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Publicado el jorgesaenz

Triunfalismo olímpico

Una ola de triunfalismo ha estado despeinando la cabeza de algunos comentaristas deportivos por el destacado éxito alcanzado por Colombia en los juegos Suramericanos realizados impecablemente en Medellín.

Es cierto. Fue una importante y destacada participación, pero de allí a echar las campanas al vuelo hay mucho trecho, o mejor dicho mucho trabajo.

Ese triunfalismo barato de que siempre hacen gala algunos, o quizás muchos, comentaristas  no los hace recordar que Brasil es una potencia en lo deportivo en la región, siempre tiene una destacada figuración en los juegos olímpicos, mientras que Colombia por ahí buscar arañar una medalla de bronce y con mucho esfuerzo individual una de oro.

Una gran medalla de oro se lleva el pueblo antioqueño, indudablemente. Ellos son los verdaderos ganadores de los juegos Suramericanos. Los escenarios estuvieron en su punto para el día indicado y las asistencia fue bien nutrida.

Colombia ganó los IX Juegos Suramericanos de Medellín 2010, luego de sumar 142 medallas de oro y Brasil alcanzar 121. Eso es indudable e innegable. Pero pensar que por este triunfo nuestro camino seguro ahora es llegar a los olímpicos y ‘soñar’ con un nutrido juego de medallas, es elevarnos del suelo al cielo.

«Lo que logramos en Medellín no es resultado de la casualidad ni producto de un iluminado, es el trabajo de muchos años donde ha participado directamente el Estado, dirigentes, ligas, alcaldes, gobernadores y los deportistas comprometidos en el proceso», dijo el presidente del Comité Olímpico Colombiano (COC), Baltazar Medina.

Todos sabemos que no existe real apoyo para los deportistas y que las medallas ganadas como la de María Isabel Urrutia, no es por esfuerzo del COC, pues es bien conocido por nulo apoyo para los deportistas y que a los olímpicos son pocos los deportistas que van y muchos los familiares de los directivos que asisten.

Tampoco puede irse a los extremos de que todo lo que gana Colombia es malo. Colombia ganó bien la Copa América y que no vino Argentina pues ese no fue el problema; cada pueblo es dueño de su propio miedo.  Ningún argentino pone en duda del ‘triunfo’ de su selección en el Mundial de 1978. Que buen técnico era ese golpista Rafael Videla.

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