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El arquitecto que quiere rescatar el río de los juglares vallenatos

Santander Beleño nació a 300 metros del río Guatapurí, que atraviesa su natal Valledupar. Tras darse cuenta de que para los vallenatos menores de 50 años el río no existía, decidió hacer un proyecto para recuperarlo.

El río Guatapurí llega hasta Valledupar desde la Sierra Nevada. Sigue su camino hasta desembocar en la margen derecha del río Cesar.
El río Guatapurí llega hasta Valledupar desde la Sierra Nevada. Sigue su camino hasta desembocar en la margen derecha del río Cesar.

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Por: María Paula Rubiano
Periodista Blog El Río y El Espectador
Fotos: Santander Beleño

Si le pusieran a hacer un mapa mental de su ciudad, ¿hasta dónde irían sus límites? ¿trazaría usted al río que lo atraviesa -o que traza sus bordes-?, si traza al río ¿podría indicar por dónde pasa, quienes conviven con él? Si alguien le hace estas preguntas a Santander Beleño, él sabrá responder con detalle cada una. Y no solo porque varias décadas como arquitecto lo han llevado a conocer el lugar donde nació, sino porque el río Guatapurí, que pasa por el margen oriental de Valledupar, lo ha acompañado desde su nacimiento.

“Yo nací a 300 metros del río Guatapurí”, dice. Luego añade que las mañanas y tardes de su infancia las pasaba metido en el río. Como él, todo Valledupar convivía con las aguas que bajaban desde la Sierra Nevada:  los marihuaneros, los homosexuales marginados, los paleros que sacaban de allí arena y piedra para construcciones, las abuelas con sus huertas de pancoger. “Cada quien buscaba su espacio tranquilo en ese bosque paradisíaco”, dice.

Pero del “bosque paradisiaco” queda poco. ¿Qué ha pasado? Los asentamientos ilegales han creado una barrera invisible pero infranqueable de ollas de vicio, microtráfico y suciedad. Tras encuestar a más de 200 personas, Beleño se dio cuenta de que el 74% de la gente ya no va al río por la inseguridad que reina en los asentamientos ilegales y por el deterioro que se ve en el lecho. El olvido es tal que, según la tesis de maestría de Beleño, cuando los vallenatos con menos de 50 años dibujan un mapa de su ciudad, el río no aparece por ningún lado. Se lo tragó el olvido.

Esta es una de las imágenes de las orillas del río Guatapurí cerca al centro histórico de Valledupar.
Esta es una de las imágenes de las orillas del río Guatapurí cerca al centro histórico de Valledupar.

El Parque lineal del río Guatapurí -que el mismo Beleño diseñó en los años noventa- es, en sus palabras, “el único lugar del río que la gente reconoce. Pero el río no es eso, el río es todo. Eso a mí me dejó muy preocupado y me pregunté: ¿Cómo hacemos para que la gente vuelva al río?”. Con esa pregunta en mente, Beleño desarrolló su tesis de maestría en diseño urbano en la Universidad Nacional. Un trabajo que da algunas pautas para resolver la situación en el Guatapurí pero que puede dar pistas para responder la misma pregunta en otros ríos del país.

Un ciclo que lleva a la muerte

Beleño cree que la muerte de un río tiene que ver con un ciclo macabro que empieza con un deterioro en sus aguas, o con una exclusión del río de los planes de desarrollo de una ciudad, lo que disminuye la apropiación de la gente sobre él. La falta de sentido de pertenencia hace que el deterioro del afluente aumente, y, un río en esas condiciones -que huele mal, que se ve mal, que «no sirve»- debilita aún más el sentido de pertenencia.

Para romper el ciclo, dice Santander Beleño, hay que reparar -o crear- los lazos de la gente con el río. De hecho, el arquitecto cree que el deterioro “asociado a acciones vandalismo, inseguridad y pobre apropiación” en algunos de los proyectos de recuperación del ríos en el mundo tiene mucho que ver con ese lazo filial que se rompió y aún no ha sido reparado.

Para comprobar su hipótesis, Beleño diseñó tres tipos de escenarios para recuperar el río Guatapurí: una, con el acento en lo que histórica y culturalmente ha significado el río para Valledupar; otra, con un énfasis en los espacios recreativos que pueden hacerse a su alredor; y una tercera propuesta con un énfasis en la recuperación ambiental. El 45% de las personas que encuestó -200 entrevistas personales, más de mil en redes sociales- prefirió el escenario en el que se recuperó la relación de la gente con su río.

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Las orillas del río se han llenado de basuras en algunos puntos. Beleño identificó estos lugares y los geolocalizó.

En su propuesta, Beleño rescata las ‘rosas’, que son pequeñas huertas de pancoger que las abuelas y abuelos tenían en el río. Llenó las 20 hectáreas que abarcaría el proyecto de árboles nativos cuyos colores le indican a los más viejos si están en época seca o de lluvias. Trazó nuevos callejones, similares a los caminos reales, que conecten el centro histórico con el río. A las personas que hoy viven en los asentamientos ilegales, planea llevarlos, justamente, a los barrios Garita y El Carmen, que, ubicados en el centro, les permitiría permanecer cerca al río y a sus lugares de trabajo.

¿Podremos romper el ciclo macabro de abandono del río Bogotá?

Es imposible escucharlo hablar y no preguntarle si hay esperanza para un río como el Bogotá, ese que compartimos con otros 45 municipios pero que hemos convertido en una cloaca monumental. “El caso de Bogotá es muy distinto, porque es cosmopolita y su identidad es nacional, no se puede definir como una”, dice Beleño. Precisamente por eso, cree que la solución para el río que atraviesa la sabana debe ser segmentada.

Pueden hacerse proyectos semilla, de intervenir mil o dos mil metros”, dice, y añade: “Los estamentos locales deben evaluar en qué lugar este tipo de intervenciones puede tener un mayor potencial y hacerlo allí. Es crear esa conciencia, una nueva conciencia. Un primer ejemplo bien hecho va cambiando el chip”.

Santander Beleño sabe que muchos definen su proyecto como una obra quijotesca. Es consciente de que lograr un cambio -sea en el Guatapurí o en el río Bogotá- es una labor que puede tomarse décadas y que requiere un compromiso político que la mayoría de funcionarios no están dispuestos a asumir. “Pero no”, dice, “lo que cuesta es empezar”.

Santander Beleño planea intervenir toda la margen derecha del Guatapurí justo cuando llega a Valledupar. Cree que la intervención estaría lista en cinco años.
Santander Beleño planea intervenir toda la margen derecha del Guatapurí justo cuando llega a Valledupar. Cree que la intervención estaría lista en cinco años.

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