El río que recorre el valle de Aburrá, y acompaña libre de malos olores la vía principal del metro de Medellín, estará a la altura de los afluentes descontaminados en las principales urbes del mundo.

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Foto y redacción: @NataliaGónima

El Valle de Aburrá, una de las subregiones más poblada del país (3’685.382), se ubica en el centro-sur del departamento de Antioquia, Colombia, en medio de la Cordillera Central de los Andes.

El río Aburrá también conocido como río Medellín por ser la frontera que divide la capital del departamento de Antioquia en oriente y occidente recibe actualmente las aguas residuales del 80% de las personas que habitan el Valle de Aburrá, además de otro tipo de residuos líquidos industriales basura y escombros.

No obstante, gracias al trabajo de las Corporaciones Autónomas Regionales, Área Metropolitana del Valle de Aburrá  y Empresas Públicas de Medellín (EPM), desde hace catorce años – y con la puesta en marcha de la segunda gran planta de tratamiento de aguas residuales en el país (Central San Fernando)- el río comenzó un importante proceso de recuperación.

Según Carlos Mario Montoya, Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA), aunque el río siempre fue un referente importante de la ciudad de Medellín, cuando él era niño el afluente era un río lleno de gallinazos y escombros, un río que se salía de su cauce y olía mucho. Una barrera entre el oriente y el occidente.

Sin embargo, estos últimos años tanto el AMVA como EPM han invertido grandes sumas de dinero en la recuperación del río Aburrá y sus afluentes. Solo el presupuesto de AMVA para el plan de gestión 2012-2015 es de ochocientos mil millones de pesos, el segundo después del presupuesto para la ciudad de Medellín.

Por su parte EPM está construyendo la PTAR de Bello, al norte de Medellín, por un valor de 347.3 millones de dólares provenientes de un préstamo de 450 millones de dólares otorgado por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo).

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El Área Metropolitan del Valle de Aburrá es una entidad administrativa de derecho público que se creó en el año 1980 para coordinar el desarrollo conjunto de  nueve de diez municipios que conforman el territorio del Valle de Aburrá, sin contar Envigado, municipio que se excluyó en el año 1983.

RIO MEDELLIN

El Espectador recorrió el río Aburrá de principio a fin para conocer su estado, las obras construidas para su recuperación y los proyectos que el AMVA adelanta como parte de su primera línea de trabajo titulada “El río Medellín-Aburrá y sus afluentes”.

El río Aburrá, eje estructurante del desarrollo regional, nace en el Refugio de vida silvestre del Alto de San Miguel (Municipio de Caldas) ubicado 30 kilómetros al sur de la zona urbana del Valle de Aburrá.

Tiene aproximadamente 100 kilómetros de longitud y atraviesa Medellín de sur a norte, bordeando de cerca a las montañas orientales y su área Metropolitana – Caldas, La Estrella, Itagüí, Sabaneta, Bello, Copacabana, Girardota, Barbosa-.

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En “Los Charcos”, como se le conoce al río en sus primeros kilómetros, el agua es cristalina hasta que se topa con las aguas turbias de la primera de 1200 quebradas que lo alimentan, conocida como La Salada.

Esta quebrada es receptora de las aguas negras de quienes habitan varias veredas del sector y es la primera fuente de contaminación del río Aburrá. Solamente los habitantes de una pequeña vereda conocida como La Clara tienen el privilegio de ver correr aun sus aguas puras y cristalinas.

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El río Aburrá recorre un valle de laderas muy inclinadas e inestables que en su mayor parte se encuentran densamente pobladas por comunidades vulnerables. Por ellas bajan las 1200 quebradas que alimentan el río Aburrá-Medellín y muchas se encargan de conducir las aguas negras de estos asentamientos que nunca tuvieron alcantarillado convencional.

Debido a la falta de un alcantarillado convencional, uno de los trabajos que adelanta el AMVA es la construcción de alcantarillados no convencionales, unos tubos que canalizan las aguas residuales domésticas de estas veredas para conectarlo a un alcantarillado convencional de EPM.

Centra San Fernando

Desde el año 2000 hasta el presente la Planta de tratamientos Central San Fernando, ubicada en el municipio de Itaguí, al sur del Valle de Aburrá, ha realizado un tratamiento secundario a 20% de las sus aguas residuales domésticas del valle provenientes de los municipios de Sabaneta, Envigado, Itaguí, La Estrella y próximamente, Caldas.

Esta fue la primera gran planta de tratamiento secundario en el país y tiene una capacidad de 1.8 metros cúbicos por segundo. Costó 130 millones de dólares, monto financiado también por un crédito del BID.

En este momento la planta más grande de lodos activados la PTAR de Bello se encuentra en construcción y tendrá tres veces el tamaño y la capacidad de la Central San Fernando. Será la más grande en Colombia y una de las más modernas en latino América.

“Una vez construyamos el colector sur, la Central de San Fernando tendrá una capacidad del 30% de las aguas del Valle de Aburrá y en el 2015 cuando entre en funcionamiento la PTAR del Norte estaríamos recogiendo más del 95% de las aguas residuales” afirmó para este diario el Dr. Montoya, director del AMVA.

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Así, para que el afluente deje de llevar las aguas negras de los antioqueños resta limpiar las aguas de los municipios de Barbosa, Girardota y Copacabana.

De esta manera y con otros proyectos de sensibilización ciudadana, el valle espera gozar de un río con un nivel mínimo de oxígeno disuelto de 5mg-l, a la altura de ríos descontaminados en las principales ciudades del mundo.

Uno de ellos es el proyecto que tiene AMVA de Alcantarillado no convencional. De visita a una de los barrios ubicados en las laderas de Medellín en donde se implementó esta modalidad hablamos con la señora Lilia Arango quien ha vivido ahí más de 65 años.

Según cuenta cuando era niña sacaban Capitán del río y se bañaban en la quebrada Rodas hasta que hace unos treinta años, el barrio se empezó a poblar cada vez más y la fuente de agua se convirtió en una alcantarilla a cielo abierto.

Sin embargo, según dice, desde que funciona el alcantarillado no convencional que construyó AMVA hace tres meses, no hay zancudos ni malos olores.

y1“fuimos casa por casa para interceptar las aguas antes de que cayeran a la quebrada” Dice la señora Lilia. No obstante, en su barrio aun se enfrentan con un grave contaminador, una fábrica de cueros y cebos que contamina el río cuando llueve. Según cuenta, esos días corre el agua con espumas altas, el agua fétida y espesa.

A principios del año 2013 empezó a operar la Unidad de Atención aEmergencias Ambientales del AMVA. Este programa está compuesta por once integrantes y cuatro tripulaciones móviles donde trabajan Ingenieros químicos, ambientales y forestales para monitorear el río Aburrá, desde el municipio de Caldas hasta Barbosa, 24 horas al día.

Hablando con Luis Fernando Restrepo, uno de los ingenieros operativos de la Unidad de Emergencias ambientales, nos contó que todos los días reciben llamados de emergencias vía Twitter o por mensajes de texto y ellos van a la zona lo antes posible para determinar de dónde provienen las aguas residuales.

 

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Cuando se conoce sobre un vertimiento ilegal en compañía de la oficina jurídica del área metropolitana inicie los procedimientos que haya lugar.

La señora Lilia Arango fue una de las ciudadanas que utilizó este recurso para denunciar el problema de la contaminación de la quebrada. Hizo la denuncia por mensaje de texto y en contados minutos recibió una llamada de vuelta de parte de la Unidad, que preguntaron por la ubicación del barrio y la fábrica.

La Unidad de Atención a Emergencias Ambientales los fines de semana recibe voluntariamente y recuperan animales silvestres todos los fines de semana para ser llevados al centro de valoración, en Barbosa, antes de ser liberados en su hábitat regular.

cuidaOtro de los proyectos interesantes e inovadores del AMBA con el que nos encontramos en este recorrido, es Cuidá. Personas de todas las edades participan de forma voluntaria en diferentes comités ambientales alrededor del Valle de Aburrá que se organizan para combatir el riesgo de vivir cerca una quebrada y proteger el medio ambiente.

Como su nombre lo indica, el grupo  Cuidá “cuida su barrio, su entorno y su vecino”. En este momento hay alrededor de 1100 voluntarios de todo el valle. Treinta  y seis son grupos de adultos y otros treinta y seis semilleros en donde solo participan niños y niñas menores de trece años.

Entre los objetivos de Cuidá está la educación y sensibilización ambiental puerta a puerta. Se trabajan temas de reciclaje y monitoreo de las quebradas para combatir el riesgo en el que se encuentran quienes habitan sus orillas.

rb23Hablando con el ambientalista Milton Ramirez Zuluaga, integrante del comité de dirección de los Cuidá, nos contó que “en el periodo del Dr. Carlos Mario Montoya – Dir. AMVA- se le ha dado mayor impulso al programa he incluso se han doblado los recursos que se aprobaban antes para el proyecto lo que nos ha permitido aumentar la capacidad de participantes”.

Así, hace unos días, veinticuatro niños tuvieron la oportunidad de conocer el nacimiento del río Aburrá-Medellín, en el Alto de San Miguel, con el objetivo de crear un impacto de recordación y sentido de pertenencia.

“Queremos generar con el río ese arraigo que tanto tenemos los paisas” dijo Ramirez en entrevista con El Espectador, quien afirma que AMVA ha puesto los recursos ininterrumpidamente desde el año 2007, teniendo como operador del programa la Universidad Pontificia Bolivariana.

ra21En el barrio París, en límites entre Medellín y Bello, se encuentra uno de estos comités. Quienes habitan la zona ven bajar entre las calles estrechas y desordenadas un hilo de agua cristalina que poco a poco se torna turbia por la contaminación proveniente de los tubos que salen de cada una de sus casas.

José Monat, habitante de esta comuna y fundador de uno de los primeros comités de Cuidá dice que su labor se concentra en hacer educación ambiental de casa en casa y dice que incluso hay colegios que llaman a su grupo a dictar charlas ambientales.

Hace más de seis años que el grupo Cuidá trabaja en la recuperación de la quebrada La Loca y la quebrada La Montañita y aunque lograron cambios significativos en los malos hábitos de la gente, hoy se sienten frustrados por la inevitable contaminación proveniente de un asentamiento ilegal, en la ladera de al lado, en terrenos comprado por la alcaldía de Medellín.

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EnCicla es otro de los programas verdes que tiene AMVA para facilitar la movilidad en la ciudad e invitar a los ciudadanos a hacer parte de la purificación del aire y su entorno.

Este programa lleva funcionando desde octubre del 2011 y desde entonces su número de préstamos haciende los 600.000 con ocho préstamos por bicicleta al día. En este momento hay 18 estaciones ubicadas y 420 bicicletas. Desde su operación, EnCicla ha contribuido con la reducción de 271 toneladas de CO2.

em1Antes de finalizar este año los antioqueños esperan tener 50 estaciones, las 18  manuales que ya existen y 32 estaciones automáticas que tendrán capacidad para 20 y 40 bicicletas. Así, a finales de este año, Medellín contará con 1200 bicicletas para uso gratis.

Para el Dir. De AMVA el tema de movilidad en la ciudad es clave y complejo de resolver pus “cada vez hay más carros y más motos y cada vez hay menos espacio en la ciudad para la movilidad, en el Valle deAburrá la malla vial solo crece en un 1% anual mientras que el parque automotor está creciendo en más de un 10% anual”.

El metro ha sido muy importante en esta labor, aunque los muros que canalizaron el río Aburrá hace 40 y 50 años, unos veinticuatro kilómetros a su paso por la ciudad, están ahora muy deteriorados por lo que a veces se presentan hundimientos de losas y volcamiento de muros.

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Según un estudio reciente de la Universidad Nacional, sede Medellín, en el canal del río, hay 84 puntos críticos que ponen en peligro las obras del metro y hasta han tenido que suspenderse algunas rutas del metro. 

El Espectador visitó uno de estos puntos, ubicados entre la estación Envigado y Ayurá conocido como Doña María pues ahí hay una quebrada de ese nombre cuyas aguas desembocan en el río Aburrá.

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En este momento el AMVA realiza intervenciones en los puntos más urgentes y realiza controles para disminuir la velocidad de las aguas del río mediante azudes, unos muros laterales que sirven de pared.

Según Mario Gil Montoya, ingeniero AMVA del grupo coordinador, “En este punto se pueden ir unos 300 millones de pesos, en total para obras en el río tenemos 23 mil millones de pesos. Ya nos hemos gastado nueve mil desde que empezó el contrato este año”.

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El trabajo de recolectar las aguas residuales domésticas de los asentamientos de las laderas de Medellín es un reto no solo para el Valle de Aburrá pero para el país entero. Mientras sigan adelante estos proyectos en donde se involucran todos en la recuperación de un afluente, el río Aburrá o río Medellín correrá por buen camino.

Redacción y fotos:  @Natalia Gónima

Diseño e ilustración: Esther Ramos

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