidir sobre su cuerpo y su futuro cuando hay de por medio una situación traumática. Para una mujer víctima de abuso sexual la prioridad debe ser recuperarse física y emocionalmente. Llevar a cabo un embarazo en medio de un trauma psicológico causado por una violación no es la forma más adecuada de tener un hijo. A esta situación hay que sumarle las implicaciones físicas, pues un niño producto de una violación puede tener altos riesgos médicos a causa de enfermedades de transmisión sexual.  Es cierto que muchas mujeres que han sido víctimas deciden llevar a término el embarazo, pero cada caso es distinto y el estado no puede pretender tomar las decisiones que le corresponden a cada mujer. No es justo que una mujer víctima de abuso sexual tenga que llevar la carga del crimen, más todas las repercusiones físicas, sociales, económicas y emocionales que vienen con un embarazo.

Al poner todo esto en perspectiva es donde uno se tiene que preguntar si para los políticos que se oponen al aborto es mucho más moralista y religioso traer al mundo a un niño que viva en medio de pobreza no solo material sino también afectiva. ¿Que tan religioso puede ser traer un niño a este mundo para que pase a ser miembro de las cifras que hablan de analfabetismo, desnutrición y abandono? ¿De verdad les parece que uno de los designios de Dios incluye traer a un niño a aguantar hambre? El tema del  aborto va más allá de decidir entre la vida y la muerte, el aborto implica decidir entre las posibilidades que un niño pueda tener en un futuro. Un niño no se alimenta a punta de salmos y misas. La religión, pese a lo que muchos creen, no va a proveer a un niño y a su madre comida, salud, educación y todas las otras oportunidades necesarias para tener un estilo de vida decente. En Colombia no existe la asistencia social necesaria para que las madres puedan considerar tener un hijo contando con la ayuda del gobierno. Todo ese cuento de la ayuda a las madres adolescentes y a las víctimas de abuso sexual se les enreda entre debate y debate. Debe ser que en Colombia es mucho más prioritario gastar la plata del pueblo enviando al Vaticano a Cesar Gaviria, a la Canciller María Ángela Holguín, al Procurador General Alejandro Ordóñez y al exembajador Diego León Escobar para que asistan a la posesión de un Papa. Está claro que en Colombia siempre habrá plata para pagar los viáticos y los viajes de nuestros ilustres representantes, pero no para el sistema de salud y para asistencia social.

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