El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

Una niña recuerda cómo sufrió abuso sexual

DibujoViolenciaSexual
Uno de los dibujos de los talleres de MSF para combatir la violencia sexual contra menores.

Desde 2014, Médicos Sin Fronteras tiene actividades en Tumaco dedicadas a hablar sobre violencia sexual y salud mental. Más de veintitrés mil personas se han beneficiado de las consultas. Este es el testimonio de una de las menores que transitó por el drama de ser abusada sexualmente.

Testimonio recogido por Laura Rincón, psicóloga clínica de MSF

Mi mamá no me creía nada de lo que le decía. En mi colegio la profe me tiene en la mira porque no entiendo las clases, pero es que no me gusta ir a clases ya. Todo es distinto.

Antes jugaba mucho con una amiguita llamada Loren. Ella estudia conmigo y tiene 9 años como yo. Todos los días salíamos juntas a dar vueltas, jugábamos a ponchados con los otros niños del barrio. Ya luego cansadas, ella y yo nos íbamos para la casa de ella a seguir jugando. Un día ella me contó que cerca de su casa tenía un amigo que le daba plata y todo, hasta le prestaba su tableta para jugar. Ella ese día me contó que su amigo le había dicho que llevara a una amiga y ella dijo que tenía una amiguita, por eso me eligió a mí para ir.

Ese día, ella me dijo temprano en la mañana que la acompañara a la casa de ese amigo por la noche y que él nos iba a dar plata por jugar. A mí me gustan las tabletas pues yo no tengo, pero he visto varias niñas que hablan de eso. Estaba emocionada. Nos fuimos para donde él sin decírselo a nadie pero cuando llegué allá ya quería devolverme. No me gustó estar ahí, me dio miedo pero también me dio miedo salirme porque ya era tarde y era lejos de mi casa. Él me dijo que me podía estar con los juguetes de su hija y que la tableta tenía varios juegos. Mientras tanto, Loren se fue con él para la pieza donde él duerme. Yo vi eso y me dio miedo. No quería estar más ahí, no quería jugar más. Quería estar con mi mamá. Tenía miedo, sabía que si mi mamá se enteraba se iba a poner bravísima cuando llegara a casa. De pronto, el señor me llamó para que yo también fuera a su pieza y le hiciéramos “cosas” con mi amiga. Él nos besó.

Esa no era la primera vez que me daban un beso, ni la primera vez que me tocaban. Ya me habían besado antes por dulces, pero esta era la primera vez que me daban dinero y me dejaban jugar con una tableta. Sentía que esta vez era distinto porque nos quedamos a dormir allí las dos ya que se nos hizo muy tarde. Algo que me asustó fue que el señor nos dijo que no le dijéramos a nadie. Nos dio un billete a cada una. Y yo pensaba en el billete y en lo que iba a comprar. Tenía un poco de miedo y me acordaba que otras niñas decían que así llevaban plata pa’ la casa. También me calmé de pensar que mi mamá creía que me había quedado en casa de Loren porque ya antes me había quedado allá varias veces.

Con esos dos mil me compré un helado y me alcanzó para unas papas de limón. Lo gasté rápido, no quería tenerlos al llegar a casa. Mi mamá no sabe lo que me pasa, nadie sabe lo que me pasa. No puede saberlo nadie. Eso me da mucho miedo porque el señor nos dijo que no contáramos a nadie. No sabía qué hacer. En el colegio vivía pensando en eso, por eso no ponía cuidado y no aprendía.

En mi colegio unos psicólogos de Médicos Sin Fronteras nos contaron una historia con títeres sobre la violencia sexual. Y pude entender lo que me había pasado. Me dieron ganas de hablar con ellos y contarles que yo también tenía un secreto. Ellos entonces me dijeron que podíamos hablar. No les conté nada en ese momento, pero ellos le dijeron a mi profesor que me llevara a donde ellos. Allá llegue con mi mamá y pude decir lo que sentía. Todo cambió ahora. Mi mamá al principio se enojó, pero después lloró y me abrazó. Ahora mamá y yo estamos más unidas y me dijo que me ayudaría para que todo mejorara y que podía contarle todo lo que me pasara. Yo antes pensaba que eso era normal. Ahora sé que hay personas que hacen eso y que se aprovechan de las niñas pequeñas.

 

Comentarios