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Publicado el jorgesaenz

Una segunda oportunidad Verde

Colombia merece una segunda oportunidad. “Donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”, decía nuestro Gabo al recibir el premio Nobel de literatura, en 1982.
 
Palabras cargadas de fuerza futurista, que ahora pueden transformarse en realidad para un país que ha soportado todos los males del planeta con estoicismo: violencia, narcotráfico y corrupción.  Es hora de parar echar un vistazo atrás y avanzar dejándose llevar por la ola verde que tiene esperanzado al país.
 
No se trata de andarse con mezquindades partidistas. Hay que pensar en grande para avanzar con seguridad. Bogotá tuvo su oportunidad y los resultados así la mostraron. Ahora ese progreso se ha estancado y los principales indicadores se encuentran muy deteriorados, pero hubo instantes en que nos sentíamos orgullosos de nuestra capital: hermosa, altiva y progresista.
 
La Ola Verde que envuelve al país y que ha catapultado a un incomprendido candidato a lo más alto de las encuestas, nos dice que puede ser una realidad esa segunda oportunidad que el país está esperando. Cuando escasean las promesas y proliferan las ideas, un nuevo horizonte se abre y un hombre gana más credibilidad.

Porqué no jugarle a esa posibilidad de ver que se golpea la corrupción, O que por lo menos los principales actores no permiten abrir grietas para que se escondan los protagonistas de una plaga que azota fuertemente los cimientos de una sociedad que quiere erigirse en medio de tanta complicidad y ante la mirada impávidad de los organismos de control. Si estos actuaran la corrupción estaría debilitada y su accionar pasaría a un segundo plano.

Una Colombia justa, no se consigue con las personas que siempre han detentado el poder,  y que en el pasado no se acordaron de la justicia. Porqué tendrían que hacerlo ahora; que ha cambiado, para ellos, acaso.

Dejemos que se haga realidad esa segunda oportunidad para el país de la mano de una hombre que pregona que la vida y los dineros públicos son sagrados: ahí están resumidas las promesas, y algo más, de todos los que, por fortuna, vienen atrás. Si nos equivocamos lo hacemos de la forma más honesta y prístina que se pueda pensar. Pero al final de los tiempos creemos que algo habrá cambiado.

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