El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

Perú: 50 años de una tragedia del fútbol

El 24 de mayo de 1964, un partido entre Perú y Argentina en el Estadio Nacional de Lima terminó con más de 320 peruanos muertos.

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Era un juego decisivo. Se jugaba el boleto a la final de las olimpiadas de Tokio. La selección peruana Sub 20 se enfrentaba con la de Argentina, el 24 de mayo de 1964. Cientos de hinchas abarrotaron el estadio para ver el partido que estaba 1-0 a favor de los argentinos. Faltando pocos minutos para la final, el árbitro del encuentro, Ángel Eduardo Pasos, le anuló un gol a los peruanos.

El hecho desató la furia de la tribuna, en donde comenzaron disturbios. Según reportes de prensa, el ingreso a la cancha de dos enardecidos hinchas, Víctor Vásquez “el negro bomba” y Edilberto Cuenca, quienes intentaron golpear al árbitro, caldearon aún más los ánimos. Sin embargo, fue la violenta reacción de la policía, que golpeó salvajemente a estas dos personas, lo que provocó la reacción de los aficionados.

Las gradas se convirtieron en un campo de batalla campal. La policía, en un intento por controlar la situación, lanzó bombas lacrimógenas y en el intento por salir, los asistentes al partido se amontonaron, se pisotearon y 320 murieron aplastados o por caídas en su intento de huida por las escaleras. Según un informe del Hospital Dos de Mayo, el 90% de las víctimas murieron asfixiadas y el resto por diferentes tipos de traumatismos.

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Hoy Perú recuerda esa tragedia. Las autoridades deportivas peruanas convocaron a una misa en la catedral de Lima para concientizar a la población sobre el costo humanitario que provoca la violencia en los estadios, una recomendación que trasciende fronteras a 20 días del inicio de la Copa del Mundo en la vecina Brasil el 12 de junio.

A la ceremonia fueron invitados exjugadores protagonistas de aquel duelo, como el ídolo Héctor Chumpitaz, hoy de 70 años, quien dijo a la AFP que aquella tragedia lo traumatizó sembrando una angustia que lo invadía cada vez que salía a jugar a la cancha.  “Cuando llegaba al campo de juego lo primero que buscaba era donde estaban las salidas de emergencia” en caso de que una multitud invadiese la cancha, dijo Chumpitaz al evocar aquel fatídico domingo de mayo cuando la chispa se encendió luego que el juez uruguayo Angel Eduardo Pazos le anuló a Perú, por un supuesto planchazo, el gol del empate (1-1) a los 88 minutos que lo clasificaba a Tokio ante la incredulidad de 47.000 aficionados.

“La multitud enardecida volteó y quemó el ómnibus que transportó a la selección de Argentina, las puertas del estadio quedaron hinchadas como si fuera una mujer embarazada (por la cantidad de cadáveres acumulados)”, evocó Chumpitaz. “Recordar esa fecha es para mí una cosa ingrata, las familias de esa tragedia no tuvieron derecho de perder a sus familiares por asistir y darnos aliento», dijo el exfutbolista considerado por la FIFA uno de los mejores defensores sudamericanos del Siglo XX.

Los recuerdos de Eleodoro Díaz, de 79 años y uno de los hinchas sobrevivientes de la tragedia, son sobrecogedores: «Hubo una locura general, nadie entendía a nadie, todo el mundo buscaba cómo salir, no encontrábamos una salida. Las mujeres y niños lloraban buscando refugio», narró a la AFP. “Esta tragedia marcó mi vida porque yo nunca había visto algo así, la gente se enfureció, se pararon de sus asientos gritaban y no dejaban que el árbitro reanudará las acciones», añadió Díaz recordando como la masa hacía fogatas con las butacas de madera del estadio. La tragedia marcó un antes y un después en la seguridad de los estadios en Perú.

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«¡Yo ordené lanzar bombas lacrimógenas a las tribunas. No puedo precisar cuántas. Nunca imaginé las nefastas consecuencias”, señaló en su descargo el excomandante de la policía Jorge de Azambuja. Luego de la tragedia, el estadio fue cerrado dos meses para su remodelación y se declaró siete días de luto nacional.

A partir de ese episodio, se prohibió cerrar las puertas de los recintos deportivos. «Queremos dar un mensaje de no a la violencia, esto no debe suceder nunca más porque lo que sucedió hace 50 años enlutó al mundo entero», declaró el jefe del Instituto Peruano del Deporte, Francisco Boza, máxima autoridad deportiva de Perú sobre la ceremonia religiosa.

El impacto social de esa tragedia perdura en Perú, como quedó patente esta semana. El jueves el Congreso guardó un minuto de silencio por las víctimas. Y el miércoles lo mismo ocurrió antes del inicio del partido por el título de la Copa Inca entre Alianza Lima y San Martín, jugado en el estadio del Callao. Aldo Panfichi, sociólogo de la Universidad Católica, dijo a la AFP que los hinchas interpretaron la anulación del gol como un «robo deportivo» porque la participación en una competencia olímpica era vista como un logro nacional. El encuentro se suspendió, dándole el triunfo 1-0 a Argentina, que clasificó a los Juegos Olímpicos de Tokio-1964.

Fotos: AFP

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