El Cuento

Publicado el ricardogonduq

¿Cuáles son los deberes de los animales?

Una tarde de sábado de hace no muchos años, recuerdo que a la salida de una peluquería canina en Bogotá, una mujer miró con desdén y algo de desprecio a un hombre de pelo largo y desordenado, ropa sucia y físicamente cansado que le pedía dinero o simplemente comida. Ella lo ignoró, prefirió seguir el camino con su perro recién bañado y peluqueado por 85 mil pesos. El ser humano (muy sintiente) le importó cero.

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Por: Ricardo González Duque

En Twitter: @RicardoGonDuq

Muchas veces el Procurador Ordóñez, quien supuestamente está en su cargo para hacer respetar los derechos humanos, ha terminado del lado de quienes restringen esos derechos. Es el caso del matrimonio igualitario, el aborto, el cese de las fumigaciones con glifosato; por señalar tres casos en los que pasó por encima de los gays, las mujeres y los campesinos. Pero esta vez, con su concepto 6075, planteó algo que es obvio pero que en medio de un creciente fanatismo, causó roncha: Los animales no son personas.

Leí tres veces el documento de 17 páginas con el que la Procuraduría responde a la demanda del abogado Camilo Araque –el mismo que produjo una sentencia de la Corte que limitó la fórmula con la que el Gobierno impone el precio de la gasolina– en la que pide modificar varios artículos del código civil “bajo el entendido de que los animales son seres vivos y son titulares de derechos”. No había encontrado en estos casi dos períodos en su cargo, una respuesta tan sensata como esta de Ordóñez.

Más allá de que jurídicamente como responde el Procurador, no es posible igualar a los seres humanos con los animales; biológicamente tampoco lo es. ¿A quién se le ocurre dentro del estudio de los seres vivos que una especie A, como son los humanos, es igual a una especia B, como los animales, o a una C, como las plantas? Cada loro en su estaca, como dice el dicho.

Por supuesto que los animales y las plantas deben ser cuidados y tratados con respeto; pero tampoco llegar al punto que piden Araque y el ex personero Ricardo Cañón en la demanda, que las autoridades locales “deben adoptar medidas de discriminación positiva para superar el déficit de protección que tienen (los animales)”. ¿De qué nos están hablando? ¿El Ministerio, la Secretaría de los Animales entonces?

Muy independiente a la afición que Ordóñez tiene por la primitiva afición por las corridas de toros, que muchos pensarán puede incidir en decisiones como las de este concepto, es irrebatible que los animales no tienen derechos por sí mismos. Su derecho, para explicarlo mejor, recae sobre los seres humanos, que en la dimensión hacia los animales y otros seres vivos, tenemos como deber su cuidado.

¿Acaso cuáles son los deberes que tienen o que les vamos a imponer a los animales como para que tengan ahora derechos? Esto no puede ser como pretendía el uribismo que fuera el cohecho con Yidis Medina, con la carga de la culpa solo para un lado. Si los animales tuvieran derechos, entonces que les pongan deberes, lo que simplemente ya suena absurdo. Los niños, pequeños seres humanos habrá que aclarar, tienen por supuesto definidos sus derechos y tienen prioridad, pero ante la ley ellos también tienen deberes.

Aquí vale la pena mencionar el caso del piloto Juan Sebastián Toro, quien en un acto reprochable en marzo de 2015, le disparó y mató a Príncipe, el perro de una familia en Bogotá. El hombre fue detenido y acusado por el delito de daño en bien ajeno. ¿Pretenden entonces los que están del lado de la demanda, que el piloto fuera acusado de “homicidio” o “animalcidio”?

Ahora, con la Ley 1774 de enero de este año, esa conducta del piloto tendría un castigo mayor que el que enfrentó en su momento.  Según el artículo 1, actos como ese terminarán con un “procedimiento sancionatorio de carácter policivo y judicial” algo que Ordóñez avala en su concepto, pero que considero por lo menos exagerado. No puede ser que la vía sea el carcelazo, así sea momentáneo, por maltratar a un animal. La multa económica y creación de antecedentes creo que será suficiente. De forma paralela, tendrá que venir la educación.

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Todos los extremos son malos y al animalista si le siguen dando alas, nos va llevar incluso a pedir cárcel por comer carne o por usar zapatos de cuero. Es respetable y quizá muy entendible que el vegetariano y vegano no consuman nada que tenga que ver con animales muertos, pero no por ello pueden llevar a imponer su misma creencia o hábito.

Y peor aún, aunque esto que voy a escribir va más allá de las lógicas legales y son solamente personales, es lamentable que consideren a un animal por encima de un ser humano. Que prefieran gastarse (tirar a la basura) 85 mil pesos en el pedicure del perro, que donarlos para el terremoto de Ecuador, por ejemplo. Una animalista me respondía que si veía a un perro abandonado en la calle y a un ser humano en las mismas condiciones, ella auxiliaba al perro porque él como “animalito” no tenía cómo decir que estaba sufriendo. El habitante de la calle lo puede decir, pero nadie le pone cuidado.

Así que no es necesario que la Corte Constitucional siga adelante fallando en la demanda que enfrenta a Ordóñez con los animalistas, pues para ellos ya está claro que sus perros, gatos, etc, son personas; pero algunas personas son menos que cosas.

Un punto de giro: Dejaremos de sorprendernos con incoherencias como la de Clara López, nueva ministra de Trabajo, el día que por fin entendamos que en Colombia no tenemos partidos políticos, sino una cascada de ‘ismos’ por todas las regiones.

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