Femmes Fatales

Publicado el Claudia Plazas

De Gerlein y otros demonios

Ni la propia Sierva María de todos los Ángeles, la protagonista de la obra Del amor y otros demonios, pudo haber pasado por un calvario más cruel que tener como congresista al señor Roberto Víctor Gerlein Echeverría. No puede existir un calvario más duro que tener a un político que justifica su oposición al matrimonio igualitario argumentando la protección a la santidad de la mujer.

Según Gerlein, el matrimonio entre parejas del mismo sexo «atenta contra la dignidad de la mujer porque hay una disminución de su santidad».

Como mujer, no veo como el hecho de otorgarle los derechos y respetar la libertad de un segmento de la población va a atentar contra mi dignidad y mucho menos disminuir mi santidad. En otras palabras, mis derechos y mi dignidad no se van a ver afectados porque una pareja homosexual quiera casarse; principalmente porque una cosa no tiene que ver con la otra. Por el contrario, cuando Gerlein se opone al derecho de una pareja de querer casarse y trata su relación como “escatológica” el senador si está atentando contra algo, nada más y nada menos que el Artículo 21 de la Constitución Política de Colombia de 1991:

“Artículo 21. Se garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su protección”

Uno imaginaria que Gerlein tendría pleno conocimiento de la Constitución y como representante del gobierno y de los colombianos, tendría la delicadeza de respetar dicho documento. Lastimosamente, sus declaraciones solo demuestran que en Colombia la Constitución solo sirve para ser pisoteada.

Creo que más que cuidar la santidad de las mujeres o de cualquier otro segmento de la población colombiana, el senador Gerlein debería velar por la protección de los derechos. Claro que eso sería pedirle mucho a un político que solo usa a las mujeres para justificar sus votos, pero que nunca se pronuncia sobre las leyes que protegen a las mujeres o que garantizan sus derechos básicos. A Gerlein jamás lo hemos visto repudiar casos tan lamentables como el de Rosa Elvira Cely, los ataques con ácido, y el reclutamiento de niñas en los grupos guerrilleros. Antes de venir a “cuidar” la santidad de las mujeres, Gerlein debería cuidar el bienestar de las mismas.

Sería bueno que Gerlein aclarara a que se refiere cuando usa la palabra “santidad” porque si se refiere a las decisiones de las mujeres en el ámbito sexual, al senador habría que recordarle que eso más que un tema de estado es algo personal. Pero es evidente que a Gerlein no le importa “meterse en el rancho” de los colombianos para venir a criticar sus preferencias y su vida privada. Lo que si suscita un problema para Gerlein es que contradigan sus ideas, aun cuando tales ideas terminan afectando la igualdad de derechos.

Si Gerlein quiere hacer algo por las mujeres debería informarse un poco más, dejar a un lado el tema de la santidad y preocuparse por temas como la violencia doméstica, el abuso  y el tráfico sexual. El aborto ni lo menciono en el grupo anterior porque muy seguramente Gerlein terminaría aliándose con el Procurador Alejandro Ordóñez para ir en contra del derecho básico de la mujer sobre su cuerpo.

No siendo más, a Gerlein habría que recordarle que esas mismas personas a quienes el calificó de sucias y de tener prácticas “escatológicas” son las mismas que le pagan su millonario sueldo a través de los impuestos. Sin importar la orientación o preferencia sexual, a los colombianos se nos está yendo la vida trabajando y pagando impuestos para que senadores como Gerlein se sienten muy cómodamente en el Capitolio Nacional a juzgarnos y a pisotear nuestros derechos. Por último, no quedaría nada mal evaluar el tratamiento de “Honorable Senador” que ostenta Gerlein. ¿De cuándo acá un personaje homofóbico y  misógino merece el trato de “Honorable”?

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