Esto que les voy a decir, me hace recordar las más básicas clases de lógica que uno veía en las aulas de periodismo:
a. Los políticos meten en la piña a sus amigos
b. El Gobernador del Magdalena, Mello Cotes, es político.
= El Gobernador del Magdalena, Mello Cotes, mete en la piña a sus amigos
Y si ahora le agregamos el dato que más allá de ser político, el Gobernador del Magdalena es realmente un acordeonero, nos da esta premisa final: ¡El Gobernador del Magdalena, Mello Cotes, mete en la piña a sus amigos acordeoneros!
¡Dicho y hecho! Como si fuera un mensaje subliminal para invocar al primer Rey Vallenato que tuvo este país, la Oficina de Cultura de la Gobernación del Magdalena celebró en abril del 2012 el contrato 039, con el compadre Gustavo Adolfo Osorio Picón, un acordeonero que ha crecido, entre parranda y parranda, agarrado de la mano del joven Gobernador.
Con este festivo contrato, el acordeonero amigo del Gobernador se echó al bolsillo la no despreciable suma de $14 millones de pesos del erario público justificado en unos talleres de acordeón en algunos corregimientos de la Zona Bananera.
Como se trató de un contrato de prestación de servicios profesionales, la Gobernación se ahorró la necesidad de que se presentaran distintos oferentes para encontrar al más idóneo para llevar a cabo la tarea y, en cambio, les permitió elegir al personaje con el único esfuerzo de levantar el índice y señalar pa’ donde resultó obvio.
Cabe anotar que, pese a que según los estudios previos de este proceso de contratación, debía “acreditarse y constatarse la experiencia e idoneidad” del prestador del servicio, solo bastó una hoja de vida con una interrumpida carrera universitaria de tres semestres de Administración de Empresas para que ese contrato fuera suyo. En la hoja de vida del acordeonero no existía ningún anexo que permitiera acreditar experiencia que dijo tener, así esta fuera verdad.
Solo por tirarles un datico y ponerlos en contexto, este acordeonero, oriundo del municipio de Río de Oro, fue quien relevó al Gobernador del Magdalena cuando este se vio obligado a retirar su intención de participar en el concurso del Festival de la Leyenda Vallenata para evitar la avalancha de críticas que se le venían encima por su ridículo capricho.
Y con los mismos acompañantes que el Mello Cotes pretendía participar en el concurso, Osorio Picón –con la venia de su joven padrino- terminó amenizando una parranda vallenata, con caja y guacharaca, para el propio Juan Manuel Santos y el alto Gobierno, en la casa presidencial de Cartagena.
Aunque hay fotos que dan fe del cumplimiento del contrato 039 –el cual no dudo que no se haya llevado a cabo– el informe final que presentó el acordeonero no tiene ni siquiera un listado de asistencia de los estudiantes que recibieron el taller, para por lo menos darnos una idea de si realmente logró llegar con su toques de acordeón a los 600 niños que tenían por objetivo.
P.D. Mientras que el Gobernador se mata la cabeza ‘promoviendo la cultura vallenata’ a punta de contratos para sus compadres, un pelao de la Universidad del Norte que conocí esta semana sí se quemó la cabeza para buscarle solución de agua potable a los habitantes de un corregimiento cerca de Palermo, Magdalena. Y para su tesis de grado, se bajó del bus con $60 mil pesos de su propio bolsillo para construir tres carretillas diseñadas por él mismo, que ayudaron a palear la necesidad de tres familias de esa población que se ven obligadas a transportar el agua al hombro (incluyendo mujeres y niños) debido a que el agua no llega a sus casas por culpa del abandono de los gobernantes.
Con el billete que se gastó el Gobernador en su amigote acordeonero, se podrían construir 700 carretillas de estas…
En un próximo blog les hablo de esta buena iniciativa de las carretillas, a ver si quizás el Gobernador se hace amigo de él y, de paso, le tira el contratico…
Por Polo Díaz-Granados
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