El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

¿Por qué matar a un periodista?

Quien es capaz de decapitar a una persona y difundirlo por internet será capaz de destruir a cualquier enemigo. El terrorismo busca a través de actos violentos causar un miedo extremo entre la población y a través de ello insertar y promover su agenda ideológica.

Steven Sotloff afp-1

Por Marcela Alcántara Guerra*, México D.F. / @marcealguerra

El miércoles pasado, en la víspera del décimo tercer aniversario del ataque terrorista a las Torres Gemelas, el Presidente Barack Obama dio un mensaje a la nación en el que anunciaba una intervención militar para destruir al Estado Islámico. Desplegará ataques aéreos así como cientos de elementos de inteligencia y apoyo para las fuerzas armadas iraquíes. Dijo que esta vez no sería como la anterior y que Estados Unidos no se involucraría en una guerra. Sin embargo, del conflicto en la región no se debe olvidar que para quienes integran este grupo terrorista, Estados Unidos es el enemigo en una guerra en la que están dispuestos a destruir a todo aquel que esté en contra de ellos.

El 9 de agosto de 2014, James Foley, un periodista estadounidense fue brutalmente asesinado por un miembro del Estado Islamico. El video en el que se muestra su ejecución conmocionó al mundo por su brutalidad y por el mensaje que contenía: el Presidente Obama debía dar los “pasos necesarios” o habría más víctimas, el también periodista Steven Sotloff fue arrastrado para mostrarlo como el próximo en morir. Detrás de la tela negra que cubría la cara del verdugo, la voz que lanzaba la amenaza tenía un claro acento británico; el enemigo había sido criado en casa.

Casi un mes más tarde, una persona que parece ser el mismo hombre de negro aparece en otro video siendo Sotloff su segunda víctima. En menos de un mes dos personas que habían dedicado su vida al periodismo fueron asesinados y sus muertes difundidas por internet. Hasta hace unos pocos meses el Estado Islámico se encontraba fuera de los titulares. Sin embargo, esta organización terrorista empezó a preocupar a la comunidad internacional.

El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas condenó graves violaciones a los derechos humanos por supuestas decapitaciones, asesinatos, conversiones forzadas, esclavitud y abuso sexual. A causa de la violencia de este grupo que proclamó un Califato en Iraq y Siria a mediados de año, más de mil cuatrocientas personas murieron sólo en el mes de agosto. Igualmente, el Consejo de Derechos Humanos y Amnistía Internacional han mostrado preocupación por la persecución a las minorías cristianas, yazidíes y chiítas que residen en la región.

Por tanto, aunado a la violencia interna de la región, las brutales muertes de los dos periodistas mandan varios mensajes. En primer lugar, que el Estado Islámico está dispuesto a actos atroces con tal de lograr sus objetivos. En segundo lugar, que cualquiera que no forme parte de ellos es el enemigo. En tercer lugar, que la “Jihad” que están emprendiendo trasciende fronteras.

El Estados Islámico está dispuesto a cometer actos atroces porque en los últimos meses, el asesinato de James Foley fue lo que puso en las mesas de conversación la presencia de este grupo terrorista. Quien es capaz de decapitar a una persona y difundirlo por internet será capaz de destruir a cualquier enemigo. El terrorismo busca a través de actos violentos causar un miedo extremo entre la población y a través de ello insertar y promover su agenda ideológica.

La invasión y los ataques a las poblaciones yazidíes, chiítas y cristianas es muestra de  que no sólo se busca el control territorial y político de la región, sino una supremacía de aquellos que apoyan el califato. Cualquiera que no forme parte de ellos es el enemigo y la muerte de los periodistas es la prueba. Tanto Foley como Sotloff sabían que estaban en una región en conflicto pero en ninguno de los casos estuvieron involucrados en activismo por alguno de los grupos. Fueron capturados por una intersección de factores entre los que se encuentra su nacionalidad y su actividad profesional.

El Estado Islámico ya ha traspasado la fronteras de Siria e Iraq para convertirse en un movimiento que ha atraído a jóvenes musulmanes de países de occidente. El uso de propaganda a través de la redes sociales parece haber sido una fórmula exitosa de reclutamiento. “Jihadi John”, como fue apodado el hombre de negro de los videos ya ha sido ubicado por la inteligencia británica. Igualmente existe el caso de un adolescente en Colorado que se declaró culpable de conspirar para apoyar al Estado Islámico.

La amenaza de grupos radicales a través del mundo es real, ya sea que se trate de grupos islámicos en Medio Oriente, prorrusos en Ucrania, los Zetas en México o cristianos en Estados Unidos. La radicalización de las ideologías, y sus consecuencias en violentos ataques deben ser contenidas por los Estados. Las violaciones a los derechos humanos deben ser condenadas aún cuando estas sucedan en otras naciones. Sin embrago, este tipo de eventos no deben ser capitalizados por las potencias como pretextos para expandir su control por el mundo. En el día de la conmemoración de los ataques a las Torres Gemelas es pertinente preguntarnos ¿Qué puede hacer la muerte de dos periodistas por la comunidad internacional? Ojalá y la guerra no sea la respuesta.

*Bloquera invitada. Periodista mexicana.

FOTO: AFP

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