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Pilas con el cambio climático para navegar el río Magdalena

9963360303_d6cd87cdaa_oLa cuenca del río Magdalena genera el 85% del PIB nacional./ Flickr: ingenero.creativo

El próximo mes el país conocerá cuáles serán las obras que planea realizar el grupo Navalena S.A.S para recuperar la navegabilidad del río Magdalena en los próximos trece años y medio. Con una inversión de 2.5 billones de pesos el proyecto ya está andando; sin embargo, los vacíos técnicos sobre la verdadera condición del río inquietan a los expertos.

Por: Tatiana Pardo

Periodista Blog El Río y El Espectador

Asumir el desafío de intervenir las riberas de la principal arteria fluvial de Colombia requiere, entre muchas cosas, comprender su condición, funcionamiento y las dinámicas socioeconómicas que históricamente han tenido los pobladores con la cuenca pero, adicionalmente, hace falta conocer cuál es la capacidad de resiliencia que tiene el río ante los escenarios de cambio climático tan variables que se avecinan.

De acuerdo con los análisis realizados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), junto con el Centro de Predicción Climática (NOAA) y el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad, hay una probabilidad mayor de 90% de que el fenómeno del Niño continúe hacia finales del 2015 y el primer trimestre del 2016, siendo el periodo más intenso.

Aunque en un principio se había hablado de un Niño ‘débil’, el pasado jueves el director del Ideam, Omar Franco, advirtió que será ‘moderado’ lo que se traduce en un déficit de lluvias entre el 40% y el 60%. Alrededor de 300 municipios se verán afectados, especialmente en los departamentos de La Guajira, Magdalena y Atlántico.

Esta ausencia de lluvias también ha afectado el caudal del principal río de Colombia. El Magdalena presentó este año los niveles más bajos que se han registrado en la historia por lo que el transporte fluvial se ha dificultado, aunque no paralizado totalmente. Los niveles reportados en la estación de Barrancabermeja, por ejemplo, dan cuenta de que el río tiene sólo 60 cm, cuando normalmente está en 2,60 metros. En otras estaciones como la de Puerto Wilches y Puerto Berrío los niveles actuales del río se encuentran en 2.20 y 3.46 metros respectivamente.

El Gerente de Operaciones de la Naviera Fluvial Colombiana, Raúl Muñoz, señaló que en lo corrido del año han tenido que movilizar los convoyes de manera fraccionada generando gastos en combustible y pérdida de tiempo. «Nunca habíamos tenido una situación similar en los últimos cincuenta años”, advierte Muñoz.

Los puntos más críticos hasta el momento se encuentran en la desembocadura del río Sogamoso, en La Bufalera y Cantagallo en donde se está haciendo dragado con equipos alquilados provisionalmente pues los de Navelena (consorcio conformado por la brasileña Odebrecht y la colombiana Valorcon), llegarán desde Italia al finalizar el año.

A la profesora de la Universidad del Magdalena y doctora en ecología y medioambiente, Sandra Vilardy, le preocupa que el río no sea visto como un sistema complejo que comprende el 24% del territorio nacional, habitado por el 77% de la población colombiana y siendo escenario de las principales actividades económicas del país.

El proyecto de navegabilidad va a hacer una intervención sobre un ecosistema que está bastante alterado y del que no tenemos claro cuál es su verdadero estado de salud. Por eso no sabemos cómo va a reaccionar el río ante esas modificaciones y mucho menos, cómo se comportará en eventos climáticos extremos. Si a eso le sumamos los efectos de otros procesos como la minería, la extracción de hidrocarburos, la construcción de hidroeléctricas, la deforestación del 42% de los bosques de la cuenca en las últimas tres décadas, la contaminación, la erosión que sufre el 68% de la cuenca desde 1990, la sobrepesca, sedimentación, entre otros factores, pues la situación será peor si no hay estudios concretos”, sostiene Vilardy

Aunque la Corporación Autónoma Regional del Río Grande del Magdalena (Cormagdalena) ha insistido en que no se debe ver al proyecto como una obra únicamente de dragado (pues el 70% corresponde a tareas de ingeniería y el otro 30% se ocupará de mantenimiento y dragado) lo cierto es que este punto es uno de los que más inquieta a quienes le vienen siguiendo la pista a las aguas del río, las cuales pasan por  veintidós de los treinta y dos departamentos del territorio nacional.

Según había comentado el doctor en ciencias del mar, Juan Darío Restrepo, durante el Foro Nacional Ambiental, el Magdalena tiene 750 toneladas de sedimentación por kilómetro cuadrado, siete veces más que el Misisipi y diez veces más que el Amazonas por lo que «el proyecto evidenciaría un desconocimiento del río al considerar que puede ser navegable cuando su producción de sedimentos no lo permite».

Sin embargo, el presidente de Navelena, Jorge Barragán, asegura que dentro de un año y medio, aproximadamente, tendrán listo un estudio que permitirá saber “cómo aprovechar, con obras de ingeniería, la poca agua que se pueda presentar por el fenómeno del Niño para que el río se preste para la navegación. Y cuando haya mucha agua, mirar también qué obras de ingeniería se tendrán que emplear para que el transporte de sedimentos no sea demasiado grande”. Esto con la intención de conocer el panorama a futuro pues, según dice, «los estudios que hay actualmente cuentan la realidad en determinado momento histórico y no tienen proyecciones ante los escenarios de cambio climático».

De acuerdo con Barragán, el material dragado no se va a sacar del río “teniendo en cuenta su importancia para el equilibrio ecológico” por lo que en temporadas de verano se colocará a los extremos del río y serán sostenidos con obras; mientras que en temporada de lluvias la creciente llevará naturalmente los sedimentos hasta las playas del mar.

Por el momento, el proyecto se encuentra en la etapa de preconstrucción en donde se presentan todos los diseños y estudios pertinentes aunque el pasado 11 de junio ya se iniciaron obras de mantenimiento en un tramo de 652 kilómetros entre Barranquilla y Barrancabermeja. Luego seguirá una etapa de construcción que durará cerca de cinco años y finalmente una etapa de administración de siete años más. A mitad del 2016 empezará a trabajarse el tramo entre Barrancabermeja y los puertos de Puerto Salgar y La Dorada.

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