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Un juramento hipocrático para salvar los océanos del mundo

Un grupo de científicos encontró los errores de la ONG y otras instituciones a la hora de cuidar el océano. Proponen crear una especie de juramento profesional para que estos grupos cumplan bien con su labor.

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Según la ONU, la pesca artesanal ocupa a más del 90% de los trabajadores del sector pesquero del mundo. / Foto: Pixabay

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Por: María Paula Rubiano
Periodista Blog El Río y El Espectador

Deben robarle al océano para sobrevivir. A pesar de haber vivido en esas costas por 10 generaciones, ahora no tienen ninguna otra opción… Todo lo que hacen es considerado ilegal, ni siquiera pueden recolectar conchas en sus propias cosas”. En febrero de 2014, un artículo publicado la revista científica Marine Policy prendió las alarmas sobre un problema que solo ese año, se reportaría dos veces más.

En ocho páginas, el geólogo Nathan Bennett relató la historia de 621 comunidades de pescadores artesanales, quienes vieron su vida cambiar después de que el Gobierno de Tailandia creara un área marina protegida de 483.990 hectáreas en los mares de la costa de Andaman, repletos de algas, corales y manglares. Los pescadores, acosados con esta nueva legislación, le dijeron a Bennet que se sentían como criminales.

Ese mismo año, en la edición de otoño de la revista Society for Applied Sociology, Vinay Kamat reportó un caso similar en la región costera de Mtwara, sudeste de Tanzania. Allí, la prohibición fue incluso más grave: varios lugareños fueron desplazados, en aras de proteger la naturaleza. En noviembre de 2014, pescadores artesanales de Sudáfrica protestaban. Su consigna: “El océano es nuestra granja. No nos la quiten”.

El problema picó a Bennett. Tanto, que con la firma de otros 25 científicos, acaba de publicar un artículo en el que asegura que “a veces, en nombre de la conservación marina, se adelantan acciones inaceptables o ilegales que pueden afectar la credibilidad y el apoyo, poniendo en jaque el éxito a largo plazo de estos esfuerzos de conservación”.

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De acuerdo con la FAO, 2.300 millones de personas trabajan en la pesca en América Latina y el Caribe, la mayor parte como pequeños productores. / Foto: Pixabay

Bennett revisó toda la bibliografía disponible sobre el tema, y reunión a 18 expertos para que hablaran sobre los problemas que debían enfrentar. El producto fue el paper “Un llamado para un código de conducta para la conservación marina”, publicado este año en Marine Policy.

La tesis de este documento es que, al igual que médicos, abogados, ingenieros y profesores: los profesionales de la conservación deben tener un mecanismo que guíe sus acciones. Un juramento hipocrático para salvar los mares. “El desarrollo de un código de conducta para la conservación es justificada y urgente”, dice el documento.

Ese código, dicen, podría servir para minimizar las fricciones que las áreas marinas protegidas pueden generar en el mundo: empezando con la falta de consulta previa informada, pasando por el desplazamiento físico de las comunidades, la perpetración de violencia, los cambios culturales, la marginación, la pérdida del sustento y un incremento en la pobreza de estos pescadores.

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Foto: Pixabay

En el paper los científicos proponen un borrador del “Juramento Hipocrático” para quienes cuidan los océanos. El borrador, que no es más largo que una página, está dividido en tres principios clave: Gobernanza y toma de decisiones, Justicia social y Rendición de cuentas por parte de ONG y otras instituciones de conservación.

Dicho código, señalaron los investigadores podría actuar como una herramienta para educar a los profesionales de la conservación que apenas comienzan su carrera, y que hagan su trabajo “de una manera que tenga en cuenta las diferencias sociales, culturales, económicas e institucionales”.

Si bien apenas es una idea, Nathan Bennett y sus colegas pusieron sobre la mesa la necesidad de que la conservación, en pleno siglo XXI, entienda que sus propósitos son estériles sin la participación de las comunidades. Es lo mismo que Hugh Possingham,  director ejecutivo de ciencia de The Nature Conservancy, señaló en una entrevista reciente con El Espectador.

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