El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

La reconstrucción de la infancia de los refugiados sirios

Otra entrega de la colaboración entre el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y El Meridiano 82.

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Por Acnur

Mohammad*, de 13 años, y Ramadan*, de 12 años, trabajan frente a frente en un centro juvenil de Beirut y se turnan para colocar las piezas de colores de LEGO en la torre que va cobrando altura ante ellos.

Pero esta actividad es algo más que un juego para estos dos niños que se encuentran entre los 520.000 niños sirios que se han visto obligados a huir de sus hogares y buscar refugio en el Líbano, la mayoría de ellos separados de sus familias o abandonados, como Mohammad, desde que estallara la crisis de Siria en 2011. Estas piezas de plástico ensambladas están ayudando a los dos niños a recuperar su infancia perdida y a reforzar su confianza y a comunicarse con los demás.

Cuando Mohammad huyó de su hogar en la ciudad siria de Idlib, dejó atrás su infancia. “Llegué al Líbano en 2012 y viví solo en las calles durante cuatro meses. Aprendí a cuidar de mí mismo. Solía trabajar y dormir en cualquier lugar que pudiera servirme de refugio”, dice este adolescente.

Aunque la historia de Mohammad nos sobrecoge, hay muchos casos como el suyo. Pero ahora tiene la suerte de formar parte de un grupo de 15 chicos y chicas sirios que están aprendiendo a trabajar juntos, a recuperarse de los traumas, a recuperar la confianza, a hacer amigos y a descubrir de nuevo la alegría de la educación y el juego en el marco de un programa organizado por el ACNUR y financiado por la Fundación LEGO.

“Mohammad ha cambiado mucho. Solía ser muy tímido y durante las primeras semanas pasaba mucho tiempo solo. También tenía problemas de pronunciación. Sin embargo, ahora parece otra persona; seguro, colaborador, servicial y muy bien integrado con los otros niños”, dice su instructora, Kim Heshme, trabajadora humanitaria local del centro para jóvenes de Beirut. “Creemos que tiene un gran futuro por delante”.

El proyecto está basado en los principios básicos conforme a los cuales todos los niños, incluidos los desplazados forzosos, tienen derecho al esparcimiento y a la educación. Los trabajadores humanitarios locales como Heshme han recibido formación para guiar a los niños en actividades en las que se utilizan piezas de LEGO donadas por la Fundación.

Para Mohammad, las sesiones de juego son muy importantes para reforzar su confianza y desarrollar otras aptitudes esenciales. “Las sesiones que organizan aquí y las piezas de LEGO me han ayudado mucho a expresarme”, cuenta el adolescente.

“Al principio no creía que me fueran a gustar las piezas de LEGO pero ahora veo lo que puedo hacer con ellas, y me encantan. Si pudiera pasarme el día entero jugando con ellas, lo haría”, añade, antes de que le corresponda colocar otra pieza en la torre después de su amigo Ramadan.

“Estamos intentando construir un torre sólida y estable”, explica. Parece solo un juego divertido, pero, como señala Kim, el ejercicio se centra en la creación de equipos y en la resolución de conflictos, contribuyendo así a reforzar la confianza de los niños y su interacción mutua.

“Según van construyendo la torre, pedimos a los niños que mencionen un atributo positivo del niño o la niña que se sienta a su lado. Cuanto más positivos son los atributos más alta es la torre”, explica Kim, que trabaja para la ONG libanesa Himaya.

“A veces los niños son tímidos. Después de todo lo que han pasado a algunos les cuesta decir algo positivo de un extraño, pero les pedimos que hagan un esfuerzo porque estamos seguros de que pueden encontrar algo que les guste, como la voz, el cabello… cualquier cosa. Normalmente se empieza por ahí”, añade Kim.

A medida que se va elevando la torre también aumenta la confianza de los niños. “Yo era tímido, no podía hablar con nadie y no tenía confianza para acercarme realmente a personas extrañas. Pero ahora me siento más fuerte”, dice Mohammad.

En otro ejercicio, Kim y los otros instructores piden a los niños que hagan un determinado gesto con las manos cuando se les muestre una pieza de un determinado color. “Cuando vean una pieza amarilla tienen que aplaudir, cuando vean una verde tienen que golpearse los muslos con las manos y cuando vean una roja tienen que abrazarse a sí mismos”, explica. Esta sesión les ayuda a romper el hielo y a sentirse de nuevo felices jugando, algo que la mayoría de ellos no había hecho desde hacía mucho tiempo.

Añade que uno de los juegos más eficaces consiste en hacer que los niños asocien un color con algo que aman u odian. “El objetivo es que los niños asocien sus sentimientos a distintas situaciones para que les resulte más fácil hablar de ellos o se sientan más motivados para hacerlo”, explica.

“Las piezas de LEGO y las sesiones que mantuvimos son para nosotros un medio esencial de llegar a los niños, especialmente los niños a los que, a causa de las situaciones traumáticas que han sufrido o han presenciado, les cuesta mucho trabajo hablar”, subraya Kim.

*Nombres cambiados por motivos de protección.

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