El Blog del Cerebro

Publicado el Virginia Rojas Albrieux

Los Efectos del Estrés sobre el Cerebro

Stress

El sueño inquieto, el olvidar cosas, la irritabilidad, o la sensación de sentirnos desbordados emocional o mentalmente son síntomas que muchos experimentamos en el cotidiano y que reflejan la presencia de una respuesta orgánica a la que denominamos estrés.

El estrés puede ser en ciertas ocasiones benéfico; se trata de una respuesta fisiológica cuyo propósito es ayudar a adaptarnos a determinadas situaciones. El estrés, por ejemplo, durante un exámen, o una competencia deportiva, o para el momento en que vamos a dictar una conferencia, nos energiza y puede aportarnos una mayor capacidad de enfoque.

Pero, cuando el estrés es crónico, este va afectando nuestro cerebro, produciendo cambios en este. Por ejemplo, las discusiones y la sobrecarga laboral pueden ser fuente de estrés y generar alteraciones en la estructura y funcionamiento celular, e inclusive impactar la información genética de nuestro cerebro.

El estrés está sostenido por dos estructuras cerebrales y otra sobre cada uno de los riñones: son el hipotálamo, la hipófisis y las glándulas suprarrenales. La interacción de estas tres dan origen al eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal (HHA). Este eje es el que controla el estrés. Cuando se experimenta una situación que vivimos como estresante, el eje HHA desencadena la producción de cortisol – una hormona. El cortisol dispone al cuerpo a responder, lo cual es positivo, porque quiere decir que estamos listos para actuar.

Sin embargo, la presencia continua o frecuente de cortisol en el torrente sanguíneo termina hacienda estragos sobre el cerebro. Por ejemplo:

–       Se aumenta el tamaño y el número de conexiones neuronales en la amígdala – el “centro del miedo”. Esta estructura cerebral se encarga de procesar las situaciones amenazantes. Que nuestra amigdala esté sobreactivada es por supuesto, indeseable!

–       Se deteriora el hipocampo – estructura encargada del aprendizaje y la memoria, y de inhibir la acción del eje HHA. Entonces se genera un círculo vicioso: a más estrés, menos capacidad para controlarlo.

–       El cerebro se encoge: se van perdiendo conexiones sinápticas y se va reduciendo el volumen de la corteza prefrontal – estructura encargada de la toma de decisiones, de regular la atención, el juicio, y las interacciones sociales.

–       Se reduce el nacimiento de nuevas neuronas – neurogénesis – en el hipocampo. Esto deteriora nuestra capacidad de aprendizaje y de recordación. También se favorece la aparición de trastornos mentales serios, como la depresión o eventualmente, el Alzheimer.

Afortunadamente, también está probado que hay muchas formas de reversar los efectos del cortisol sobre el cerebro. Por ejemplo, el ejercicio y la meditación son técnicas poderosas en este sentido.  Ambas involucran respirar profundamente y estar concientes y enfocados en o sobre algo. Y ambos favorecen la disminución del estrés y el aumento del tamaño del hipocampo y por ende se mejora la memoria.

 

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