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“La incertidumbre del río Magdalena”

Pese a los múltiples proyectos lanzados por el gobierno y las autoridades ambientales para salvar al afluente más importante de Colombia, actualmente no se percibe una mejoría significativa en sus niveles y su panorama futuro, según varios expertos, no es nada alentador.

747e7ac0e7bd32b45d8dbea81e756c2d(Foto: El Espectador)

Por: César Andrés Rodríguez
Periodista Blog El Río

La grave situación que aqueja al río Magdalena, por cuenta de la agresiva temporada seca que ha disminuido gran parte su caudal, parece intensificarse con el paso del tiempo. Al parecer, las diversas estrategias de intervención y revitalización del afluente, propuestas desde 2011 por el gobierno en asocio con las Corporaciones Autónomas Regionales y algunas instituciones internacionales, no han cumplido del todo las expectativas proyectadas para la recuperación de la navegabilidad, ni el incremento en los niveles de su caudal.

Actualmente el IDEAM mantiene la alerta roja en todo el territorio colombiano debido a que las cuencas del Cauca y el mismo Magdalena, registran los niveles más bajos de los últimos 15 años. Esto, sumado a las denuncias por desabastecimiento y racionamiento del recurso hídrico de las comunidades ribereñas y pesqueras, ha generado diversos cuestionamientos en cuanto a la eficacia de los planes implementados por las instituciones para recuperar estos afluentes.

fe5ada70260d14d059693f47ca53abdc(Foto: Controversia por llenado de El Quimbo / El Espectador)

Hace dos semanas, en medio de un fuerte debate protagonizado por comunidades del Huila y el sector político, el polémico proyecto hidroeléctrico ‘El Quimbo’ fue reabierto gracias a la decisión de un juzgado en Neiva que resolvió a favor de la tutela interpuesta por el gobierno Santos el pasado 24 de Diciembre. El proyecto se presentaba como una estrategia adicional, orientada a mitigar el impacto de la fuerte sequía sobre el río Magdalena. Sin embargo, la controvertida medida, fue duramente cuestionada por organizaciones ambientalistas y especialistas en gestión de recursos naturales, quienes denunciaban un inminente riesgo de contaminación en las aguas del afluente y reprochaban la manera en que el Gobierno asumió la resolución del proceso. A sus ojos faltó rigurosidad.

De acuerdo a Angélica Gutiérrez-Magness, hidróloga de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el proceso no tuvo en cuenta los datos científicos de instituciones fundamentales como el IDEAM. Lo correcto para ella fue haber reunido a todas las autoridades ambientales y evaluar todos los riesgos del proyecto, pero eso nunca se hizo. Adicional a esto, personalidades como Manuel Rodríguez, ex-ministro de medio ambiente, Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboltd, y el especialista Gustavo Wilches Chaux, cuestionaron en un reciente debate la flexibilidad de licencias otorgadas por la ANLA para la remoción de material orgánico de la represa, así como la debilidad de las políticas ambientales existentes, las cuales permitieron el desarrollo de lo que ellos catalogaron como «un daño ambiental irreversible».

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Ante un panorama cada vez más preocupante, instituciones como el Centro de Investigación Científica del río Magdalena Alfonso Palacio Rudas (CIRMAG), han desarrollado iniciativas para comprender mejor las dinámicas de los afluentes, en un esfuerzo por proponer alternativas concretas que beneficien la toma de decisiones del gobierno a favor del equilibrio ambiental de los ecosistemas colombianos y de las comunidades que dependen de estos. Recientemente, el centro implementó una plataforma tecnológica que permite conocer el comportamiento de los caudales, el impacto de las lluvias en sus comunidades ribereñas, la captación de aguas por parte de bocatomas de acueductos y la operación de las hidroeléctricas en los cauces. Sin embargo, según afirma César Garay, director de CIRMAG, esta herramienta se encuentra aún en fase de desarrollo, por lo que permite pronosticar escenarios con un margen de error significativo, por lo que aún deben ser tenidas en cuenta las dinámicas impredecibles de inundación y comportamiento en general de los afluentes en cada proyección.

En definitiva, tal como afirma Garay, aunque el panorama del Magdalena no ha presentado mejorías a corto plazo, sólo el tiempo y los avances tecnológicos de estas plataformas permitirán determinar los impactos reales de las estrategias implementadas para salvar su cauce, mientras tanto, la crisis podrá prolongarse durante un periodo indefinido y la incertidumbre de las comunidades seguirá presente hasta encontrar una solución definitiva.

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